viernes, octubre 20, 2006

Problemas estructurales y derrotas coyunturales


Los aficionados del Barça han disfrutado tanto con la creación, desarrollo y madurez del equipo de Rijkaard, triunfador en títulos, pero también en estilo y actitud, que cualquier tropiezo parece el fin del mundo. Quizás en esos casos las palabras nos confundan y cuando queremos decir que el equipo sufre este año problemas estructurales todavía no resueltos parece que estemos proclamando el Apocalipsis. Sufrir deficiencias estructurales es normal y corriente en cualquier colectivo deportivo, del mismo modo que lo es conceder derrotas coyunturales en determinados momentos. Pero ni los problemas estructurales ni las derrotas coyunturales deben llevarnos más allá de una señal de alarma.

Ahora mismo, el Barça está aquejado de tres déficit estructurales que afectan a tres factores troncales:


- El físico
- El táctico

- El anímico


La planificación del entrenamiento físico ha sido tan deficiente hasta el momento que los propios miembros de la plantilla lo han reconocido. La próxima semana me extenderé en ello. Es un factor fundamental para comprender la irregularidad manifestada tanto por el colectivo como por algunas individualidades. Tiene arreglo, pero hay que sudar.


La partitura táctica se encuentra en una situación de bloqueo. El sistema de juego que hace dos años resultaba imparable ya ha sido analizado y desmenuzado por todos los rivales, que han sabido aplicar antídotos eficaces. Hay gente a la que le molesta que digamos esto, pero es la realidad. En todos los deportes colectivos se estudia al rival y se intenta frenar sus fortalezas y quebrar sus debilidades. Rijkaard está obligado ahora a dar una vuelta de tuerca más para contrarrestar el antídoto. De momento no lo ha conseguido, pero lo está probando. Así debe entenderse su reacción en Londres tras el gol de Drogba. Se equivocó en las medidas adoptadas, pero demostró que está buscando la tecla necesaria. La ausencia de Ten Cate no le beneficia en la lectura de los partidos ni en esta búsqueda del antídoto del antídoto.

La disposición anímica de la plantilla no es la misma que en las dos últimas temporadas. El club reconoció que algunos jugadores disputaron la Supercopa de Mónaco con el smoking. Txiki reconoció que antes del partido de Bremen existía “la sensación de que aún estamos en París”. En el primer tiempo contra el Chelsea se concedieron, como quien no quiere la cosa, el doble de saques de esquina y el triple de faltas laterales peligrosas que en toda la eliminatoria, ida y vuelta, de la temporada anterior frente al mismo rival. En sólo 45 minutos se cedieron tres veces más ocasiones de riesgo que en los 180 anteriores. A eso se le llama falta de concentración. Pero al igual que el factor físico o el táctico, este problema estructural tiene solución. Aunque hay que ponerse a ello de forma seria.

Concretados los déficit de estructura, el análisis coyuntural es más positivo. El Barça actual cuenta sólo con una derrota irreversible (la Supercopa) y otra asumible (Chelsea) y mucho sufrimiento ante todos los equipos que por su potencia y estilo le saben hacer sufrir (Sevilla, Valencia, Celta, Werder, Chelsea). El Bernabéu dará el domingo una nueva medición de la temperatura. Conoceremos con más precisión si el Madrid está saliendo de la gripe y si el Barça se está resfriando, aunque ocurra lo que ocurra será una nueva medición coyuntural. De la gripe no se cura uno en diez minutos y de un resfriado no se va nadie a la tumba.

Fotos: AP - Chelseafc.com.