domingo, enero 07, 2007
Getafe, donde se escapan las ligas
Hace tiempo que el Barça no juega un fútbol colectivo. Sí lo hace de forma individual y casi siempre con maestría y genialidad. Posee unas individualidades fantásticas, capaces de hacer diabluras. Pero la seña de identidad de este equipo campeón fue su capacidad de creación colectiva, su juego asociativo: presión muy arriba, líneas juntísimas, reacción desbordante ante la pérdida de cualquier balón y un hambre inmensa de hacerse un hueco en la historia del fútbol. Sobre estas bases se edificó un conjunto fabuloso que asombró al mundo durante dos años.
A partir de ahí llegaron los problemas. El mayor error de todo campeón es dormirse en los laureles, dejarse llevar por la placidez de los elogios infinitos. Saciado de títulos y de halagos, el Barça se dejó ir. Desde la conquista de la Champions, las virtudes colectivas menguaron aunque las habilidades individuales continúan vigentes. El juego asociativo se ha reducido a la mínima expresión, como si el vestuario hubiera decidido reservarlo en cuentagotas para algunas grandes ocasiones. Se ha perdido una final por un acto de soberbia; otra, por una escasa condición física; y, en general, el público sigue a la espera de que reaparezcan las virtudes colectivas, a la vista de lo cual todo se fía al genio individual, error grave en un deporte de equipo.
El Barça ya no sale a ganar los partidos, sino a verlas venir, como si le costase espabilar, como si jugar al fútbol ya no fuese algo agradable y ameno, sino una obligación profesional. Como si los títulos le pertenecieran de oficio y no hubiese que sudar a diario, en todos los campos y en todos los aspectos. Como si las vacaciones y el festejo fuesen eternos. Por supuesto, cuando quiere, cuando se ve exigido hasta la agonía, cuando se pone las pilas, el Barça regresa a su fútbol, pero casi siempre de la mano de los individuos y no del colectivo. Y así vemos que en el campo donde se ganan las ligas, en Getafe, estadio ajeno a cualquier glamour, gélido, desapacible y gris, al Barça apenas le ha alcanzado para un inmerecido empate. En el mismo estadio gris donde ganó en los dos últimos partidos de las dos últimas ligas. Uns simbología muy significativa.
Fotos: AFP - AP.