jueves, junio 15, 2006
Eriksson, cabecita loca
Matemáticamente clasificados, Alemania e Inglaterra están a un paso de enfrentarse en octavos, posibilidad que ninguno de ellos esperaba ni quería. Si ocurre, será una dulce revancha contra la racanería manifiesta de ambas selecciones. Perdonen el punto romántico de este comentario, pero los dos equipos han tirado tanto de oficio y tan poco de fútbol que su clasificación tiene un aire de agravio. No es que Polonia o Trinidad y Tobago hayan demostrado nada bueno, salvo tener dos porteros de alto nivel, pero el juego alemán ha sido pesado y gris y el inglés vacío y hueco. Soy plenamente consciente que en el Mundial hay que jugar así para llegar lejos. La tradición es esa: Alemania siempre va adelante gracias a su fe y el gol en el último minuto; Inglaterra siempre va adelante por su energía y ambición. También ahora será así, pero de momento han construido un monumento a la tacañería. Se dejaron el fútbol en el hotel.
Lo de Inglaterra es peor. Alemania, simplemente, da lo que tiene y punto. Inglaterra puede mucho más, pero su entrenador ha decidido cortarle el suministro de carburante. ¿Quién dirige el equipo sobre el césped? La respuesta es simple: nadie. ¿Dónde está el mediocentro que lo puede dirigir? Respuesta: en el banquillo, sorbiéndose los mocos. Y como nadie dirige, el equipo no va a ningún lado. Da grima ver talentos atacantes como Gerrard, Lampard o Joe Cole alejados sesenta metros del área rival para subir balones. Y no digamos a Beckham, el del mágico pie, encargándose del lateral derecho. ¡ Ni López Caro se había atrevido a tanto !
Mientras, el mediocentro del Bayern Munich se lo mira desde el banquillo, acompañado del mediocentro del Tottenham. Owen Hargreaves y Michael Carrick. Dos peloteros de aúpa, barredores de rivales, con buen pase y mejor toque. Desperdiciados ambos y quemándose en la pira Gerrard y Lampard, sin capacidad física para rematar desde la segunda línea. Eriksson no parece haber entendido nada, ni vivir siquiera en el nuevo siglo futbolístico. ¿Acaso no ve que Gerrard tiene siempre a Xabi Alonso llevando la manija del Liverpool? ¿O Lampard las espaldas cubiertas en el Chelsea por Makelele y Essien? ¿No ve los partidos del Barça, del Milan o del Olympique? ¿No ha visto los fiascos del Madrid o el Manchester sin un mediocentro de calidad? ¿No vio a España ayer frente a Ucrania, con Alonso en ese puesto clave?
Inglaterra tiene una enorme capacidad de juego. Una potente defensa; dos excelentes mediocentros desperdiciados; tres volantes estratosféricos; el mejor centrador de balones del mundo; y una capacidad de pegada imponente. Lo demuestran cada semana en los partidos de la Premier. Pero allí, la mayoría de equipos tienen un mediocentro que ordena, manda y dirige. Inglaterra podría hacerlo también, pero su entrenador ha decidido que no. Allá él.
Fotos: AFP - Reuters.