viernes, junio 23, 2006
El debate de cada selección
Cada día tiene su afán y cada selección, su debate. Argentina discute si la dupla Tévez-Messi debe ser titular en vez de Saviola-Crespo. Alemania aparca las bofetadas a Klinsmann a la espera de que los resultados sigan acompañando. Italia se agita entre sus dos almas: la ‘fantasista’ de Totti y Pirlo frente al espíritu 'cavernícola' de Matterazzi, Gattuso y Camoranesi. Brasil enfrenta las jerarquías contra la frescura. Inglaterra discute el fútbol de balonazos de Eriksson. Francia asiste desconcertada a la jubilación manifiesta de su vieja guardia. México empieza a creer que sus chicos son mucho menos fieros de lo que pintaban. Holanda se despierta estupefacta al ver que sólo Robben parece digno heredero de la ‘naranja mecánica’.
Pocas certidumbres y mucho debate, del que parecen salvarse Portugal, desde que Figo y Deco decidieron mezclar bien, y España, aposentada por fin en su nueva identidad. Luis Aragonés es capaz de presentar hoy un equipo totalmente nuevo y no hacer temblar a la afición porque prevalece el estilo por encima de los nombres. Luis ha decidido jugar de una manera definida e irreversible y no parece dispuesto a apearse de esa identidad ni por jerarquías, veteranía, resultado o rival. Una postura absolutamente elogiable. España vivirá su final en octavos, sea porque Francia tiene el colmillo retorcido pese a sus casi 31 años de media, sea porque Suiza o Corea son equipos considerados menores y eso les hace temibles.
Todo torneo tiene su partido decisivo que no siempre coincide con la final. En Roland Garros, la verdadera final no fue el Nadal-Federer, ni siquiera el Nadal-Hewitt. Fue el Nadal-Matthieu de dieciseisavos. Un partido durísimo, terrible, endemoniadamente complicado. Rafa Nadal estuvo contra las cuerdas, pero logró vencer. Y desde esa dificultad, el resto del torneo fue cuesta abajo pese a la dificultad de los siguientes rivales. Así sucede también en un Mundial. Para España, su gran final será ese temible partido de octavos, una auténtica emboscada, sinuosa, llena de trampas y engaños. Si la supera, Brasil esperará en la siguiente estación y esa es mucho más sencilla: no hay nada que perder y todo que ganar. Para Brasil será justo al revés. Su gran final será ese partido de cuartos, con los Xavis escondiendo el balón, cerrado espacios, asfixiando aún más ese ‘embudo mágico’ al que Parreira ha sacrificado tanto talento.
Si yo fuera Brasil no querría a España ni en pintura, a menos que Parreira hiciera caso al sentido común y le diera la manija a los frescos de espíritu: Cicinho, Gilberto, Gilberto Silva, Juninho, Robinho… Pero en Brasil pesa la jerarquía y el seleccionador parece dispuesto a sacrificar juego, talento, brillantez y fluidez a manos de los veteranos. El mundo advierte de forma clara que Ronaldo y Adriano son incompatibles, que los jóvenes aportan más velocidad, que Ronaldinho está jugando veinte metros retrasado, que Juninho y Gilberto Silva aportan infinitamente más que Zé Roberto y Emerson, pero nada de ello inmuta a ese hombre de piedra. A menos que alguna selección le haga doblar la rodilla. Y entonces, la ira será terrible.
LANCE ARMSTRONG TOMÓ EPO
El diario francés "L'Equipe" acaba de revelar que Lance Armstrong reconoció en 1996 haber ingerido sustancias dopantes. El testimonio pertenece a Betsy Andreu, esposa de Frankie Andreu, ciclista y el mejor amigo de Armstrong, y está efectuado bajo juramento. Ocurrió el 28 de Octubre de 1996 en un hospital de Indianápolis, justo cuando Armstrong acababa de conocer que sufría cáncer de testículos. El doctor que le atendía le preguntó (delante de Andreu y esposa) si anteriormente se había dopado y el siete veces ganador del Tour contestó que sí. ¿Qué productos han tomado?, le preguntó el médico y Armstrong respondió: "Hormonas de crecimiento, cortisona, EPO, esteroides y testosterona".
Referencias
- Armstrong admite que se dopó
Fotos: AFP.