El Comité de Competición acaba de sancionar con 3.000 euros de multa al Getafe por los gritos racistas proferidos el domingo contra Eto’o. Yo se los devolvería. Eso sí, con la obligación de invertirlos en la compra de un DVD grabador o una buena lupa. Con eso debería bastar para identificar a los racistas de la grada, que según explica el presidente del club madrileño son muy pocos. Luego si son pocos se debe tardar poco en identificarlos. Ángel Torres, que es un excelente presidente del Getafe, cree que la culpa es de la policía, que no hace suficiente para identificar a los xenófobos, máxime teniendo las cámaras de la Unidad de Control Operativo (UCO) rastreando las gradas. Pues deberían ponerse todos manos a la obra e identificar ya a este reducido grupo.
A Torres no le falta razón cuando dice que gritos como los del domingo se suceden en todos los campos. En efecto, es una vergüenza lo que sucede en todos los campos, de norte a sur y de este a oeste. También tiene razón cuando defiende la actuación del Getafe durante el partido. Hizo lo estipulado por la Comisión Anti-Violencia y por el Observatorio del Racismo y la Intolerancia. Convocó al público a respetar al rival y anunció por el marcador un claro mensaje contra el racismo. Los que gritaban siguieron gritando y eso no fue culpa del Getafe. Pero Torres se equivoca al dirigir su razonable enfado contra el árbitro, al que acusa de ser “el único que escuchó esos gritos” y le pide mayor flexibilidad. Ahí yerra: flexibilidad con el racismo, ninguna. El árbitro Daudén hizo también lo que debía e hizo bien.
Pero si el club hace lo que puede y el árbitro lo que debe, ¿qué falla entonces? Quizás el empeño colectivo para acabar con esta lacra. La laxitud ante el fenómeno. He tenido la paciencia de leer las actas de las periódicas reuniones de la Comisión Anti-Violencia y relatan una infinita lista de espectadores multados, castigados y alejados de los estadios de fútbol por razones como las siguientes: introducir bengalas; emplear la fuerza contra los vigilantes; desplegar pancartas insultando a directivos y periodistas; introducir petardos; escupir e insultar a la policía; saltarse el acceso; pelearse en la grada; provocar avalanchas; lanzar botellas de agua; consumir estupefacientes; invadir el terreno de juego; incitar a la violencia; exhibir símbolos xenófobos; lanzar botellas a la grada; arrancar asientos; entrar en el estadio pese a tenerlo prohibido por sanción; introducir armas blancas, botes de humo, bolas metálicas y pistolas de gas... Las multas por todo ello son cuantiosas y constantes, así como las sanciones de alejamiento de los estadios. Pero no he podido encontrar ningun castigo contra un espectador concreto por insultos racistas. ¿Tan imposible resulta identificarlos?
Recomiendo una lectura de las actas de la Comisión Anti-Violencia en la web http://www.csd.mec.es/CSD/GabinetePrensa/NoticiasHistoricas