El Madrid de Florentino y Luxemburgo es el Barça de Gaspart y Van Gaal. Una nave a la deriva, sin rumbo ni capitán, sin objetivo al que acceder salvo la supervivencia, con el despilfarro por bandera y en caída libre. Aunque parezca irónico, al Madrid sólo le puede salvar otro batacazo como el del sábado. Así ocurrió con el Barça, que sólo pudo reconstruirse cuando apenas era un montón de cenizas, sin dinero, sin fútbol, sin victorias, sin prestigio, sin moral, casi sin esperanza. En mitad de ese cataclismo, sus socios dieron un volantazo radical y optaron por un cambio en los fundamentos y hoy estamos viendo los resultados, incluidos los errores cometidos por Laporta.
El Madrid actual necesita quedar reducido a cenizas para poder renacer. Lo mejor que le podría suceder sería que hoy el Olympique se vistiera de Barça y Juninho Pernambucano de Ronaldinho. Que fuese otra "noche de cuchillos largos” porque sólo desde la catástrofe se puede partir de cero. El Madrid precisa crear desde cero si quiere volver a ser grande. Si no es así, si de lo que se trata sólo es de quemar a Luxemburgo como “penúltimo fusible” del florentinismo, entonces la solución tardará mucho más en llegar. Luxemburgo le ha hecho mucho daño al Madrid y no sólo por lo que resulta obvio, sino por su ‘resultadismo’. Forjó su credibilidad en un partido que duró seis minutos y a base de poner parches, implantar el ‘catenaccio’ en contra la genética madridista, obtener victorias pírricas mediante Casillas y Ronaldo y desterrar el poquito fútbol y la escasa sensatez que quedaba, Luxemburgo ha retardado la lenta agonía de este pez fuera del agua.
La prensa de Madrid acaba de enterarse, aunque aún no completamente. Los aficionados han sentenciado hace tiempo a Luxemburgo, hoy apenas un ‘entrenador virtual’, pero los medios todavía le otorgan posibilidades, mientras ‘marean la perdiz’ con un popurrí de nombres (Cassano, Ballack, Capello...) y periodistas respetables como Relaño parecen huir hacia delante fiándolo todo a la recuperación de los lesionados, en tanto la web del club llama a la épica como si la coyuntura fuese a corregir la estructura. Por el camino algunos descubren la realidad: se juega como se entrena dicen ahora, justo cuando ha sido obvio que no se entrena. Ronaldo ha recaído escriben hoy; pues a buenas horas advierten algo tan previsible. Incluso ríen las gracias de Roberto Carlos cuando dice que serán líderes en tres semanas, olvidando que ya en enero prometió que el Madrid sería líder de la anterior liga y así en cada crisis, futbolista en declive que dimitió de los estadios para triunfar sólo ante los micrófonos.
Vicente del Bosque ha apelado hace poco incluso al vacío moral que sufre el Madrid y para entenderlo basta ver lo que sucede con los jugadores lesionados, se llamen Ronaldo, Woodgate o Raúl, presionados por doquier para seguir adelante, exhaustos, doloridos, sin referentes morales, optando siempre por la opción más cortoplacista pero también por la más nefasta para su futuro deportivo y, en consecuencia, para el de su club. Que pronto será 'el club de los poetas muertos y los futbolistas rotos', a menos que una sucesión de catástrofes provoque el ‘basta ya’ decisivo. Y el Madrid pueda ser reconstruido, aunque no sea de la mano de un constructor.