lunes, febrero 28, 2011

Este Barça es un problema

Tenemos la impresión de que se ha cerrado un paréntesis. El paréntesis invernal de cada temporada. Enero y febrero, meses oscuros y fríos, propensos al letargo futbolístico y el tropiezo inesperado. Esta vez, el paréntesis ha sido una montaña rusa en la que, a veces, parecía que el Barça se destacaba y, en otras, que el Madrid le recordaba su presencia al oído. Cerrado el paréntesis gélido, el balance refleja una ventaja desconocida para Guardiola: hace un año, su equipo andaba empatado a puntos (62) con el de Pellegrini en esta misma jornada (25ª); hace dos cursos, llevaba cuatro puntos de ventaja sobre el de Juande Ramos (60 contra 56); y ahora aventaja al de Mourinho en siete largos (68 a 61). Aunque las estadísticas nunca dicen toda la verdad, en este caso nos muestran un Madrid altamente regular en sus prestaciones: 56 puntos con Juande, 62 con Pellegrini, 61 con Mourinho. Y nos indican que quien está rompiendo sus marcas es el Pep Team: 60 puntos el primer año, 62 el segundo, 68 el tercero. Una progresión más que destacable.

El paréntesis, pues, de los «meses de plomo» no le ha sentado nada mal al Barça pese a la pérdida de su columna vertebral (Valdés, Puyol, Xavi), indicativo de que la plantilla posee alternativas para competir con fuerza en la Liga. Los problemas del Madrid son, en realidad, los que le genera el Barça. El equipo de Mourinho está protagonizando una temporada excelente, salvo por el batacazo del Camp Nou. E incluso así, supo salir a flote de aquel gigantesco guantazo. Cualquier otro estaría roto en una esquina, pero el Madrid sigue peleando con obstinación, sin entregar la cuchara. Sus resbalones han sido escasos (dos derrotas y cuatro empates) y si adquieren semejante trascendencia es porque enfrente tiene un transatlántico formidable, capaz de maniobrar en cualquier climatología. Contra el frío o el calor, el Barça de Guardiola ha alcanzado una jerarquía futbolística y anímica que convierte en melancolía cualquier esfuerzo ajeno por oponerle resistencia.

Basta ver también su balance de goles encajados en esas 25 primeras jornadas de Liga: 24 el primer curso; 20 el segundo; 13 en el actual. En dos temporadas, la solidez defensiva casi se ha duplicado. Este es un dato que pasa desapercibido, pero que ejemplifica la mejora del equipo: con idéntica vocación y estilo, ataca como siempre, pero defiende como nunca. Este es otro paradigma Guardiola.

sábado, febrero 26, 2011

El 'efecto cascada'

Con una ilusión desbordante, casi como si fuese primerizo en esto, Sergi Roberto tomó ayer el autobús que condujo al Barça B hasta Soria. Le espera la hora del regreso a los terrenos de juego, tras seis semanas de baja. Sergi se lesionó el 15 de enero en Salamanca, justo en el instante de marcar su primer gol con el Barça B. Llevaba año y medio buscando ese gol, que se resistía. Sergi Roberto es una de las mayores promesas de la cantera blaugrana, lo que es interesante recordar en estos días de agitación por la marcha de Jon Miquel Toral al Arsenal.

Sergi Roberto es algo más que una promesa: apenas acaba de cumplir los 19 años, ya ha debutado con el primer equipo (en Copa, ante el Ceuta), con el que incluso marcó en la gira asiática del pasado verano, lleva temporada y media con Luis Enrique y se distingue por su perfil de volante moderno de La Masia. Dirige, cubre, barre, conduce, toca y abarca ambas áreas: es lo más parecido al centrocampista “box to box”. Un Cesc 2.0.

Sergi regresa al Barça B con la ilusión del novel y el empuje de un titán. Sólo tiene 19 años y, si mira a su alrededor, verá pocas barbas cerradas. Excepto los delanteros, que promedian 23 años, el resto del equipo apenas llega a los 20 años de media. Cuatro de ellos aún tienen 18: Muniesa y los juveniles Dalmau, Sergi Gómez y Espinosa. No está Rafinha, que los acaba de cumplir hace unos días, por lesión. Tampoco su hermano Thiago ni Martín Montoya, en Mallorca con Guardiola, ambos de 19 años. Esta es la realidad actual de la cantera del Barça: una de sus promesas se marcha al Arsenal, pero en medio de una crisis de lesiones, la mitad del primer equipo que juega hoy en Mallorca está compuesto por canteranos, siete de ellos con 23 años o menos. En el B que juega en Soria, nueve tienen 20 años o menos y, como queda dicho, ya son cuatro los juveniles con pie y medio dentro, a la espera de que Deulofeu y Oriol Rosell sigan la misma ruta.

Es decir, el ‘efecto cascada’ es imparable. Arriba hay un embudo indiscutible pero abajo, una presión formidable. Y está demostrado por las ciencias físicas que no hay forma humana de frenar las mareas. La cantera del Barça, sin ser autosuficiente, es una marea imparable. Genera talento sin cesar y, aunque sufre fugas puntuales (por otra parte, legítimas y comprensibles), su capacidad de producción se antoja ilimitada, aunque no homogénea en todos los puestos. Chavales como Sergi Roberto están llamando con rotundidad a las puertas del Camp Nou y niños como Javi Espinosa andan derribando las paredes del Mini Estadi. En los próximos años, el Barça tendrá que fichar estrellas puntuales, pero el grueso de su futuro equipo ya está aquí, entrenándose en la Ciutat Esportiva Joan Gamper.

miércoles, febrero 23, 2011

¿Por qué Toral deja el Barça?

El próximo 1 de Julio, Jon Miquel Toral firmará contrato con el Arsenal. Habrán pasado cinco meses desde que cumplió los 16 años (2 de febrero de 1995) y, con su marcha, la cantera del Barça habrá perdido a una de sus promesas más cuajadas. Toral es un futbolista sólido. No es el centrocampista clásico de La Masía, sino un interior zurdo que destaca por cualidades muy concretas: vertical, rápido, muy intenso, alto (1,82 m), fuerte (72 kilos), resistente y con un excelente juego aéreo. Es un perfil prácticamente inédito en Can Barça, muy similar al de Seydou Keita, pero con mayor vocación ofensiva y menor tensión defensiva. Otra virtud técnica singular es la capacidad de amortiguar balones con el pecho: le hemos visto hacerlo con un pase vertical desde 40 metros y bajarlo del pecho al pie como si se tratara de un flan.

Llegó al Barça en 2003, iniciándose en el Benjamín A que entrenaba Sergi Doménech. En ese equipo encontró al que sería su pareja de baile durante ocho temporadas: Sergi Samper, un centrocampista tocado con la varita mágica de Xavi e Iniesta. El tándem ha sido milagroso y ha catapultado a su equipo, hoy el Cadete A, a cotas similares a las de la generación del 87 (Messi, Piqué, Cesc…). A la pareja de medios la llaman Samper&Toral, Sociedad Limitada, pero el dúo se romperá en pocos meses. Uno al Emirates y el otro, al Camp Nou.

¿Por qué se va?

Por voluntad propia del chico. Jon Miquel es un joven con la cabeza muy bien amueblada que cursa 4° de ESO con notas excepcionales. Su rotundo deseo es jugar en la Premier. Contra lo que se ha dicho, ni su madre (Sheila Harper), nativa inglesa, ni el resto de su familia le han presionado, sino todo lo contrario. Ninguno de ellos quería que se fuera a Londres. Pero Jon Miquel ha insistido con terquedad insólita. Quiere jugar el campeonato inglés, que se ajusta como un guante a sus características: un híbrido entre Lampard y Keita.

El representante de Toral y Samper, Pere Guardiola, se reunió con ambos hace varios meses a la vista de la oferta recibida desde el Arsenal por los dos centrocampistas. Samper dijo que se quedaba; Toral, que deseaba vivir la experiencia. Ese empeño ha sido decisivo. El chico se trasladará en solitario a Londres (es perfectamente bilingüe) para seguir su carrera de futbolista, en tanto su familia permanecerá en Catalunya.

¿Qué condiciones le ofrece el Arsenal?

Un contrato profesional con salario entre 25 y 35 veces superior al que percibiría en el Barça más un sustancioso bonus ligado a su debut en el primer equipo. Estudios y alojamiento gratuitos (en uno de los apartamentos que rige la legendaria Mrs. Noren); viajes pagados para toda la familia a Londres y, lo más importante, una hoja de ruta deportiva perfectamente diseñada: en su primera semana en Londres, Toral se entrenará con el primer equipo. Después, jugará en el sub 18 y lo alternará con el equipo denominado Reserves. La programación prevé que en la temporada 2012-2013, ya con 18 años, se incorpore al primer equipo para disputar partidos menores. Esta hoja de ruta se la explicó en persona el propio Arsène Wenger.

¿Qué recibe el Barça?

La compensación que el Arsenal abonará al Barça en concepto de derechos de formación será de 500.000 euros. Desde el punto de vista económico, el Barça saca una elevada rentabilidad a la operación: en sus ocho años como canterano, Toral sólo ha costado la parte proporcional de los taxis que le trasladaban a los entrenamientos más 30 euros de dieta por partido jugado. A cambio, pierde a uno de sus jugadores más prometedores.

¿Por qué no se le puede retener?

En España no es posible firmar contratos laborales a menores de 16 años. Por tanto, cualquier menor de esa edad es susceptible de ser captado por un club inglés, que no sufre dicho hándicap. La única forma de evitar la marcha de un canterano es ofreciéndole una suma de dinero capaz de frenar la salida, pero los importes que manejan los clubs ingleses hacen inviable que el Barça pueda igualar las ofertas. El Barça maneja 250 canteranos por año y en el primer contrato laboral que se firma, a partir de los 16 años, el importe estándar es de 10.000 euros anuales, entre 25 y 35 veces menos de lo que maneja el Arsenal. En estos casos, el Barça sólo puede optar por apelar al sentimiento de club o dejar marchar al chico.

¿Por qué se queda Samper?

El pasado viernes, Sergi Samper anunció al Barça su decisión de firmar su primer contrato. Lo hizo tras escuchar el plan deportivo que el club ha diseñado para él. Por delante suyo no sólo tiene a Xavi e Iniesta, sino también a Thiago, Sergi Roberto, Rafinha, Babunski, Nando Quesada y Pol Calvet, como mínimo. Pero recibió muestras de confianza absoluta en su talento. Samper entró en el Barça con 6 años de edad y no conoce ni siente otros colores. Intimo amigo de Toral, pasó la tarde del domingo con él. El lunes, la sociedad limitada Samper&Toral pasaba a la historia.

martes, febrero 22, 2011

Busquets 2.0

Mientras el monstruo mediático engulle a sus hijos, Pep Guardiola sigue adelante con sus planes. No es fácil lo que está haciendo. Conocemos las debilidades de su plantilla, las exigencias del calendario, las necesidades de la preparación y la fortaleza de rivales formidables como Arsenal, Real Madrid y varios más. Sabemos también, aunque aparentemos olvidarlo, que el fútbol es como la vida, un río por el que se transita con incertidumbres: un recodo, varios meandros, unas rocas traicioneras, un salto de agua inesperado… El fútbol no es una línea recta de horizontes despejados, sino un torbellino de aguas bravas y retorcidas en el que resulta más fácil ahogarse que sobrevivir largo tiempo.

En esa realidad acuosa flota Guardiola, manejando los tiempos y las expectativas. Cuanta más presión recibe, mayor es su creatividad. Sin duda, el Barça está en un momento más duro y tenso que el Madrid, quien a su vez lo vivió hace pocas semanas, pero lo realmente importante no es sufrir etapas difíciles, sino superarlas. Lo consiguió el equipo de Mourinho y va camino de hacerlo el de Guardiola. Esa es la auténtica vara de medir campeones: su capacidad competitiva. El Pep Team está dando ahora mismo otra vuelta de tuerca a sus evoluciones tácticas, en gran parte debido a la ausencia de Puyol. Ya recordarán que el maestro Laureano Ruiz bautizó a Puyol como “el misterio” porque “es él quien deshace las contras del rival, el juego del equipo contrario, y es algo que ve muy poca gente”. Cuando el equipo rival consigue superar la tela de araña de la presión de los delanteros y medios, cosa que ocurre pocas veces, el Barça queda desnudo. Su defensa queda desnuda. Ocurrió en el Emirates y también el domingo en el Camp Nou. Ocurre muy pocas veces, pero ocurre y es ahí donde Puyol interviene. Si el capitán no está, esa función queda desierta y entonces se acuña la frase de que el equipo defiende mal. Es cierto, pero porque falta la pieza exacta: la del misterio.

Para resolver el problema, Pep está empezando a emplear a Busquets en el que, apostaría yo, será uno de sus roles de futuro: el Busquets 2.0, capaz de ser central en fase defensiva y mediocentro en la ofensiva. De momento, le va probando en la posición. Los errores de hoy no son relevantes, por más que costaran un penalty. También Abidal se equivocaba antes y ya ven en qué gigante se ha convertido. Busquets será un central-mediocentro polivalente, pero a partir del próximo curso, con Alves de carrilero y el equipo asimétrico, en un dibujo que recuerda la vieja WM, pero remozada con siete hombres alineándose como centrocampistas. Será la nueva evolución de Pep, dispuesto cada día a reinventarse para seguir compitiendo en el máximo nivel.

lunes, febrero 21, 2011

La noche en que Iniesta se subió al helicóptero

Andrés Iniesta acostumbra a olisquear los partidos como si se trataran de un pastel de chocolate: para saber por dónde hincarle el diente. No es un futbolista de salidas fulgurantes. Al contrario: siempre empieza oteando el horizonte, palpando al rival, dibujando el diagnóstico en vivo sobre el césped. Explicó Iniesta en cierta ocasión que, mientras juega, va contando los pases bien realizados de Xavi, las faltas que recibe Busquets y los regates acertados de Messi, y también los errores de los rivales: por dónde se quiebran, en qué zonas sufren, de qué pie cojean. A esta característica la podríamos denominar leer los partidos. Iniesta lee los partidos. Y los desmenuza, incluso a nivel estadístico. Cuando ha deglutido los datos, pasa a la acción. A veces, como simple acompañante. Anoche, como protagonista deslumbrante.

Ayer, Iniesta creció cuatro palmos y se levantó sobre las olas del mar. Navegó por encima de la galerna vasca: una muralla de intensidad y tensión, un equipo solidario y aguerrido como su entrenador, un conjunto formidable y valiente. Un Athletic sin miedo que tuvo al Barça al borde de ese ataque de nervios que le ronda desde hace días. Y en ese preciso instante, Andrés Iniesta decidió rebautizar lo que significa echarse un equipo a la espalda. Lo hizo durante veinte prodigiosos minutos, mientras Messi despertaba de su perezosa siesta, en los que pareció atarse el balón a la bota y acompañar a Xavi en el manejo de ese acordeón que rompe cinturas ajenas. Desde el borde del precipicio, adonde fue empujado por el acierto bilbaíno y por su propia desazón emocional, de difícil comprensión, el Barça despegó propulsado por la quinta marcha del chico de rostro pálido. Se subió Iniesta al helicóptero y revoloteó por todo el césped: ahora una croqueta, ahora un slálom, más allá el crochet directo del mismísimo Ronaldo. Fútbol imposible interpretado por este Peter Pan manchego.

A su rebufo se levantó un Barça humanizado. Quienes creyeron estar ante un equipo de robots han comprobado lo incierto de su teoría: este Barça no es de piedra, sino hecho con emociones. Ni es invencible, ni está inmunizado de todos los males. Le afectan las lesiones y la tensión. Le alteran la fatiga y los estados de ánimo. Se sabe poderoso y enérgico, pero también consciente de sus puntos débiles, uno de los cuales es la, cada día mayor, distancia entre titulares y suplentes. Es un equipo que se conoce a sí mismo y sabe cuánto puede exigirse. Hay noches que se autorregula y por ahí llegan algunos de sus tropiezos. Otras, en que simplemente no está fino. Pero siempre compite y persiste. Lucha y propone. Quienes predijeron que el camino sería fácil se han vuelto a equivocar. Un Madrid formidable, un Arsenal espléndido, un Athletic monumental y tantos otros grandes competidores exigirán de este Barça la mejor de sus versiones. Bendigamos esta exigencia: ella les hará más legendarios.

sábado, febrero 19, 2011

Están mejor de lo que parece

Tan habituado a ganar, el barcelonismo se llena de interrogantes en cuanto aparece una derrota. Y no digamos si ocurre en febrero y viene precedida de un empate. Se arman los adjetivos, se agitan los adverbios y se escudriñan con fervor pagano las causas posibles. El físico y la actitud acostumbran a ser los elegidos para explicar los porqués. Pero de tanto buscar se acaba perdiendo el olfato y la realidad es más prosaica: en el Emirates apenas falló nada, salvo la ejecución final de algunas jugadas. El resto de los factores estuvo en la línea habitual de este gran Barça, que planteó el partido con su vocación indiscutible (ir a por el partido); lo hizo con su idea clásica (organizado a partir del balón); empleó las armas tradicionales (presión arriba, recuperación veloz, juego de toque asociativo); combinó períodos de intensidad elevada con otros de pausa y calma; y alcanzó a disponer de un buen puñado de oportunidades claras de gol.

El resultado intangible de todo ello fue un Barça completamente fiel a su concepto futbolístico, protagonista de otro primer período de ensueño. Otra vez memorable en el Emirates, como el curso pasado. Con dos diferencias: este Arsenal es mucho más poderoso que el de 2010 (por el añadido de Van Persie y Wilshere, especialmente) y, en lugar de llegar al descanso con empate a cero, esta vez se alcanzó con ventaja barcelonista en el marcador. Y, en ambos casos, tras sendas exhibiciones de juego. ¿Qué falló para que el resultado tangible fuese opuesto al intangible? Las ejecuciones. En concreto, dos remates de Messi; algún último pase mal dirigido; una presión mal hecha durante la transición “gunner”; cierto “vacío” táctico de Alves y poco más. El foco se ha puesto en el cambio de Villa por Keita o en la condición física, pero creo sinceramente que sólo fallaron algunas ejecuciones, del mismo modo que otras tantas veces fueron certeras.

Dicho esto, añadamos dos ideas: primero, la condición física general del equipo no es buena, sino excelente. Las cargas de trabajo ya quedaron atrás: fueron personalizadas, muy específicas para algunos jugadores y han terminado. Puede haber algún delantero más fatigado que otro, pero con rotundidad debo decir que ya no estamos en etapa de “piernas de plomo”. Y segunda idea: pese a ciertos errores tácticos ocurridos en Londres, veo un Barça más cuajado, serio y potente que en toda la etapa Guardiola. Con flancos débiles, por supuesto, como el de algún suplente desmejorado. Y terrenal, por descontado, susceptible a la derrota como cualquier deportista. No olvidemos que la derrota es parte consustancial del deporte y, sobre todo, del éxito. Sin derrota no hay éxito. Veo al Pep Team armado de una capacidad competitiva y unos recursos técnicos, tácticos y emocionales excepcionales. Y un plus: la elevada capacidad de autocrítica del vestuario.

- Publicado en Sport (19-II-2011)

martes, febrero 15, 2011

La hora del paso adelante

Fue la mayor exhibición plástica que recordamos, pero el resultado terminó en empate a nada. Ocurrió en el primer tiempo del Arsenal-Barça a finales del pasado marzo, hace casi un año. Comandados por un majestuoso Busquets y un imperial Xavi, los de Guardiola tomaron el Emirates Stadium, le arrebataron el balón a los locales y delinearon un juego espectacular, abrumador e impactante. Y, sin embargo, tras esos 45 minutos que quitaron el resuello a los espectadores, el marcador no se había movido. Sobre el césped se vivió un prodigio futbolístico, pero sin reflejo en el resultado. Pocos equipos tan brillantes como el Arsenal de Cesc habrán sido vapuleados, arrollados y descuartizados por el Barça como en aquél estéril primer tiempo. Tras el descanso se redujo la exhibición, pero se abrió el marcador. Y otra paradoja: un equipo tan solvente defensivamente como el Pep Team se dejó igualar los dos tantos de ventaja logrados antes de la hora de partido.

Sí, en el partido de vuelta el marcador fue aplastante (4-1), con cuatro goles de Messi, pero el recuerdo de aquellos 180 minutos vuelve a dejarme la misma sensación de entonces: el Barça más glorioso y espléndido no está exento de peligro cuando se enfrenta a su clon londinense. El Arsenal es un equipo temible y poderoso. Lo era hace un año y lo es aún más ahora, con Van Persie recuperado y Wilshere en plena forma. Pienso que no hay peor enemigo para el Barça que un equipo que emplea sus mismas armas: la pasión por el balón, el toque asociativo y la voluntad de ir siempre al ataque. Cierto: al Arsenal le quitas el balón y se queda en poca cosa. Lo mismo le ocurre al Barça, pero Guardiola ya ha dicho varias veces que prefiere enfrentarse a esos otros equipos que se encierran con once jugadores en su área: son odiosos para el espectador, pero el entrenador del Barça lo prefiere así, pues les tiene muy lejos del portal de Valdés.

Así que soy de los que preveo una eliminatoria tremendamente difícil. El corazón de Cesc, la velocidad de Walcott, el talento de Wilshere y la puntería de Van Persie (y no digamos los quiebros de Nasri si juega) son de alta escuela. ¿Que el Barça dispone de las mismas o, incluso mejores, armas? Por supuesto, lo que le da una ventaja teórica. Pero serán dos partidos entre felinos de la misma especie, donde unos buscan una nueva dosis de gloria universal y los otros, la venganza de una caída estrepitosa. Las certezas de la temporada empiezan a jugarse mañana en las verdes praderas de Londres. Ya no hay tiempo para dudas ni titubeos porque ha llegado la primera hora de la verdad para un equipo que acostumbra a ser puntual con las citas fuertes y fiel a las expectativas elevadas. La hora del paso adelante.

- Publicado en Sport (15-II-2011)

lunes, febrero 14, 2011

Empieza el sprint

El descenso a tierra del Barça fue brusco, como ocurre siempre que se levita, pero es probable que en un par de meses podamos decir que aquel traspié resultó beneficioso y que las mejores rosas florecieron en terreno pedregoso. El tropiezo de Gijón, más allá de la suma de factores que lo provocó, nos deja un retrato ecográfico del Pep Team más preciso que cualquier crónica elogiosa que hayamos construido. La ecografía muestra un cuerpo sólido y firme, pero también ciertas debilidades que se percibían con sordina y se destaparon en El Molinón. Dado que resulta feo señalar con el dedo, citemos solo que la distancia entre titulares y suplentes ha crecido exponencialmente por más esfuerzos que ha hecho el entrenador para limar ese abismo a base de rotaciones en el mes de enero.

El empate del sábado desnudó deficiencias, confirmó que el lenguaje que usa el equipo todavía no ha sido completamente aprendido por varios de sus nuevos componentes y, por último, certificó alguna decadencia muy previsible. Sin embargo, la ecografía continúa mostrando un cuerpo poderoso, elástico, potente, flexible y veloz. Con esos datos sería necio imaginar otro balance del ya habitual: el Barça sigue como un tiro, por más que el traspié le haya llegado de forma poco esperada. Insisto: posiblemente incluso le haya venido bien olvidar por un día los elogios y sorber el trago amargo del empate. Un paso atrás para tocar tierra y afrontar los verdaderos retos del curso. Porque ahora llega lo fuerte: la Champions y el doble pulso contra el Real Madrid.

El equipo de Mourinho reivindica sus virtudes legionarias tradicionales: no se rinde, por más ensordecedor que sea el rugido del entorno. Anoche tuvo que realizar otro ejercicio de supervivencia, especialidad en la que se siente cómodo, pues maneja con maestría la adversidad y se retroalimenta de la épica. Es un equipo al que no le molesta recibir un directo en el mentón. Al contrario, el golpe le estimula y saca lo mejor de sí, como el gladiador que se crece con el primer borbotón de sangre. Es hermoso que la Liga esté bien viva.

sábado, febrero 12, 2011

El listón del éxito

Hasta en tres ocasiones intenté anteanoche que Emilio Butragueño explicara en público a qué altura está situado el listón del éxito del Real Madrid. Fue en vano, pese a la inestimable ayuda de Joan Maria Pou y otros colegas de RAC1. Butragueño se zafó con esa extraordinaria habilidad con que se movía en el área pequeña, pero en la noche madrileña quedó pendiente esa cuestión: ¿dónde está el listón que separa el éxito y el fracaso en el Madrid de Mourinho? Entiendo que no hay respuesta sencilla. Hace pocos días, el propio entrenador portugués indicó que no pasaba nada si su equipo no ganaba ningún título. En pocas horas replicó Florentino Pérez una obviedad: que el Madrid debe aspirar a ganar siempre. Por bastante menos fulminaron a Schuster.

¿Dónde fijar el listón del éxito? ¿Un título, dos, tres? ¿Ninguno, como deslizó Butragueño, pero en función de las circunstancias que ocurran en una final? Desde luego, no seré yo quien precise dónde debe colocarse dicho listón, pero parece evidente que cualquier balance que no implique una visita obligada a la Cibeles difícilmente podrá escapar del calificativo de fracaso, en especial porque en ese supuesto el Barça sumará otros dos títulos, lo que agravaría mucho más la percepción de nueva temporada mandada al cuarto oscuro. Cabría pensar, en este caso, si la institución blanca resistiría incólume semejante balance: hay que tener en cuenta que la maniobra de Mourinho de apartar a Valdano del camino entre Valdebebas y el presidente genera un efecto colateral: Florentino Pérez se ha quedado sin fusible. Si el balance final es pésimo, las responsabilidades sólo podrán ser asumidas por entrenador o presidente. O por ambos y ese es un dilema, como mínimo, inquietante para el madridismo.

¿Será un éxito si el Madrid conquista un título, la Copa por ejemplo? En este supuesto, probablemente los matices estarán en el recorrido que consiga el Barça, pero la propia circunstancia de conquistar la Copa frente al Pep Team endulzaría cualquier balance que pudiera hacerse. Con toda certeza nos adentraríamos en el terreno de las discrepancias mediáticas, donde se equiparan galgos y podencos, pero ese título sería un salvavidas indiscutible para Mourinho y su proyecto, que sin duda se remitiría a una segunda temporada más estable y madura. Es por esta razón que la final de Copa posee tanta trascendencia para el entrenador portugués y su presidente. No sólo sería un título muy anhelado por su afición, sino también el flotador imprescindible para seguir adelante con los planes sin jugárselo todo en la tremenda competencia de la Champions, donde el camino es más largo y espinoso. La trascendencia de esta Copa para el Madrid puede tener repercusiones en la Liga.

martes, febrero 08, 2011

Torres aleja a Cesc

Si Fernando Torres cuesta 58 millones de euros y Andy Carroll, 40 millones, la pregunta es inevitable: ¿cuánto cuesta Cesc Fábregas? Posiblemente, un precio prohibitivo a la vista de sus cualidades: ‘playmaker’ total, centrocampista completo, ‘box to box’, capitán del Arsenal (por más que Denilson arguya que no es un líder), campeón mundial, crucial en la prórroga de Johannesburgo, infatigable, goleador, barrendero, multiusos... Cesc posee hoy un perfil extraordinario y deseable para muchas entidades, necesitadas de jugadores rotundos y contundentes en la guía y dirección de los partidos.

Conociendo el historial negociador de Wenger cabe imaginar que el precio de Cesc se ha elevado en los últimos días. Por su rendimiento y porque el listón fijado por el Liverpool con la venta y compra de sus delanteros centro lo dispararán. Cesc ya no vale hoy 40 millones, al fin y al cabo, el precio pagado a tocateja por Andy Carroll, sino que ha situado su caché en los arrabales de Fernando Torres, millón arriba, millón abajo.

¿Quién puede pagar 60 millones por un director de orquesta? A bote pronto, sólo encontramos dos equipos: Chelsea y Real Madrid. Los ‘blues’, porque su talonario ruso se lo permite; los merengues, porque poseen antecedentes sobrados de pagos similares o superiores. Ambos equipos necesitan imperiosamente alguien como Cesc en su centro del campo. Al Chelsea se le está agotando la gasolina de Frank Lampard y el jovencísimo McEachran, con su enorme calidad, es un perfil aún lejano al del líder. Reforzado delante y detrás, el equipo de Abramovich precisa renovar esa línea media con alguien de la talla de Fábregas y el dinero no será problema. Si acaso, el prurito de Cesc por cambiar de barrio.

El Madrid es otro conjunto necesitado de ese cerebro. Tiene a Xabi Alonso, un jugón excelente, bisagra del cuadro merengue, hoy por hoy imprescindible, pero Cesc supondría un plus de calidad extraordinario en esa línea demasiado metalúrgica. El club no anda boyante de dinero tras la inversión de los dos últimos años, pero a Florentino nunca le tembló el pulso firmando cheques, aunque alguien deberá convencer con ahínco al presidente de que Cesc puede resolver muchas carencias. Y al jugador, de que el Madrid es un buen destino. Una tercera opción sería el City, con dinero suficiente para satisfacer a Wenger, pero sin la imperiosa necesidad de un perfil Cesc.

¿Dónde queda el Barça? Si el precio ha subido como imagino, el fichaje está muy lejos. El Barça sufrirá una enorme dificultad para competir contra Chelsea y Madrid en lo económico, aunque disponga de gran ventaja emocional vistos los obvios sentimientos del jugador. Hará falta una elevada dosis de convicción y seducción para conseguir un fichaje que, ahora mismo, se me antoja relleno de dificultades. Chelsea y Liverpool han puesto el listón demasiado alto.

sábado, febrero 05, 2011

El argumento y la responsabilidad

El argumento de José Mourinho sobre la falta de costumbre de sus jugadores para disputar dos partidos semanales es totalmente cierto, real y correcto. El diagnóstico del entrenador portugués ha dado en la diana a pesar de las múltiples críticas que ha levantado. En efecto, los futbolistas del Real Madrid no están habituados a disputar dos partidos semanales de forma continuada y mucho menos si dichos encuentros son de máxima competitividad. Tiene razón Mourinho por más que les pese a periodistas y analistas, muchos de los cuales se han mostrado intolerantes frente a este diagnóstico, que ha sido rechazado en base a la brillante historia del Madrid, olvidando que el entrenador se refería a la actual plantilla y no a las de Di Stéfano o Butragueño.

El Madrid actual no está preparado para disputar encuentros del máximo nivel cada tres días durante períodos de tiempo prolongados. Y esta falta de preparación resulta decisiva en el fútbol moderno, que acumula exigencias de manera constante. Ocurrió en noviembre, ha sucedido en enero y volverá a repetirse en abril. Y lo de esta temporada no es apenas distinto a lo ocurrido en la pasada, ni en varias anteriores. Excepto Xabi Alonso y Cristiano Ronaldo, el resto de la plantilla no está acostumbrada de verdad a “morder” sobre el césped cada tres días, por más referencias que se quieran hacer a la historia del madridismo. Esta es la auténtica realidad, la misma con la que tropezó Pellegrini el curso pasado, cuando encadenó nada menos que diez semanas consecutivas disputando un solo encuentro (tras quedar eliminado de Copa por el Alcorcón) y se dio de bruces, de pronto, con el ritmo frenético de marzo, cuando tuvo que alternar Liga y Champions. Sus jugadores, habituados a jugar un único partido semanal, se ahogaron en cuanto acumularon 270 minutos en ocho días.

Tener razón en el diagnóstico, sin embargo, no es eximente de responsabilidad. Mourinho tiene razón, pero el responsable también es él. Y muy responsable. Este defecto del Madrid data, como mínimo, de 2004 y nadie le ha puesto remedio. Tampoco Mourinho, que ahora se quita las pulgas de encima como si la gestión de la plantilla no fuese con él. No era sencillo corregir el problema en cuatro meses, pero podía haberlo intentado. No obstante, al infrautilizar a jugadores como Granero, Pedro León, Canales, Albiol, Garay o Gago, más allá de gustos y calidades, ha conseguido sobreexplotar a sus mejores hombres y reventar a quienes no estaban acostumbrados al ritmo frenético del doble partido semanal. El entrenador tiene razón en su radiografía, pero el responsable de persistir y profundizar en el defecto no se llama Valdano, ni Florentino, ni siquiera Pellegrini. ¿Lo corregirá en abril?

- Publicado en Sport (5-II-2011)

martes, febrero 01, 2011

Dos modos opuestos de planificar

Nueve partidos en 27 días: este era el reto que afrontaba el Barça en enero, un mes tradicionalmente espeso y aprovechado por los preparadores físicos para incrementar la carga de fuerza y resistencia, lo que ha generado cada temporada una etapa de “piernas de plomo”, cerrada en ocasiones con sonoros tropiezos. No ha ocurrido así esta vez, por dos razones fundamentales: primero, porque el equipo está jugando mejor que nunca en el sentido colectivo, lo que ha permitido capear las dificultades con esfuerzo, pero sin vacilaciones; y segundo, porque la carga ha sido ligeramente más leve y muy personalizada: los jugadores esenciales han alternado semanas fuertes con otras de carga media y se han distribuido los minutos competitivos en función de dicho plan.

La faceta negativa son las cinco lesiones sufridas: una leve sobrecarga en el abductor de Maxwell; una contractura poco relevante de Alves; la muy seria rotura fibrilar de Jeffren; la tendinopatía de Puyol y el esguince clavicular de Iniesta, fruto de una caída. Es decir, tres lesiones musculares de grado muy diverso; una tendinosa (que venía precedida de otra muscular en el caso de Puyol); y un accidente. Balance negativo, pero no preocupante aunque supera el promedio estadístico de la temporada, que hasta Navidad había sido excepcionalmente benévolo: apenas 15 incidentes a reseñar, tres de ellos con Puyol de protagonista y cuatro para Jeffren, la auténtica “víctima” de la temporada.

No hay ningún indicador de que esta buena racha en materia de lesiones vaya a cambiar en el tramo final de temporada que se inicia en un par de semanas. Uno de los dos bloques más exigentes del curso (el mes de enero, con sus 9 partidos) ya ha quedado atrás. El otro, previsto para el mes de abril, es la asignatura pendiente, pero la plantilla llega bien preparada: los hombres fuertes (salvo Puyol) han cargado las pilas; los suplentes han dispuesto de minutos competitivos (excepto Bojan y Milito); y el recién llegado Afellay está aprendiendo su nuevo lenguaje. Una vez más, la planificación de Buenaventura y Seirul.lo ha funcionado.

No puede decir lo mismo Ruí Faría, el preparador físico de Mourinho, que hasta mediados de enero había aplicado a rajatabla su libreto de la “Periodización Táctica”. Para salir adelante precisaba mantenerse a rebufo del Barça, esperando el efecto de “supercompensación” física en sus jugadores a partir de marzo. No ha sido así y se está repitiendo la misma historia de Oporto, Chelsea e Inter: en el 86% de sus anteriores temporadas, los equipos de Mourinho se derrumbaron físicamente en el segundo tramo del curso, incluso ganando títulos. Está volviendo a ocurrir: agarrado exclusivamente a sus titulares, les ha fundido.