Hace decenas de siglos, los filósofos griegos aprendieron a no contestar las preguntas. Es un difícil arte que, como todos, necesita buenas dosis de práctica y entrenamiento. Recibir una pregunta directa y, manteniendo el gesto inmutable, dejarla sin contestar. Arte complejo que inventaron, ya digo, los griegos filosóficos y adaptaron los senadores romanos antes de exportarlo a cruzados templarios y emperadores carolingios. También emplearon este arte los conquistadores americanos, los santos inquisidores, los constructores de catedrales, la curia romana y los navegantes espaciales. Y así de oficio en oficio hasta que el susodicho arte ha llegado al fútbol y Suecia e Inglaterra han decidido dejarnos sin respuestas en el Mundial.
Nos preguntábamos por la potencia de Inglaterra como tercer favorito y por la capacidad sorpresiva de Suecia y nos hemos quedado sin respuestas. Nos las han hurtado. De Inglaterra hemos percibido cómo se le encasquilla el revólver, mitad por las julandronadas de Eriksson que amordaza a Lampard y Gerrard, mitad por la ausencia de Rooney ahí delante. Da la sensación que estos ingleses tienen detrás un arsenal de potencia estratosférica, pero no han mostrado aún la patita. 
Suecia si la ha enseñado y la patita estaba torcida. El portero suplente de Trinidad y Tobago, bastantes patadas al borde del área, un buen juego aéreo defensivo y mucha voluntad han bastado para secar a Larsson, Ljungberg e Ibrahimovic. Lo de Suecia es peor porque no sólo no ha contestado las preguntas, sino que ha perdido dos puntos que ya estaban sumados en la tabla. Así que la tarde nos deja incluso con menos conocimiento del que ya teníamos...
Fotos: Getty - AFP.
