martes, febrero 13, 2007
Fue bonito mientras duró
Cuando un jarrón chino se rompe en mil pedazos no hay cirugía ni arreglo posible. El jarrón se ha roto. Fue bonito mientras duró, pero nada volverá a ser igual en ese vestuario. Dado que mi capacidad profética es reducida, no me atrevo a decir que un ciclo ha terminado, pues eso aún está por ver en cuanto a títulos. Pero sí ha terminado el ciclo de este vestuario. La complicidad armónica construida entre Laporta, Rijkaard, Ronaldinho y Eto’o no volverá. A esta hora todavía nadie en el Barça ha realizado una evaluación de los daños provocados por el artefacto explosivo lanzado por Eto’o, demostrando el club una lentitud de reflejos catastrófica, aunque la web ya publica las declaraciones. Pero no hay que ser muy listo para comprender que el jarrón se ha roto y no hay pegamento que lo reconstruya por más paños calientes que ahora quieran inventar. En el triángulo Rijkaard-Ronaldinho-Eto’o nada volverá a ser igual. El hilo del collar de perlas se ha roto.
Así que habrá que levantar otro jarrón. Otro collar. Con otras perlas. Con algunas de las que hay y otras nuevas. Patsy apostaba por traer cuatro jugadores que ilusionaran y estimularan la competencia interna. Cruyff, por revolucionar el vestuario. Eto’o se les ha adelantado y desde esa incontinencia que le caracteriza (para lo bueno y lo malo) ha incinerado a este grupo, en el que ya no puede reinar la confianza y la solidaridad. Probablemente los males venían de lejos, según apuntan algunos síntomas, pero entrenador y jugadores habían superado lo más difícil (el largo período sin Eto’o y Messi) y parecían con garantías de afrontar la recta final de la temporada. Los males y los vicios internos estaban ahí, pero cuando era momento de sumar fuerzas al colectivo Eto’o ha puesto por delante, como tantas otras veces, su ego personal.
No es el único responsable, por supuesto, pero sí el principal. En este tragicómico esperpento que está protagonizando el Barça no se salvan un presidente con declaraciones trasnochadas, un entrenador al que se le ha escapado el control del vestuario, ni unas estrellas mediáticas de gran relumbrón y escasa profesionalidad. Eto’o lo ha hecho estallar, pero Laporta, Rijkaard, Ronaldinho, Deco y algún otro han ayudado a construir el artefacto. Ahora mismo resulta estéril atribuir porcentajes de culpabilidad a esta banda de insensatos. Apenas importa quién tiene más culpa que otro, pese a que Eto’o gana por goleada también en este capítulo. Los habituales sectores del barcelonismo (laportistas, rosellistas, nuñistas y demás ismos que tan lejos nos caen a quienes no vivimos en Catalunya) andan ahora apuñalándose en otra guerra fraterna de las que tanto abundan en su historia mientras observamos boquiabiertos que no ha sido el Madrid, ni el Chelsea, ni el Milan ni siquiera el Sevilla quien ha cerrado este ciclo, sino el espíritu egocéntrico, insolidario y de mente reducida de unos pocos millonarios. Allá ellos.
Queda por saber hacia dónde inclinará Laporta su pulgar, aunque el sentido común y el historial conseguido indican que el nuevo jarrón o lo que queda del actual debería edificarse a partir de Rijkaard, que ahora tendrá que demostrar su verdadera capacidad de gestión. Pero no estoy seguro que esa sea la decisión del presidente, a quien pueden pesarle otros factores, incluido el familiar. De Eto’o sólo debería esperarse ya un buen traspaso. Sería su mejor epitafio.
Referencias
- Audio (Gentileza: La Cola de Vaca)
Fotos: Sport - FC Barcelona.com - Marca.