sábado, abril 30, 2011

Sergi Roberto y Gerard Deulofeu

Sergi Roberto y Gerard Deulofeu. 19 años el primero; 17 el segundo. Dos símbolos. Sergi Roberto en el Bernabéu para las semifinales de Champions. Gerard Deulofeu, a Anoeta en un partido que puede cerrar el título de Liga. Guardiola ha decidido combinar la competitividad máxima de su plantilla profesional con la exhibición pública del catálogo más selecto de perlas que crecen en La Masia. No es casual que ellos dos hayan sido elegidos, ni que lo sean en estos momentos decisivos del curso. La apuesta de Guardiola por la cantera es rotunda e irreversible. Hasta este momento, once jugadores del Barça B han debutado con el primer equipo a lo largo de la temporada y no precisamente en circunstancias cómodas y dulces, sino en momentos de importancia: Miño, Montoya, Bartra, Fontàs, Sergi Gómez, Oriol Romeu, Jonathan dos Santos, Thiago, Sergi Roberto, Víctor Vázquez y Nolito han tenido una participación que va mucho más allá del “efecto imagen”. Oier y el juvenil Deulofeu elevan a trece el número de convocados.

Esto es bastante más que maquillaje. Es una apuesta definitiva y coherente con la decisión estructural de construir el futuro a partir de la cantera. El futuro del club se cuece a fuego lento en el horno de La Masia. La apuesta no es sencilla ni barata. Hace falta tiempo, paciencia, maestros sabios, una hoja de ruta clara, voluntad firme y 16 millones de euros cada año. Condiciones exigentes e inauditas para estos tiempos que corren, donde la prisa y el resultado inmediato son las únicas varas de medir. Apostar por la siembra lenta y el crecimiento pausado es una decisión casi contracultural. El Barça está en ello, pero lo verdaderamente relevante es que está sabiendo combinarlo con el mestizaje de otras procedencias futbolísticas. Cuando decimos que existe un Idioma Barça y que lo idóneo es aprenderlo desde pequeños, podría parecer que eso invalida la presencia de jugadores que nunca vivieron en La Masia. Sin embargo, Abidal, Touré, Mascherano, Keita, Márquez o Alves desmienten una teoría que sí se dio en perfiles como Hleb, Martín Cáceres, Ibrahimovic, Chygrynskiy, Thuram o Zambrotta. La realidad es que a todo jugador foráneo le cuesta comprender el Idioma Barça y solo los tácticamente inteligentes (y dispuestos a “reaprender”, como dice Mascherano) alcanzan a integrarse en la maquinaria blaugrana.

Los hijos de La Masia lo tienen más fácil porque mamaron el idioma y sus recovecos desde muy pequeños. A cambio, su camino hasta el Camp Nou es terriblemente cruel a causa de la competencia interna. El mestizaje entre gente de la casa a los que se da oportunidades de forma continua y gente de fuera que aporta sangre fresca e innovación es la fórmula elegida. El éxito está en la mezcla.

jueves, abril 28, 2011

El hombre que se envenenó con su propio antídoto

Creyó tanto en la magia de su antídoto que se envenenó con él. Dio de beber una sobredosis de cicuta a sus hombres y, al comprobar los efectos, él mismo tomó el último sorbo, apartándose de la batalla, como desentendiéndose de este mundo, quizás pensando ya en nuevos destinos a medio plazo. Mourinho. El capitán general de los gladiadores. El mejor entrenador en organización defensiva, un hombre metódico y culto, intelectualmente bien formado, futbolísticamente grande, coleccionista de títulos sin importar las fronteras. Presidente de un club de fútbol compuesto por sí mismo y nadie más. Epicentro de todos los focos y todas la riñas. Propietario de un argumentario que implanta allí donde viaja: gran estructura defensiva, compromiso legionario de sus hombres y una letanía de quejas y protestas basadas en medias verdades, torpezas ajenas, confabulaciones varias y victimismo perpetuo. El mundo contra él. Llegó al Madrid como salvador de las urgencias históricas, presentó su argumentario, convenció al madridismo y se convirtió en alma de la entidad, subyugada por su pose de anticristo blaugrana. En la hora de la verdad volvió a mostrar sus mandamientos de siempre, que sonaron obsoletos y con sordina. Mourinho, víctima de sí mismo, personalidad poderosa que parece haber abducido a un club gigantesco. Excepcional entrenador y, sin embargo, personaje tóxico.

En este crescendo de los cuatro partidos, Mourinho creyó haber encontrado la fórmula mágica para embarrancar al Barça. La probó en Liga sin salir herido. Satisfecho, la redobló en Copa y venció. Creyó tener la respuesta al enigma. Y repitió e insistió, como si el triunfo de Mestalla no evidenciara flaquezas. Mala lectura. Los triunfos de los hombres, decía Rochefoucauld, deben medirse siempre por los medios que se emplearon para lograrlos. Kaká, Benzema e Higuaín en el banquillo. Özil, Di María y Cristiano Ronaldo, remando como espartanos rasos. Legítimo. Víctor Valdés tocó tantas veces el balón con los pies como Xabi Alonso. Somos arquitectos de nuestro propio destino y, al decidir regalar balón, campo y dominio al Barça, Mourinho firmó el suyo.

El Barça no hizo nada que no se intuyera. Tomó el balón, lo acunó y recordó el proverbio africano: la paciencia cocina una piedra. Tuvo paciencia, sobró teatro en algunos de sus artistas, cerró viejos errores y libró la batalla marcada en rojo. Es importante saber qué batallas hay que librar. Había regalado con poca intensidad el partido de Liga y la primera parte de la Copa. Ya no regaló más. Se amarró a Keita y Mascherano, y a sus líderes vertebrales, desfondó a Marcelo, amartillado por Afellay, y dejó suelto al genio de la lámpara para que le concediera el sueño de Wembley. Al final, Pep sacó a un juvenil para simbolizar que el camino de los campeones tiene continuidad. La lectura interna que harán ambos clubs de este combate será trascendental para el futuro.

Análisis de la semifinal en 17 tweets


1.- Partido horrible con ganas, clásico en el tramo final de Champions. La exacerbada tensión transformó el partido en un pulso de voluntades.

2.- La Copa y dos partidos viviendo al límite convencieron a Mourinho, Pepe, Arbeloa y Ramos que podían persistir sin correr riesgos.

3.- El plan era atrincherarse 70 minutos muy atrás e intentar revolucionar el partido al final. El plan era seguir caminando por el filo de una navaja.

4.- Pepe, Arbeloa y Ramos creyeron poder bailar hasta el amanecer sobre el filo de la navaja sin cortarse. Marcelo y Adebayor confiaron en lo mismo.

5.- Jugador sin control emocional. Si hay un culpable de que su equipo no pudiera persistir en el plan es Pepe. Solución y problema del plan.

6.- El antídoto contenía veneno en su interior. Pepe ha sido la salvación del equipo, a cambio de llevarlo a la perdición. Zugzwang.

7.- Pedro, Busquets y Alves le han echado mucho teatro. Aborrezco esa actitud. Como la de Di María. Mucho peor Pinto, autor de una melonada estúpida.

8.- Tercer partido del Madrid con 30% de posesión. No hay condición física que lo resista. Y menos aún, la emocional. Equipo descoordinado en presión.

9.- Cristiano lo demostró con aspavientos. Pedía irse hacia delante, pero entrenador y compañeros le respondieron que no. Que mejor seguir atrás.

10.- Barça muy reservón: también firmaba el 0-0 durante una hora. Puyol con pinzas, Pedro y Alves muy bajos, Iniesta guardado. Especulación máxima con riesgo mínimo.

11.- Mascherano, Piqué, Puyol y Keita sujetaban el andamiaje. Xavi lo mecía esperando, apenas inquietado. Su partido más plácido de los tres jugados.

12.- Sin Pepe y con Mourinho dimitido del fútbol, la telaraña se resquebrajó. Villa y Afellay abrieron el campo para que Messi sentenciara por dentro.

13.- Frotaron y apareció el genio de la lámpara mágica. Su slalom final marca diferencias. Habrá que esmerarse para encontrar adjetivos adecuados al talento del chico.

14.- ¿Jaque? 9 Copas de Europa avalan al Madrid para la vuelta. Competirá al máximo, sin ninguna duda. Madrid y Barça jamás bajan la guardia.

15.- Barça aún no está en Wembley. Si llega, deberá curarse y afinar mucho. El Manchester United es, hoy por hoy, superior.

16.- El discurso final de Mourinho es trascendental para el madridismo. Si al club y a su afición les gusta este camino, adelante y ánimos. Es su elección.

y 17.- El discurso final de Guardiola es Sergi Roberto: 19 años y un gran porvenir. El Lampard catalán. Derribando la puerta del Camp Nou a golpes de talento.

martes, abril 26, 2011

Cambio de roles

Mientras los aficionados madridistas se frotan las manos tras el ilusionante triunfo en la Copa, con la sensación de haber dado la vuelta a la tortilla, los barcelonistas se interrogan sobre el físico de su equipo y cien cuestiones más, en busca de una respuesta que les ponga a salvo de la incertidumbre que les agobia. En mi opinión, lo ocurrido en estos últimos diez días es relativamente sencillo de explicar. En el punto de partida había dos equipos con estados mentales opuestos. El Barça se sentía jaleado por un entorno eufórico que no cesaba de recordar el brillante 5-0 de noviembre y había colocado el listón muy arriba: no se trataba de vencer al eterno rival, sino de aplastarle en los cuatro encuentros. Por más agua que le echara el entrenador a ese fuego, las brasas no se apagaron. Del otro lado, el madridismo rumiaba su venganza tras años de oscuridad y humillación estética, apostando por no salir malherido de la cuádruple contienda.

El combate del Bernabéu supuso un falso equilibrio. Existió en el marcador, pero generó dos consecuencias: el Barça se enamoró algo más de sí mismo, convencido de la grandeza de su estilo, capaz de empatar sin dificultades en un estadio históricamente feroz; y el Madrid entendió que había encontrado el antídoto universal contra su competidor. El antídoto eran Pepe y toda la agresividad subyacente. Así que el siguiente asalto reprodujo las posiciones, pero reforzadas. El Barça salió aún más blando y el Madrid, aún más agresivo (si cabe). El resultado es conocido: un primer tiempo excelente para Mourinho, que reforzó la creencia de que el antídoto merengue era infalible. Aunque el segundo tiempo resultó ser una obra de arte del juego barcelonista, no culminada en gol, la victoria final en el alambre ha dado alas al madridismo.

Los estados de ánimo se han permutado. El Barça ha tomado conciencia de la fortaleza merengue y rebajado el listón a la medida de lo razonable: ya nadie habla de aplastar ni muestra manitas, ni piensa en ellas, sino que el objetivo se ha transformado, simplemente, en volver a ser uno mismo. Desde las dificultades que provoca una enfermería a rebosar, el Barça vuelve a sentirse humano. Por el contrario, basta pasear por la capital* para percibir que se ha disparado la autoestima del madridismo, que se siente invencible gracias al antídoto mágico. Ya sueña con Wembley y la Décima, con honores y fanfarrias, e incluso con una improbable remontada en la Liga. En apenas diez días, los estados de ánimo se han invertido y parece que la historia ya esté escrita. Para el Barça fue muy erróneo su posicionamiento relajado y dulzón. El Real Madrid le ha imitado ahora en el autoenamoramiento, convencido de su rol de favorito. Veremos.


* A quienes me han preguntado por la zona de paseo en la capital, les informo: Concha Espina, Arturo Soria y Valdebebas.

lunes, abril 25, 2011

El Madrid es favorito

Hemos entrado en la fase de la gestión de las emociones. El físico y la táctica seguirán teniendo un peso capital, pero serán las emociones las que inclinarán la balanza. Los movimientos tácticos son fundamentales, la condición física es importante, pero la mente es decisiva. El poder de la mente es fenomenal en la alta competición, donde el talento es tan elevado que apenas hay separación entre rivales y solo les distancia un chispazo de inspiración. Claro, también están los detalles. Basta un resbalón, una pérdida en el sitio peligroso, una acción mal defendida, una manopla que no llega por milímetros, y adiós a un título. Pero si obviamos los accidentes, lo que separa a los campeones siameses es su capacidad de controlar las emociones y dirigirlas, exclusivamente, en dirección al éxito.

El Madrid es favorito en estos momentos. No parecía serlo hace solo 10 días, cuando empezó esta serie de enfrentamientos consecutivos. De hecho, el barcelonismo tenía sensación de superioridad, basada en el 5-0 de noviembre y en los tropiezos ligueros de Mourinho, sensación correspondida por muchos madridistas, que advertían la hercúlea tarea de pelear contra un campeón sólido y automatizado. Las dos primeras etapas, sin embargo, han reforzado la propuesta guerrillera del Madrid y han disparado sus emociones hasta el punto de que, tras el título de Copa, hoy se siente absolutamente seguro, reforzado en su creencia táctica e invulnerable para el resto del camino. En cambio el Barça ha ido perdiendo elementos en cada combate, dejando un reguero de heridos y un puñado de lamentos. Cada batalla ha reducido sus expectativas y desconcertado a sus aficionados, hoy dubitativos ante la incierta gloria. Todo esto en apenas 10 días.

Las tesis se han dado la vuelta en un suspiro y el Madrid ya está instalado en el trono del favorito indiscutible, a la búsqueda de una nueva cacería. Para el miércoles se espera otra vez a Pepe disfrazado de Poseidón, tridente en una mano y red en la otra, lanzado a la caza de los pequeños jureles azulgranas para darse otro festín. Parecen temblar los ingrávidos jilgueros del Barça ante los buitres alados del Bernabéu, agigantados por el látigo de su amo y señor, llevados en volandas por un madridismo eufórico que se siente reverdecer tras años de penumbra. Por momentos, incluso parece como si la condición física de los barcelonistas, uno de sus puntales, se hubiese resquebrajado y amenazara ruina.
 
 Yo dudo de estas sensaciones. Afirmo que el Madrid es favorito a estas alturas porque se ha rearmado y es un equipo formidable, pero también veo al Barça concentrado y con una motivación que no poseía hace 10 días. El Madrid cree más en sus fuerzas. El Barça cree igual, pero ha olido el peligro y siente el miedo a perder de nuevo, lo que constituye un motor fenomenal para mover cuerpos y almas. El Madrid se siente división acorazada y el Barça se considera un comando. Los disfraces se han cambiado para alegría merengue y preocupación culé, lo que solo garantiza que la mente inclinará la partida. Quien más crea en sí mismo se llevará esta mano.

- Publicado en El Periódico (25-IV-2011)

sábado, abril 23, 2011

Corred, cabrones, corred

Cuando llegó Pep, el balón ya estaba allí. Hace décadas que el balón es el centro del universo del Barça. Lo propuso Laureano Ruiz y lo impuso Johan Cruyff. Maestros del idioma blaugrana han formado a centenares de chicos en ese estilo que consiste en dominar el balón, no perderlo nunca, recuperarlo en caso de extravío, y emplearlo siempre para atacar y marcar. Con sus peculiariades, Van Gaal y Rijkaard introdujeron evoluciones a la idea y Rexach fue el hilo conductor que permitió hacer el tránsito sin traumas. Luego llegó Pep y el balón seguía en el mismo sitio: en el centro de todo. El Rey Sol del juego barcelonista. El eje sobre el que pivotan todos los movimientos, la razón que explica todos los efectos, el kilómetro cero de todos los caminos. El balón ordena y organiza al Barça, lo arma y lo rearma, lo explica y lo trasciende.

¿Y qué aportó Pep? Mucho, pero sobre todo una instrucción: hay que correr hasta la extenuación. Lo primero que dijo no fue sobre el balón o la técnica individual, ni sobre los remates a puerta o el juego de combinación. Eso lo dio por sentado. Todos los canteranos saben cuál es el camino técnico y táctico a seguir. La primera aportación de Guardiola en 2007, extendida al primer equipo un año más tarde, consistió en un lema que expresó así: “¡Corred, cabrones, corred! Tengo que convencerles de que es el único camino para lograr el éxito”. Lo que le preocupaba a Pep no era la hoja de ruta del equipo, los parámetros empleados para medir el rendimiento o la estratificación y trazabilidad con que se guía a los canteranos, sino el esfuerzo y la exigencia. Que corriesen sin desmayo todos los minutos del curso. A partir de la idea insustituible, pero sin dejar de correr nunca.

En una deliciosa conferencia, Guardiola dijo, en verano de 2009, tras el triplete: “La gran virtud ha sido la voluntad del equipo en correr, correr y correr”. No habló de técnica, táctica ni estrategia. Dijo que la clave era correr. Por supuesto, con el balón por eje y con sentido e inteligencia. Para tener el balón en propiedad o para recuperarlo de inmediato tras pérdida. Le preguntaron qué consejo daría a sus jugadores al empezar la siguiente temporada y repitió: “¡Corred, cabrones, corred!”. Lo que le da títulos al Barça no es mover el balón, quedárselo, acunarlo y mecerlo; o arrebatárselo al rival para volver a manejarlo hasta incrustarlo en las redes. Lo que le da títulos es hacer todo esto corriendo a máxima intensidad, sin respiro ni vacilaciones, concentrado en el juego, ajeno a trifulcas y artimañas. La clave del éxito está donde empezó todo: en correr como cabrones desde el primer instante.

jueves, abril 21, 2011

La gota contra el granito

Golpeaba la gota contra el granito y el granito se mantenía impertérrito. Así ocurrió durante lo que pareció una eternidad, en la final de todos los siglos, un monumento majestuoso al fútbol de competición. La roca granítica venció a la gota malaya en un extenuante ejercicio agónico. Una espectacular organización defensiva, basada en trincheras y casamatas escalonadamente distribuidas por Mestalla, permitió que el Madrid conquistara un título que anhelaba poderosamente.

Sus virtudes cardinales se sublimaron en la pelea por la Copa: coraje, fe indesmayable y tenacidad. La receta habitual en la mochila blanca, pero que esta vez contó con un plus que le dio el éxito: una espléndida estructura defensiva, una muralla, varias murallas, la gigantesca roca donde iban a estrellarse las lanzas y los violines azulgranas. Mérito indudable de Mourinho, absorbente eje del madridismo actual, para lo malo y también para lo bueno, como anoche, excelente en su propuesta de amortiguar a los aviadores barcelonistas. Espartanos más que defensas, guerreros más que jugadores, los gladiadores de Mou mantuvieron sus posiciones sin pestañear, dando la sensación de que no habían acudido a un partido, sino a una batalla, pero cumpliendo siempre las órdenes recibidas, sin desviarse del encargo. Mérito de Mourinho el haber convencido a peloteros como Özil, Di María o Alonso para vestirse de carboneros y ejercer de guerreros sitiados, sin olvidar el desdoblamiento creativo en los numerosos contragolpes que lanzaron. Es sabido que este Madrid se encierra y espera, muerde y espera. Siempre espera el contraataque fulgurante. Lanzó varios en el Bernabéu, sin acierto, y algunos menos anoche en Valencia, para acabar ganando el título en una jugada trenzada al primer toque.

Al Barça lo podemos resumir con dos conceptos: fue una gota malaya, persistente, constante e invariable; y cayó con sus ideas por bandera. ¡Ah, las ideas!, dirán algunos, en especial los taciturnos o los vencedores. ¿Y qué importan las ideas en el fútbol? Importan y mucho. Lo que ha permitido construir este Barça y hacerlo grande y poderoso son sus ideas. Su fuerza son las ideas. Ellas son las lanzas que agita y las balas que dispara. Esta orquesta interpreta sinfonías deliciosas porque se mueve con ideas: avanzar, atacar, vencer a través de la arquitectura del pase. Esta filosofía le ha llevado a la cima del mundo futbolístico y ahí se mantiene: hermoso, valiente, atrevido y fiel. Derrota dura la sufrida por la gota frente al granito. Después de manejar los tiempos y desordenar las trincheras blancas, cayó en la agonía. Pero las ideas siguen ahí, brillantes y potentes. Toca lamerse la herida y volver a percutir.

Análisis de la final en 13 tweets

1.- Magnífica organización defensiva del Madrid. Regala balón, pero se aposta 15 metros más arriba que sábado y cierra todos los pasillos.

2.- Cinco hombres en segunda línea: Xabi Alonso de comandante en jefe: Pepe saliendo al corte muy arriba. Barça, ahogado sin espacios.

3.- Sacrificio extremo de peloteros como Di María, Özil o Xabi, apostados en las trincheras. Esfuerzo descomunal, físico poderoso.

4.- Basculaciones fenomenales que cortocircuitaban al Barça: Khedira, Pepe y Xabi se relevaban a la perfección en el primer tiempo.

5.- Di María, lateral correcaminos, seca a Alves y acaba asestándole la puñalada en el pecho. Casillas, siempre, siempre, siempre. Eterno.

6.- Mourinho conquista su título. Excelente trabajo de organización defensiva. Todo lo bueno y lo malo del Madrid ha sido fagocitado por él.

7.- La agresividad llevada al extremo: Arbeloa, Ramos y Pepe. Algún día se pasarán de frenada y cruzarán todas las líneas rojas.

8.- Barça sin solución en 1º tiempo. Tras descanso, las judías secas se han colocado cada una en su sitio. Exhibición de juego y de ideas.

9.- 45 minutos de brillantez inaudita. El mejor Barça en mucho tiempo. Ha resquebrajado al Madrid, pero sin apuntillarlo.

10.- Iniesta, Xavi, Busquets y Messi han encendido un millón de luces, pero han seguido chocando contra la roca.

11.- Guardiola y Barça encajan derrota con elegancia. Reacción espléndida. La mejor para levantarse y remontar la escalada.

12.- Acostumbrados a ganar, algunos barcelonistas dudarán. Cuestionarán el modelo, cuando lo que único que falló es el remate.

y 13.- En mitad de la batalla, Kárpov jugó con negras y ganó una partida. No ganó más y Kaspárov se proclamó campeón mundial. Zugzwang.

- Publicado en Twitter (20-IV-2011)

martes, abril 19, 2011

La estética y la eficacia

La estética es uno de los grandes paradigmas de los catalanes, lo que nos genera grandes satisfacciones, pero también inmensas decepciones. Trasladado al fútbol, ese rasgo se virtualiza en el Barça con inusitada profundidad. El aficionado culé, incluso el no catalán, se entusiasma en estos tiempos con la plasticidad de los movimientos de su equipo. En realidad, estos gustos vienen de lejos, pues se remontan más allá de las tres décadas, aunque no siempre conectaron la estética y los resultados. Ahora, sí. En esta época reciente, la comunión entre idea de juego, estilo, plasticidad y triunfos ha sido excepcional, lo que ha provocado un inusitado fervor culé: el equipo vence de forma exhaustiva y lo hace con las premisas y los gustos que apasionan a la grada. Se hace difícil encontrar una mayor confluencia de deseos, ambiciones, pasión y éxitos.

Pero este amor por la estética acarrea dos efectos negativos: el primero es la tentación de analizar al resto del mundo con el mismo rasero. Y ahí, pienso que se entra en un terreno poco razonable: no hay un único estilo de juego, ni siquiera un único estilo hermoso y plástico. La belleza y la estética futbolística no son exclusivos de un club y cada cual tiene derecho a disfrutar con su modelo, su sistema y su táctica. Nadie posee el paradigma de la perfección y la belleza única. El barcelonismo está hoy de enhorabuena por esa excelencia obtenida y por la deliciosa conexión alcanzada entre cuerpo y alma, resultados y estilo. Pero el resto del mundo está en su derecho a jugar como quiera, incluso con armas de estética dudosa. Allá cada cual con sus gustos.

La segunda consecuencia negativa consiste en recrearse en la estética y olvidarse de la efectividad. El Barça cae a menudo en ese error. Ejecuta con precisión las dos primeras fases del juego (la salida de balón y el juego a lo ancho), pero se enreda en la tercera fase, la de resolución, por un exceso de toques y combinación, ausencia de remates directos y cierta falta de movilidad en algún atacante, por ejemplo Pedro, alejado de su explosivo estado de estado de forma a causa de las molestias en el pubis.

El éxito técnico-táctico del Barça consiste en la sincronización milimétrica de sus mejores virtudes: una salida de balón limpia y precisa; un juego asociativo lleno de paciencia y suavidad a fin de desordenar la estructura defensiva del rival; un sentido del juego horizontal para terminar percutiendo en vertical; y, aunque solo en ocasiones, cierta efectividad en el remate. En este último aspecto, puede mejorar mucho si Pedro incrementa su movilidad, Villa la ejecución puntual de las acciones y Messi la aparición inesperada, armas que el Madrid sí posee y domina a la perfección.

lunes, abril 18, 2011

Volvió Capello

Mourinho tuvo éxito con su plan. Ese plan ha recibido muchas críticas, pero no puede obviarse lo esencial: obtuvo el éxito planificado. El plan era jugar encerrado atrás para enjaular al rival y someterlo con zarpazos puntuales, directos y contundentes. El objetivo consistía en no perder. En no volver a perder. Y, sobre todo, en no ser derrotado nuevamente de forma abultada. El 5-0 de noviembre no se puede obviar cuando se trata de contextualizar lo ocurrido sobre el reseco césped del Bernabéu.

Mourinho es un hombre leído, que conoce las historias del fútbol reciente. Sabe que Fabio Capello ganó una Liga hace bien poco con esta misma filosofía, pero también sabe que fue despedido de forma fulminante. De manera oficial, porque el estilo de juego que sirvió para conquistar el campeonato estaba muy alejado de «la excelencia» que exige la afición madridista. No es opinión; es información. Lo dijo así el propio presidente del Real Madrid y este criterio fue aplaudido por decenas de miles de aficionados blancos. A Capello no le echaron los resultados, sino su idea futbolística, incompatible -se dijo entonces- con el Madrid de Michel y Butragueño, de Raúl y Laudrup, de Redondo y Zidane. «La vaca, al pasto», sentenció Di Stéfano en cierta ocasión, reclamando que el balón bajase al césped y se deslizara por él. ¿Qué habrá pensado el presidente de honor del plan de Mourinho? ¿Se habrá identificado con ese juego de pelotazo largo? ¿Le habrá gustado el Inter de Madrid?

La afición merengue ha cambiado de opinión y lo que en Capello fue motivo de despido es ahora, en Mourinho, causa de beatificación. Hoy se argumenta que no hay estilos más legítimos que otros y que cualquier sistema de juego es válido. Estoy de acuerdo. El pensamiento único es pésimo, incluso en el fútbol. El Barça juega según su idea y no existe ninguna obligación de que los rivales lo hagan de modo similar. El Madrid, con ser uno de los equipos más grandes del momento, tiene perfecto derecho a plantear los partidos como mejor le convenga. A eso se le llama pragmatismo, y acostumbra a dar buenos resultados.

La cuestión no estriba en la indudable legitimidad del plan, sino en el legado. El madridismo abuchea a su prensa porque critica a Mourinho y entroniza a Mourinho porque le cree valiente en las conferencias de prensa y pragmático sobre el césped. No parece haber demasiado interés por reflexionar sobre el legado futbolístico que dejará el técnico portugués cuando se vaya. En cualquier caso, él se siente reforzado en su plan del sábado y, muy probablemente, le veremos insistir en la Copa. Jaula, trivote, Pepe de mediocentro: Capello en estado puro. De un técnico listo, culto y documentado como Mourinho esperaba algo más que la búsqueda desesperada de un resultado.

- Publicado en El Periódico (18-IV-2011)

* A estas horas, ya sabemos lo que opina al respecto don Alfredo Di Stéfano.

sábado, abril 16, 2011

Zugzwang

Existe una situación en el ajedrez denominada 'zugzwang', en la que cualquier movimiento que realice el jugador significará empeorar su situación. Haga lo que haga, su siguiente movimiento equivaldrá a un paso atrás. No necesariamente la derrota, pero sí un paso atrás. El más famoso de los 'zugzwang' se produjo en la partida número 16 del legendario segundo enfrentamiento entre Kárpov y Kaspárov por el título mundial. Aquellas fueron peleas tan memorables como las de Frazier y Alí con los puños o las de Quevedo y Góngora con los versos. Kárpov era el vigente campeón y el marcador le daba ventaja virtual al estar empatados tras quince partidas. Pero aquél día de finales de 1985, después de 25 movimientos beligerantes, y todavía con muchas piezas sobre el tablero, Kaspárov acorraló a su contrincante en un 'zugzwang' angustioso y paralizante. En la jugada 16 movió el alfil a D3 e infligió una lenta agonía a Kárpov, condenado a moverse cada vez en espacios más reducidos, ahogándose en sus propias jugadas. Hiciera lo que hiciera, cada movimiento suyo le perjudicaba más, acercándole al abismo. Posiblemente, fue uno de los momentos más apasionantes de la historia del ajedrez, concluido en la claudicación de Kárpov en el movimiento 40, pero sobre todo por el logro que conquistó Kaspárov: ese día comprendió que jugaba mejor que su rival.

¿Habrá 'zugzwang' en estos cuatro partidos que llegan? Lo considero improbable. Por parte barcelonista, porque el equipo de Guardiola ha alcanzado un estado de madurez insospechado: no sólo ha vencido, sino que ha convencido. Acumula títulos y trofeos, elogios y reconocimiento y, muy especialmente, la convicción profunda de que este estilo de juego, siendo solo un estilo, es el que mejor cuadra a sus deseos y gustos. Este Barça no necesita victorias agónicas para reafirmarse en sus ideas. Las tiene, cree en ellas y las pone en práctica. Vence o pierde, pero no las cambia ni las canjea por nada. Podrá caer derrotado en un partido, en dos o en cuatro, pero no cambiará de filosofía.

También veo improbable el 'zugzwang' madridista: cuatro batacazos de Mourinho, otra temporada en blanco, globo pinchado, la catástrofe... Maravilloso sueño húmedo para los aficionados culés, pero altamente improbable en este nivel competitivo y con este Real Madrid férreo y contundente, poderoso en el galope, rotundo en su fe, fervoroso combatiente. No, el 'zugzwang' merengue no es una situación probable. Más bien, esta "madre de todas las batallas" que viviremos estas dos próximas semanas tiene el aroma del equilibrio táctico y la inteligencia emocional. Después de tanto ruido y tanto grito, es probable que los más discretos y silentes sean los verdaderos protagonistas. Más profesionales que exhibicionistas.

martes, abril 12, 2011

Sin red, pero con gancho

Tras el mazazo anímico por Abidal llegó la confirmación de que Puyol no iba hacia delante, sino hacia atrás. Y el equipo se quedó sin red. Sin ese airbag de emergencia que resulta esencial para practicar un estilo de juego ofensivo y arriesgado. Sin ese salvavidas del último sprint, ese central corrector que actúa de ángel de la guarda del conjunto. Abidal suplió a Puyol y dicha permuta apenas alteró el pulso del equipo. Pero cuando cayó Abidal, se comprobó que no había otro clon y hubo que echar mano de perfiles diferentes. Guardiola eligió a Busquets, como en Roma había escogido a Touré: por su excelente maestría táctica. Donde no llegaba por velocidad, lo hacía por colocación. En vez de un airbag, con Busquets pasó a haber un lector de posos de café, un adivino del porvenir, el chico que olfateaba por dónde llegaba el peligro e intentaba adelantarse a él. Le tocó ocuparse de algunos pistoleros muy veloces (Villarreal y Shakhtar) y salió vivo del intento, pero había otro problema aún más serio y grave: faltaba el primer defensa del equipo: Pedro Rodríguez.

De tanto mirar atrás, no vimos que la dificultad empezaba delante. Sin Pedro, la presión de la línea atacante perdía toda su potencia y eso hacía muy largo el equipo, permitiendo al rival respirar tranquilo en su salida de balón. A partir de ahí, como en una cascada, se sucedían las consecuencias: un Barça echado más atrás sufría desarreglos en el centro del campo, perdía la posición, facilitaba las contras y dejaba demasiados pasillos abiertos en su defensa. Este defecto es fruto de una virtud: el juego asociativo del Barça posee una alta coordinación de todos sus elementos. En la virtud se esconde el defecto. Cuando uno de ellos se descoloca o desconcentra o, simplemente, se afloja en su misión, aparecen las grietas. Lo que ocurre en una punta del campo tiene consecuencias en el otro extremo: es el "efecto mariposa", que se enmarca dentro de lo que denominamos Teoría del Caos que Guardiola ha insuflado a su equipo. El éxito depende de la precisión milimétrica y de la coordinación precisa de todos los elementos: si falla uno solo, se resquebraja el andamio.

Las bajas de atrás (Puyol y Abidal) son muy trascendentes, pero la de Pedro es esencial. Jugar sin red es un riesgo inmenso si enfrente tienes a los jinetes merengues, pero hacerlo sin el gancho delantero, sin ese primer defensa valiente que muerde y centellea con su presión, es mucho peor. Llevamos semanas debatiendo sobre qué jugador es el idóneo para suplir a los ausentes, pero quizás la solución al sudoku que afronta Guardiola esté delante y no atrás. Quizás si muerdes delante y todas las piezas están en su sitio, la ausencia del airbag se note menos. 

lunes, abril 11, 2011

El libro de la cantera del Barça

Nueve meses después de dar el primer paso, por fin se publica mi libro sobre la cantera del Barça. Desde mañana estará en las librerías la versión catalana, cuyo título es “EL CAMÍ DELS CAMPIONS” con el subtítulo “De La Masia al Camp Nou”, editado por Columna Edicions. La versión castellana será presentada dentro de unas cinco semanas. Os doy algunos datos.

- Rueda de prensa: Jueves 14 de Abril, a las 12 horas, en el Bar Velódromo de Barcelona (calle Muntaner, 213).

- Presentación al público: Jueves 14 de Abril, a las 19 horas, en la Casa del Llibre (Passeig de Gràcia, 62) de Barcelona. Entrada libre.


Presentarán el acto:

- Jordi Basté, director de El Món a RAC-1
- Carles Folguera, director de La Masia
- Ramon Besa, jefe de deportes de El País

Datos del libro:

- Editado por Columna Edicions
- 368 páginas
- Idioma: catalán
- Precio: 19,50 €
- A la venta: Desde martes 12 de Abril 

Resumen de la editorial: El camí dels campions

Contenido del libro:

Si tuviera que resumirlo muy brevemente, diría que refleja el camino lleno de dificultades que empieza en La Masia y tiene como destino al Camp Nou. Intento explicar cómo se forman los campeones de la cantera. A partir de una idea de juego se destilan procesos, sistemas y una metodología de formación que desemboca en un auténtico idioma propio: es el Idioma Barça, que los canteranos aprenden desde niños y los foráneos sufren, si son mayores, para entenderlo. Este idioma futbolístico cristaliza en una institución dentro del propio club: La Masia, mucho más que una infraestructura. En realidad, una escuela en formación de valores.

Este es el contenido de los tres primeros capítulos. En los dos siguientes, trato de forma exhaustiva el proceso de captación de las nuevas perlas: sus perfiles, los scouters, los competidores, el mapa del tesoro, el azar y la gestión del conocimiento. Y los peligros del camino de los campeones: el darwinismo blaugrana, el ascenso a los cielos y el descenso a los infiernos, la clonación del nuevo Xavi y el éxito de quien llega a la meta del Camp Nou.

El libro concluye con una lista de los 50 nombres que, a juicio del autor, destacan de forma poderosa en la cantera actual. Es una lista que admite todo tipo de críticas y matices. Podía ser más amplia o más reducida y, sin duda alguna, no están todos los que son. Muchos de estos nombres se quedarán por el camino y habrá otros que llegarán sin haber sido incluidos en esta relación. Los cincuenta jugadores fueron contactados directamente y facilitaron sus datos. En realidad, la lista servirá para comprobar, dentro de unos años, cuántos recorrieron con éxito esta senda de campeones.

Mañana publicaré parte del Índice.

¿Por qué el Madrid no se dejará ir en la Liga?

Mourinho sabe que para lograr su objetivo (las dos copas que están en juego) no puede dejarse ir en la Liga. Una cosa es ser consciente de que la ventaja en puntos del Barça es prácticamente insalvable y otra, bien distinta, facilitar que su equipo caiga en la dinámica perversa de bajar los brazos. Por esta razón se blindó en San Mamés con cinco defensas: no para ganar el partido, como ocurrió, y con una facilidad inesperada, sino para no perderlo. Mantener el pulso y la tensión en la Liga resulta fundamental para intentar conquistar la Copa y la Champions.

Con respecto al Barça, Mourinho cuenta con dos ventajas significativas: tiene a toda la plantilla a su disposición y ha aprendido, pienso, la lección del Camp Nou. Dudo mucho que veamos un Madrid abierto y alegre en ninguno de los partidos que se avecinan. Afrontará al Barça con cerrojo, trivote y contrataque, las mejores armas merengues. Sus tres jugadores esenciales (Xabi Alonso, Marcelo y Carvalho) son los más susceptibles de ser reservados el sábado para ser utilizados después en la final de la Copa en Mestalla. E intentará enfriar los ánimos: sabe por experiencia que es muy malo hacer enfadar a Xavi.

sábado, abril 09, 2011

El líder

Sólo se progresa desde la exigencia. Sólo se conquista el triunfo desde el respeto profundo al rival. El deportista no acostumbra a construir sus éxitos con la boca, sino con el silencio del trabajo oscuro. La autosatisfacción o la falsa confianza en uno mismo socava la fuerza. La predecibilidad significa vulnerabilidad. Sólo se vence a partir del miedo a perder. Pep Guardiola, que ha sido un excelente futbolista y es un magnífico entrenador, sabe bien que las frases anteriores no son palabras vacías. Él las ha sufrido, masticado, labrado y madurado como deportista y como técnico. En algún momento de su trayectoria, las ha pronunciado. Y ahora mismo, cerca de iniciar uno de los retos más importantes de su carrera, las rememora.

Guardiola tiene al equipo donde quería. Y al entorno, también. Le ha costado conseguirlo porque hay tanto ruido alrededor que cada día es más difícil trabajar en silencio. Pero ya está. Ya tiene lo que más necesitaba para evitar fugas, desatenciones o engreimientos: la máxima atención del vestuario. Conscientemente o no, el vestuario corría el riesgo de despistarse porque han ocurrido demasiadas cosas: buenas, malas y regulares; poderosas, excitantes o emotivas. El vestuario del Barça (y el entorno) necesitaba un puñetazo encima de la mesa, un golpe seco y duro que colocase a todo el mundo en fila india y con los oídos bien abiertos para escuchar el mensaje: esto no va a ser ninguna broma, ni enfrente habrá un equipo de tres al cuarto, ni la exigencia será menor, ni los títulos están ganados de antemano, ni tampoco garantizados. No habrá un minuto de reposo en las próximas semanas. Ni se pueden cometer tantos errores en el juego como los ocurridos en partidos recientes. Y se necesita la máxima atención, una concentración suprema, para competir sin grietas tácticas ni fracturas emocionales. 

El reto no es ganarlo todo, sino competir exhaustivamente por todo. Lo que queda de temporada es excepcional por esa tremenda exigencia y porque ya todo el mundo ha asumido que el ciclo de Pep no será eterno. El libro de estrategia de Sun Bin (no confundir con 'El arte de la guerra' de Sun Tzu) nos dice que hay una clave en el arte del liderazgo: para que la gente siga órdenes de una forma habitual, hay que ser digno de confianza de una forma habitual. Guardiola se asemeja a ese líder cuya actitud es digna de confianza. Y el entrenador quiere que su gente tenga miedo a perder. Porque esta es la gasolina que mueve montañas. Miedo a perder, no sólo el día del partido, sino desde hoy mismo y hasta el final del sprint. Porque será a partir de ese miedo cuando tendrán opciones reales de ganar. En eso han trabajado todo el curso: no para ser más, sino para querer más.

martes, abril 05, 2011

Cuatro más para el sprint final

Puyol, Pedro, Messi y Villa. Las consultas al vestuario nos dicen que estos cuatro jugadores estarán en condiciones de aportar todo su potencial en el espectacular mes de abril que afronta el Barça. El equipo se ha visto perjudicado, en los últimos tiempos, por la ausencia de los dos primeros y un rendimiento algo inferior al habitual por parte de los dos goleadores. Sin embargo, el vestuario percibe las grandes sensaciones de cuando regresan jugadores fundamentales. Puyol, el gran capitán, empieza a asomar su melena tras un larguísimo período de baja, más clamoroso por ser quien es, un futbolista que no se ausenta ni siquiera de los entrenamientos voluntarios. La tendinopatía que sufre ha dado pie a especulaciones de todo tipo, pese a su legendaria fama de lesión penosa, dura y de lenta recuperación, pero sobre todo ha dejado un balance peligroso: el equipo se quedó sin su airbag trasero. Sin ese paracaídas de la línea defensiva, el veloz central que acude al corte final. En su ausencia, Abidal cumplió con creces y suplantó las esencias del capitán: velocidad, anticipación y desprendimiento. Pero al caer Abidal, el vacío resultó apoteósico. Cuando Puyol regrese, el equipo sabrá que tiene las espaldas bien cubiertas.

Delante ha faltado Pedro, pero lo que más se ha echado en falta es la finura de sus dos goleadores: Messi y Villa. Pedro ya está cerrando la recuperación de su lesión y los otros dos andan rehabilitándose de su agotamiento. Más que físico, es emocional. El de Messi, porque donde va se le exige un rendimiento sobrehumano. Que sea Maradona cada tres días, sin importar los kilómetros viajados ni los minutos de carga que acumula. Voluntaria o inconscientemente, Messi ha rendido un peldaño por debajo de lo superlativo durante los “meses valle”. El equipo no necesitaba contar con el mejor Messi: le bastaba con su velocidad de crucero y el delantero se ha tomado un respiro imprescindible para el sprint final que llega ahora. El sábado, agotado por el 'jet lag', llegó a agradecerle a Guardiola que le dejara en el banquillo.

Villa ha sufrido un desgaste distinto, pero enorme. El físico es fácil de medir, pero el emocional resulta mucho más complejo. Villa ha tenido que adaptarse a un estilo de juego muy distinto al que practicó en los últimos años. Ahora, juega en banda, debe presionar a la defensa rival como un león y asociarse como nunca hizo. Su desgaste, más que físico, ha sido mental. Y, además, ha tenido que afrontar la jerarquía indiscutible de Messi. No es fácil asumirlo e Ibrahimovic está ahí para atestiguarlo. Villa ha de lograr ahora un difícil equilibrio: ser el goleador ambicioso y letal de siempre, sin dejar de asociarse con Messi. Está cerca de lograrlo.

lunes, abril 04, 2011

De 'poetas con botas' a 'ladrones del cuero'

Han jugado tantos partidos hermosos que su faceta de «poetas con botas» es universalmente conocida. En cambio, la versión «ladrones del cuero» es mucho menos habitual. La vimos el sábado, cuando la ausencia de cinco jugadores esenciales (Messi, Xavi, Puyol, Abidal y Pedro) provocó una decisión inédita en Guardiola: en lugar de mover las mínimas piezas posibles, como acostumbra, optó por alterar todas las líneas e incluso, dentro de ellas, modificó la ubicación de titulares indiscutibles, como Iniesta o Villa, que abandonaron sus posiciones habituales. Y, entre suplentes y desubicados, el Barça hubiera tenido más aspecto de sucedáneo que de original si no llega a ser por ese factor tantas veces menospreciado: el estilo de juego. Cambiaron los intérpretes, pero se mantuvo la partitura.

Y la partitura se impuso por encima de los intérpretes. El estilo venció a los nombres. La idea de juego que corre por las venas blaugrana desde hace décadas, con mayor o menor intensidad según sea el entrenador, es el salvavidas al que se agarra el equipo cuando hay oleaje. En las noches plácidas y suaves, a Xavi le sobra con sujetar el timón con un dedo para mover la nave con dulzura; Iniesta compone versos amables, que recita a su bebé recién nacido, mientras toca la lira sobre la pradera verde; y Messi serpentea con el Stradivarius, interpretando las sinfonías de su viejo antepasado, el gran Wolfgang Amadeus. Todo eso ocurre en las noches plácidas. Pero en las jornadas de cuchillos largos, aquellas donde la poesía no se escucha por culpa del rugido de las olas y no es buen momento para la lírica, entonces surgen los «ladrones del cuero». Chicos que aprendieron en La Masia el viejo aforismo de Cruyff: si tú tienes el balón, el contrario no lo tiene. Tan simple como acostumbra a ser el verbo del gurú holandés. Principio básico y fundamental del juego barcelonista: conquistar el balón, quedárselo en propiedad, recuperarlo de inmediato en cuanto se pierde, emplearlo para marear al rival, para acunarlo y adormecerlo con esos toques infinitos y aquellos rondos eternos.

Cuando el viento sopla en contra por alguna razón, como el sábado por las numerosas bajas, el equipo sabe dónde debe sujetarse: en el estilo. En la conquista del balón. Y eso hizo en Vila-real. Me quedo el balón, les dijo a los del submarino amarillo. Se lo quedó, por supuesto, y ni siquiera la falta de ritmo de algunos suplentes, los cambios de posición o la ausencia de varios magos, hicieron dudar de la idea y el concepto. Aunque Thiago estuviera demasiado atrás para lo que prefiere; aunque Iniesta jugara demasiado adelante para lo que aporta; aunque Busquets se ubicara donde no suele; aunque Afellay no tuviera metros de espacio para exhibir su zancada; aunque Keita carezca de ritmo de competición. Sí. Pero la misma idea: nos quedamos el balón y adiós. Cuando hayan pasado los años, y Pep y Xavi terminen sus ciclos, ahí seguirán los clones de los magos, aferrados a la misma idea iniciática, unas veces vestidos de «poetas con botas» y otras, de «ladrones del cuero». Siempre, dueños del balón.

Sprint

Molta gent pensava que el partit contra el Vila-real ja no tenia importància. Però en Pep, que és qui més en sap de tot això, pensava diferent: si guanyava dissabte, podia adquirir un avantatge molt més gran que els vuit punts de la classificació. L’avantatge és estratègic: ara, el Barça pot prendre decisions sense dependre de ningú i, sobretot, pot prioritzar. Si és capaç d’eliminar el Xhakhtar i classificar-se per semifinals de Champions, l’equip de Guardiola haurà de jugar dotze partits en quaranta dies, una autèntica marató. Tots els partits seran importants, però podrà reservar alguns recursos pels dies menys transcendents, podrà utilitzar alguns suplents per complir els tràmits i podrà deixar respirar els jugadors fonamentals.

Aquest és el gran avantatge que va aconseguir el Barça en la combinació de resultats de dissabte. Queda una volta a la pista i l’equip ha agafat el lloc de privilegi a la corda. Als altres els tocarà córrer més metres per fora. Aquest esprint, sembla que tampoc s’escaparà.

- Emitido en RAC-1 (4-IV-2011)

Mucha gente pensó que el partido contra el Villarreal ya carecía de importancia. Pep, que de esto es quien más sabe, pensaba distinto: si ganaba el sábado, podía alcanzar una ventaja muy superior a la que otorgan los ocho puntos de la clasificación. La ventaja era estratégica: ahora, el Barça puede tomar decisiones sin depender de nadie y puede, sobre todo, priorizar. Si es capaz de eliminar al Shakhtar y clasificarse para semifinales de la Champions, el equipo de Guardiola disputará doce partidos en cuarenta días, una auténtica maratón. Todos los encuentros serán importantes, pero podrá reservar algunos recursos en los días menos trascendentes, podrá utilizar suplentes para cubrir trámites y podrá darle un respiro a los jugadores fundamentales.

Esta es la gran ventaja que conquistó el Barça en la combinación de resultados del sábado. Aún queda toda una vuelta a la pista y el equipo ha tomado el lugar de privilegio en la cuerda. Al resto les tocará correr más metros por la calle de fuera. Este sprint, a lo que parece, tampoco se le escapará a Pep.

sábado, abril 02, 2011

El ciclo de la vida

Pep Guardiola: “El jugador se va y se va a casa. Yo acabo, gano, tomo un poco de jamón en el vestuario o una copa de vino. Ok, perfecto, hoy hemos ganado. Pero luego viene un jugador que te dice: “No veas cómo está de enfadado el que no ha jugado, el que no has sacado, el que has hecho calentar…”. Y tú te llevas a casa el enfado de ese jugador. Y dices: “A ver qué hago yo para volver a ganármelo mañana”. Y no le puedo decir: “Tranquilo, ya jugarás mañana”. No, porque somos adultos, y si le digo: “No has jugado por este motivo”, él lo que entiende es: “Tú quieres a ése y no me quieres a mí”. Porque al final todo se reduce a sentirse querido. Se trata de hacer un trabajo que te guste y sentirte amado. En basket, el entrenador los hace jugar a todos en un partido. Yo, en una plantilla de diecinueve o veinte jugadores, dejo a diez sin jugar. Y ellos entienden que yo no les quiero, continuamente. Es un drama. Por eso se suele entrenar en periodos de cinco años, porque ni ellos me van a aguantar ni yo les voy a aguantar a ellos”.

En estas declaraciones del entrenador del Barça se refleja por completo su personalidad, sus temores, la tipología de relaciones que sostiene con sus jugadores, lo que le irrita y desagrada, y, finalmente, una conclusión: la vida de un entrenador, según la interpreta Pep, se basa en ciclos no excesivamente largos. Cinco años, por ejemplo. Las anteriores no son unas palabras sacadas de contexto, ni unas declaraciones robadas o confidenciales, ni extraídas de una conversación privada o secreta, ni siquiera alejadas en el tiempo. Son declaraciones realizadas por Guardiola hace poco y publicadas a toda página por la prensa española. Declaraciones enmarcadas en una larga y meditada campaña publicitaria del Banc Sabadell. En ellas, Pep repasaba todos los detalles de su rol como entrenador y concluía con esta revelación íntima: “Es un drama. Por eso se suele entrenar en períodos de cinco años”.

¿A qué viene, por tanto, esa sensación generalizada de dramatismo por las palabras, ahora, de Pep diciendo que su ciclo en el Barça se va terminando? No son ninguna novedad, sino la reiteración de su criterio: cinco años, duración máxima de su ciclo. Criterio refrendado año tras año con sus ajustadas renovaciones. Confirmado por su desgaste físico y emocional: nadie desmentirá que está dedicando los mejores años de su vida al Barça. En definitiva, la reflexión podría ser esta: ¿De verdad alguien creía que Pep Guardiola estaría al frente del equipo hasta 2020? ¿O hasta 2015? Probablemente, una respuesta positiva sería tan hermosa y gratificante como incierta e inviable. El ciclo del fútbol es el ciclo de la vida: unos vienen y otros van. Pep sólo lo ha recordado.