miércoles, octubre 18, 2006

Algunas cosas buenas


La goleada al Steaua calma los espíritus madridistas. ¿Los calma de verdad? Ha habido algunas cosas buenas: una mejor actitud colectiva, lejos de la apatía getafense; la espléndida noche de Robinho, delantero efervescente, buen mezclador, merecedor de continuidad; la rectificación de Capello con respecto a Helguera, más compenetrado con Cannavaro que Ramos; la ubicación del propio Ramos en el lateral, regreso a los fundamentos quizás como ensayo para el domingo; la filigrana de Van Nistelrooy, en un golazo magnífico; y, por encima de todo, el resultado abultado, el paso casi decisivo en la clasificación, que insufla oxígeno a un equipo prematuramente enfermo, a un entrenador que necesita tiempo para corregir el rumbo y pulir los automatismos, más allá de que su propuesta desagrade a propios y extraños.

Un par de cosas menos buenas también: la sensación de fragilidad defensiva cuando el rival se mueve con velocidad; y la previsible ley del péndulo que aplicará el entorno madridista (desastre ayer, euforia hoy). ¿Queda atrás la gran crisis? El Barça será el termómetro que lo certificará. Probablemente por esa razón probó Capello anoche a Ramos de lateral y le dio libertad (como a Roberto Carlos) para subir la banda en vez de amarrarse atrás. De ahí también la confianza provisional en Helguera o la fijación de un interior diestro, sea Raúl, Robinho o Beckham, pues el técnico sabe que en esa banda se deciden las verdades, vistas las características de Ronaldinho y su tradicional escaso apoyo defensivo al lateral del Barça.

Otra cuestión es cómo llegará el termómetro blaugrana al Bernabéu y eso depende en parte de la prestación en Stamford Bridge. Mourinho espera como siempre, con una buena presión verbal de entrada, y Rijkaard llega como acostumbra, cual si oyese llover. El partido es importante por las glándulas que estimula y los recuerdos que retrotrae, pero también para la autoestima y la garantía del paso adelante.

Nuevamente batalla táctica, con dos partidos dentro del mismo partido y rectificación de la pizarra en función de la primera hora. Un equipo para templar el ambiente y aguantar la fortaleza inglesa y otro para corregir el tiro o sentenciar. Mourinho lleva meses ensayando el blindaje de su área. Ha sacrificado espectáculo, ritmo y amplitud de campo para probar un método que embotelle al rival, que entorpezca la velocidad con que mueve el balón o simplemente que deje al Barça sin el cuero. Molestar, presionar, barrer y hacia arriba a toda mecha para que Drogba la enchufe. Eso o el balón parado, receta de la casa, 50% de efectividad entre faltas laterales y saques de esquina. Más que nunca el libreto de ambas orquestas es conocido y va a ser cuestión de los intérpretes. Basta una nota desafinada para que la cristalería se haga añicos.

Algunas otras cosas buenas


La avalancha ofensiva del Manchester United; los reflejos de Jesper Christiansen (portero del Copenhague) que ha evitado una goleada precisamente del Manchester, aunque se ha comido un disparo fácil de Richardson; la endemoniada habilidad de Quaresma y el poderío físico de Anderson; el disparo elástico de Kaká; la velocidad de regate de Keita; la puntería indesmayable de Juninho Pernambucano; el control de balon de Kim Källstrom y la categoría de los suplentes del Olympique de Lyon; el empuje irredento de los escoceses de Glasgow; y el cañón en la pierna izquierda de Daniel Carvalho en el frío Moscú.

Fotos: AP - AFP - Chelseafc.com - AP.