El periodismo deportivo no atraviesa por sus momentos de mayor lucidez en España. O, para ser más exacto, el periodismo que se ejerce desde diarios deportivos y programas radiofónicos. La necesidad de rellenar páginas y ocupar minutos trae como consecuencia la vulgaridad y la reiteración, por lo que abunda la mediocridad y se echa en falta el talento. Afortunadamente hay notables colegas (Relaño, Maldini, Rico, Basté, Robinson, Aguilar y un sinfín) que son bastante más que simples excepciones. Pero junto al conocimiento y la sabiduría convive la mediocridad, sea en forma de pasión desbordante, sea como repetición insoportable. De la pasión quizás hablamos otro día y por hoy me limito a apuntar que creo que el periodista puede tener colores, pero su periodismo no.
Hablemos de la repetición insoportable. El periodismo acusa, por lo general, a los futbolistas –y a cualquier deportista- de escasa inteligencia y pocas luces. Por supuesto, hay de todo como en botica y les pondré algunos ejemplos sucedidos estos días en torno al mismo jugador: Samuel Eto’o. Primero, el ejemplo positivo: la entrevista de Luis Martín al delantero camerunés en “El País” el pasado martes. El periodista consigue que Eto’o exprese sentimientos interesantes y opiniones de importancia, como las críticas al Gobierno español y a Europa en general por su política respecto a la inmigración africana. El entrevistador logra una pieza redonda, marca un gol a la mediocridad del periodismo deportivo y, como remate, permite que contemplemos una vertiente humana y filosófica del futbolista.
Pero aproximadamente a la misma hora de los mismos días, un buen número de reporteros deportivos sin otro objetivo que alimentar la pasión de los aficionados, o una teórica ansia de polémica y morbosidad, se enzarzaban en una lucha estéril por averiguar quién es mejor de los dos: ¿Ronaldo o Eto’o? ¿Galgos o podencos? Todo empezó, en uno de los bandos, el viernes 4, cuando intentaron que Guti tomase una opción clara, pero el centrocampista madrileño optó por decir simplemente que “Ronaldo es insustituible”. Como eso era poco alimento para “las fieras”, el martes 8 se buscó a otro jugador que sí entrara al trapo y encontraron a Pavón, que dijo: “Ronaldo es mejor delantero que Eto’o”. Naturalmente, en el otro bando se fue a por Deco y le encontraron el miércoles 9, dispuesto a dar la réplica: “Eto’o es más decisivo que Ronaldo. El momento es de Eto’o, que está más presente y es más decisivo”. No podía acabar aquí el culebrón y se hizo entrar en acción a Victor Valdés, que aunque se deshizo en elogios del Madrid (lo que, por cierto, hicieron durante la semana todos los jugadores del Barça, exactamente igual que sucedió al revés con los del Madrid), acabó diciendo que “Eto’o está marcando mejor las diferencias que Ronaldo”. ¿Culpa de los jugadores de uno y otro equipo o de los periodistas que buscan el morbo y parecen fanáticos de uno y otro equipo? ¿Por qué son más calmados, serenos y prudentes los propios futbolistas que los periodistas?
En el primer caso que cito, el de “El País”, Eto’o habla extensamente de fútbol, es respetuoso con los rivales, apasionado con sus colores y su figura humana se acrecienta. En el resto de los casos, el futbolista aparece como un simple provocador que juega a las apuestas baratas y al pavoneo, reducido todo finalmente a la estúpida e inútil polémica sobre quién es mejor de los dos goleadores, algo que por cierto resulta metafísicamente indescifrable y pertenece al terreno de la opinión personal y los gustos de cada cual. Esta es la inmensa responsabilidad y el triste favor que una parte del periodismo deportivo le está haciendo al deporte y a los deportistas. Pero esto no acaba aquí. Queda una semana para el gran Madrid-Barça y vamos a ver y oír muchas barbaridades. Para empezar, hoy mismo la portada de “Sport” ya entra de lleno en el mal gusto con ese “Tiro al blanco” que ni Eto’o, ni el Barça, ni la sensatez pueden apoyar. Claro que en breves instantes veremos la réplica en cualquier otro periódico o radio...
Fuentes relacionadas:
Entrevista a Eto’o en “El País”: