domingo, junio 18, 2006

Jogo patético


Brasil lo es todo menos un equipo de fútbol asociativo. Es talento, alegría, márketing, pegada, brillantez, virguería, pasión, sentimiento colectivo, bongos y técnica inconmensurable. Es probable que gane partidos, incluso que gane el Mundial. Pero lo que está haciendo Parreira es escandaloso: un atentado al juego asociativo. Parreira ha decidido que Brasil juegue en un rectángulo de 40 metros de largo por diez de ancho. En esos 400 metros cuadrados amontona a sus dos mediocentros (Emerson y Zé Roberto), sus dos medios puntas (Kaká y Ronaldinho) y sus dos delanteros (Adriano y Ronaldo). Seis hombres en fila de a dos provocando el embotellamiento perpetuo. Y a la que alguno de sus jugadores aparece por una banda, su primer movimiento también es siempre hacia dentro, con lo que el embudo creado se asemeja a la M-30 madrileña en esta época de obras perpetuas. Un atentado al sentido común, a las tácticas futbolísticas, a los esquemas modernos. Ni 4-3-3, ni 4-4-2, ni mandangas: un embudo gigantesco.

Por supuesto, Brasil gana. Y seguirá ganando. Habrá quien diga que ahora juega mal porque está dejando pasar el tiempo hasta que llegue lo importante. Quizás sí. Pero Parreira ha logrado lo que parecía imposible: que unos cracks descomunales practiquen el ‘jogo patético’. Hiddink le ha dado una lección de estrategia y pizarra, aunque no de pegada. Brasil ha vuelto a fiarlo todo a las carreras de 80 metros de Kaká, majestuosas pero absurdas, mientras Ronaldinho se anclaba en ese rectángulo de la infamia y malgastaba su talento dentro del embudo en una actuación lamentable.

Eriksson y Lippi habían hecho méritos hasta ahora en la pugna por ser el peor entrenador, pero Parreira les está ganando ya por la mano. Tener a los mejores del mundo para hipotecarles, disminuirles, amarrarles a un corsé infumable, es un verdadero ataque al fútbol que merecería ser repudiado. Ya no se trata de si Cicinho o Gilberto son laterales más jóvenes; o si Gilberto Silva anda mejor de fuerzas que Emerson; o si Juninho Pernambucano le daría salida al problema; o si Robinho y Fred tienen más velocidad y desmarque que los dos titulares. Es un problema táctico de proporciones estratosféricas. Pocas veces hemos visto una aberración de este tamaño. Por más que Brasil siga ganando partidos.


JEU MISÉRABLE



A Parreira, Eriksson y Lippi le ha salido un gran competidor: Raymond Doménech, el seleccionador francés de las grandes frases y los pésimos empates. Ha dado un recital de principio a fin: desde la no alineación de Ribéry hasta la insultante incorporación de Trezéguet en el minuto 91 con brazalete de capitán incluido, más el ‘catenaccio’ miserable empleado o la sustitución de Zidane en el que puede haber sido su último partido como futbolista. Pero no sólo es Doménech el responsable del catastrófico juego de la selección francesa más veterana de la historia (30 años y 289 días). Ha tenido la 'ayuda' de algunos jugadores: Barthez, que casi se ha marcado un autogol sacando de puerta con la mano; Thuram, que ha dejado los reflejos en el ‘jacuzzi’; Zidane, fatigado desde el primer minuto; Henry, torpe como nunca, aunque ha logrado marcar (primer gol francés desde el 98) en un mano a mano, algo casi milagroso últimamente...

Si no se le tuercen aún más las cosas, Francia será segunda y se avizora en el horizonte español, lo que no es bueno ni malo, sino real.

Referencias
- "Olé": Todavía queremos ver al Penta
- "L'Equipe": Un equipo dislocado...
- "Notas de Fútbol": Por qué no quiero que gane Brasil


Fotos: AFP - EFE.