miércoles, mayo 10, 2006

El Sevilla se ha hecho mayor



El Sevilla se ha hecho mayor. Ha seguido el guión perfecto de las finales tensas: calma y toque, tela de araña en el centro, defensa adelantada y seria, un gol en el momento oportuno y a sembrar el campo de minas la última media hora. Gran Sevilla, que ha pasado por encima del Boro con la fuerza del elefante, la delicadeza del ciervo y la velocidad del leopardo. Gran Monchi, paridor de este equipo sin estrellas mediáticas, muñidor de un grupo que perdió a sus dos mejores hombres a principios de temporada y ha llegado donde nunca antes ni en los mejores sueños. Gran Juande Ramos, capaz de leer con acierto el partido, sus tiempos, sus prisas y sus pausas, los cambios convenientes, las tácticas a variar en cada instante. Gran Maresca, un prodigio de ubicación, de toque, de presencia fuerte en una final nerviosa. Grandes Alves, Navas, Javi Navarro, Escudé, Palop, el hombre de las paradas imposibles, el que le ha robado el gol a Viduka y ha cambiado el guión de la película.

Victoria sin sombras, triunfo majestuoso que hace felices a cuantos amamos el fútbol. El Sevilla ha disparado 19 veces a puerta por tres su rival y ha cometido prácticamente la mitad de faltas (12 contra 20). Sólo ha sufrido veinte minutos, los transcurridos entre el paradón de Palop a Viduka que podía empatar el encuentro y el empujón de Javi Navarro al delantero australiano que podía haber sido penalti. Pero antes y después de eso, el Boro no ha existido.



Este Sevilla ya ha dado otro paso más en su ‘salto de calidad’. Ya no es casualidad que sume tantos buenos jugadores a tan buen precio; tanta técnica precisa en el centro del campo, donde junta a unos futbolistas fenomenales, rápidos, fibrosos, pero que miman el balón con delicadeza o que se lanzan al ataque como lobos. Ya no es casualidad que sean tres los años consecutivos en competición europea, quien sabe si en la Champions el próximo. Habrá quien no simpatice con Del Nido, quien no guste del rictus serio de Juande, quien aún se burle de aquel Monchi de las grandes manoplas. Pero ahí hay un modelo de club que funciona. Un presidente que tiene una idea y la fuerza necesaria para inculcarla, expandirla y llevarla a cabo. Un director técnico espectacular. El mejor cazador de mariposas del universo. Y un entrenador capaz de suceder a otro gran técnico y cambiar el libreto, las piezas básicas del equipo y hasta el estilo de juego. Y la máquina va. Y a toda máquina.

Fotos: Valía la pena esperar cien años (Marca y AFP); Maresca, el triunfador de la noche (EFE); Palop, salvador milagroso (AFP); y Luis Fabiano, el que abrió la lata (Getty).