lunes, junio 26, 2006

¿Quién se ha llevado mi queso?


Un queso, un ratón y un cepo. Durante hora y media, el ratón mordisquea las puntas del queso. Lo huele, soba, acaricia y sueña con él. Impertérrito, el queso se mantiene quieto como si no tuviera alma (aunque la tiene). El cepo parece inerte, inútil, ineficaz, inexistente. El ratón da vueltas alrededor del queso, amaga varios ataques directos, pero le retiene la memoria grabada a fuego en sus genes a lo largo de cuatro generaciones de ratones cazados por morder el queso.

Noventa minutos de mareo y picoteo. Noventa minutos de pulso entre el queso y el ratón, entre el vacío y el deseo. El queso está curtido en mil batallas contra ratones de todos los pelajes. Sabe que debe quedarse quieto, pues el ratón es el único animal que tropieza mil veces en la misma piedra. Y así ha sido. Un queso lleno de agujeros, sin alma ni ambición, sin sabor ni color, ha atraído al ratón hasta su trampa. Y ha bastado un error (arbitral, por supuesto) para acabar con la vida del roedor. Y a por el siguiente.

Fotos: AFP - Reuters.