Música | Le Fabuleux Destin d'Amélie Poulain
# Yann Tiersen
La paradoja francesa es que sin Zidane su equipo juega mucho mejor. La paradoja española es que jugando mejor que nunca, en el camino de la selección se alzan los dos últimos campeones mundiales. En un Mundial sin más sorpresas que la presencia de Ghana entre los dieciséis mejores (y sorpresa relativa a la vista de la melancolía checa) llega la hora de la verdad, los partidos del oficio y el temple, las eliminatorias en las que un error te cuesta la vida. Los seleccionadores ya no pueden equivocar las alineaciones, los planteamientos, las propuestas. Llega la hora de las ideas, pero también de los jugadores.
Y ahí está el debate francés: ¿con o sin Zidane? El sentimiento y la tradición apuestan por el gran capitán, pero la exhibición francesa de anoche apunta a lo contrario. Probablemente vencerá la primera opción y Zidane estará contra España dentro de cuatro días. Será el único jugador francés que habrá dispuesto de una semana sin partido, mientras sus compañeros afrontarán los octavos bajo la fatiga de un encuentro estresante frente a Togo. La frescura física favorece a España y aunque parezca lo contrario, en mi opinión también el posicionamiento anímico. Es cierto que Francia creció anoche con su triunfo y su juego espectacular, esa mezcla fantástica de Henry y Trezeguet, el frenético sprint de Ribéry y la imponente presencia de Vieira. Pero el mal partido de España ‘B’ ante Arabia es una buena noticia porque rebaja las expectativas, ese gran enemigo del deportista.
Los once titulares de Luis poseen ya la certeza de la identidad, el estilo y el buen juego. Se saben fuertes tácticamente y poderosos en lo físico. No se sienten superiores a nadie, pero tampoco inferiores. Saben que el mal encuentro frente a los saudíes es un asunto colateral sin otro efecto que rebajar la euforia externa, bendita rebaja. Y están frente a la gran oportunidad de pegar el puñetazo sobre la mesa en lo que será su partido más difícil del torneo, algo parecido al Nadal-Matthieu del último Roland Garros, el enfrentamiento más duro de todos. Para los de Luis no hay dudas: 25 años de promedio, todo el futuro por delante y ganas de comerse a los franceses y despedir a Zidane y a toda la 'generación del 98'.
Los franceses (31 años de media) estarán crecidos tras lo de anoche, pero estar crecido no garantiza otra cosa que grandes titulares en los periódicos previos. Sobre el césped, salir crecido no sirve para nada. Lo que importará es si Doménech da un paso atrás para meter a Zidane y si será Ribéry o Trezeguet el sacrificado. Con Trezeguet en el campo, Henry es más Henry. Con Ribéry y Malouda, el centro del campo galo gana velocidad y desborde. Con ellos, Francia adquiere superioridad en el centro y un peligro irresistible en ataque. Si entra Zidane, Francia gana pausa y toque, pero reduce velocidad. Va a ser un debate interesante y más allá, probablemente, decisivo.
Fotos: AFP.