Los 20.000 espectadores del Juventus-Bayern de ayer le parecían patéticos a un amigo, por escasos. Pues bien, no fueron 20.000, sino menos: exactamente 16.076. En el Delle Alpi turinés caben 67.229, es decir que en un partido estelar entre dos equipos que han ganado seis veces la Copa de Europa (dos la Juve, cuatro el Bayern), en un partido en el que se jugaban el primer puesto de grupo y todo el prestigio de los líderes respectivos de Italia y Alemania, en el estadio anfitrión hubo 51.153 asientos vacíos. O sea, una asistencia inferior al 24 % del aforo juventino: tres cuartas partes vacías. Eso, me lo expliquen como quieran, es una demostración del desprecio que sienten los aficionados italianos por el pésimo espectáculo futbolístico que padecen semana tras semana. Ése es el precio de tanto 'catenaccio' y 'resultadismo'. Ganan muchos títulos, pero a un coste muy alto para sus aficionados.
Dos años sin ganar: Otro asunto curioso. Los clubs griegos (Olympiakos y Panathinaikos, vaya) no han ganado ni un partido de Champions fuera de casa desde el 8 de diciembre de 2003, cuando el Panathinaikos que ayer salió vapuleado del Camp Nou ganó 1-3 en campo del Glasgow Rangers. En estos casi dos años, los dos clubes griegos han jugado 16 partidos de Champions en el exterior. Olimpiakos no ha ganado ni empatado ni uno solo. Panathinaikos, aparte de la victoria citada, empató dos en 2004 (1-1 ante Arsenal y 2-2 frente a Rosenborg). Un balance espectacular por negativo.