Un equipo es el reflejo de su entrenador. Hay teorías que afirman justo lo contrario, pero sin duda fueron establecidas en otras épocas. Esta noche ha bastado ver a Rijkaard, a Pellegrini, a sir Alec Ferguson, a Capello o a Felix Magath (y de paso enloquecer con el zapping) para entender la lucidez del Barça, la madurez del Vilarreal, la decadencia del Manchester, la tacañería de la Juve o la exhuberancia del Bayern.
Rijkaard ha dado otra lección de claridad mental e inteligencia emocional. Tras la euforia ha planteado la serenidad. Tras tocar las estrellas ha optado por los pies en el suelo y así hemos visto de entrada a Larsson y a Motta y Gabri (por fin y en su sitio, en el centro) por delante de la defensa titular y a Etoo descansando. Luego han entrado Belletti, Ezquerro e Iniesta como cabía desear y esperar y así ya están todos en danza, la plantilla completa, dale que te pego, tuya mía, unidos por el pegamento de Rijkaard y la magia de Ronaldinho, pichichi europeo. Sabíamos que el Barça tenía un equipazo capaz de cualquier exhibición, pero desde hoy también sabemos que hay una plantilla compacta y homogénea que rinde al mismo nivel de intensidad. Barça primero de grupo, "coco" europeo y con Juve, Chelsea, Ajax o quizás Milan o Manchester como rival en el horizonte.
Pellegrini ha mostrado su personalidad rigurosa en Old Trafford, al tiempo que Ferguson expresaba que aspira a la jubilación. Un Vilarreal sin Riquelme, sin Forlán y sin Quique Álvarez parecía una víctima segura del United, pero en realidad ha sido un equipo de titanio que mantiene el liderato del grupo y, de hecho, las máximas probabilidades de clasificación pese a llevar sólo dos goles marcados en cinco partidos. Claro que el sucesor de Reina sólo ha encajado uno. Los de Pellegrini se jugarán el pase en casa ante el triste Lille (1 gol a favor, 1 en contra en cinco partidos), mientras el Manchester puede cerrar definitivamente la etapa de Ferguson en Lisboa cayendo ante el Benfica y derivando hacia la UEFA (como el Milan si se arruga en Turquía, menuda papeleta).
Taciturna Juve, como su entrenador. Gol de Del Piero a diez minutos del final ante un Brujas cuya máxima potencia reside en la cabeza de Portillo, lo que no es demasiada munición. Y todo un récord mundial de asistencia a Delle Alpi: 9.623 espectadores para un partido decisivo en el que la Juve se jugaba el primer puesto de grupo. Simplemente patético, como la recaudación (179.235 euros con 33 céntimos). A la Juve le falla bastante más que su racanería futbolística. En su mismo grupo, el Bayern sigue la ruta de su corajudo entrenador, Felix Magath, y a la sombra de un Allianz Arena que ya es todo un infierno (66.000 espectadores) le ha marcado cuatro goles (dos de Makaay) al pobre Rapid de Viena y se afianza como primero de grupo, con lo que me compadezco del equipo al que en octavos le toque acabar en Munich (cuidado, Madrid).
Último apunte sobre los entrenadores cuyo espíritu se refleja en sus equipos: el Arsenal ha vuelto a ganar. Es el único equipo europeo que ha vencido en sus cinco partidos (sólo le puede igualar el Olympique de Lyon que juega en Madrid), pero a pesar del gran Henry ¿alguien apuesta por este Arsenal tibio de Wenger?
"El Barça es el fútbol": Joan Patsy acaba de explicar en el "Tú dirás" de Jordi Basté la frase que le ha soltado Julio Grondona, presidente de la Federación Argentina, esta mañana en Buenos Aires: "El Barcelona no juega al fútbol; es el fútbol".
"La sopa recalentada": Capello, irónico sobre su fichaje sobre el Madrid, ha dicho: "No sabía yo que había firmado por el Real Madrid". Pero ha añadido algo más duro: "Ya he dicho en el pasado que no me gusta la 'sopa recalentada'. Es muy difícil volver a un lugar donde ya has estado; sobre todo cuando hace bien poco de ello y quedan muchos de los mismos jugadores de entonces".