Juan Ignacio Martínez (JIM) es un agente comercial de
seguros que posee una nota singular en su currículo: ha sido entrenador en
todas las categorías posibles del fútbol español, desde benjamines hasta
Primera División, y tanto en hombres como en mujeres. No pasará a la historia
como un entrenador revolucionario, llámese Cruyff o Sacchi, pero nadie le
quitará esa trayectoria que ahora le ha llevado, aunque sea consciente que es
algo pasajero, al liderazgo de la Liga española. El objetivo de JIM como
entrenador se resume en dos palabras: “No molestar”.
Gracias a los compañeros de Canal Plus, que me invitaron a
la tertulia de @LALIGAADEBATE conocí
al técnico del Levante. Conocerle equivale a comprender porqué este equipo
modesto, de presupuesto escaso y ambiciones centradas en la supervivencia, ha
sido capaz de protagonizar este poderoso arranque liguero que, por efímero que
sea, ya constituye un hecho significativo: en la Premier inglesa, el líder es
el equipo más rico (Manchester City); en la Liga española, ese liderato
corresponde al equipo con menos recursos (Levante).
Tres horas con JIM arrojan una conclusión: sus virtudes como
gestor de un grupo se centran en facilitar la vida de dicho grupo. Permitir que
sus jugadores se expandan y liberen lo mejor de sí mismos. Más que entrenador,
Juan Ignacio se ve a sí mismo como un mayordomo de sus jugadores: “Lo primero
que hice al entrar en el vestuario del Levante fue decirles que yo venía a
aprender, a ponerme a sus órdenes, a no molestar”, nos cuenta tras el programa,
mientras abre su ordenador portátil y muestra cuanto contiene: charlas
técnicas que ha dado; vídeos específicos de los rivales; y también pequeñas
piezas humorísticas que intercala para que sus jugadores se rían. JIM siente
que esa plantilla ya ha vivido mucho y posee la madurez suficiente como para no
atosigarla con largas exposiciones tácticas sobre el equipo contrario. Por esa
razón, él mismo compacta imágenes muy específicas de enfrentamientos anteriores
y los adereza con “bloopers”, pequeños vídeos de humor con caídas o escenas
graciosas. Dice conseguir con ello que sus hombres mantengan la concentración.
En compañía de @JCarlosCrespo vemos el vídeo en el que
analiza al Real Madrid. No hay nada que no imaginemos, salvo un detalle: todas
son jugadas referidas al Levante-Madrid de la temporada pasada y todas esas
acciones son positivas de su equipo. Un buen ataque, la recuperación de un
balón, momentos de agobio para el Madrid. En cada una de esas escenas, un mensaje
gráfico refuerza a sus jugadores, recordándoles los aciertos que tuvieron en el encuentro de hace un año. Interesante, pero nada extraordinario. JIM es un hombre
de la calle, normal y corriente, que no conoce a Guardiola y apenas ha saludado, afable y brevemente, a Mourinho. Sólo quiere hacer bien su
trabajo, como cuando entrenaba alevines. El vídeo del que más orgulloso se
siente es un partido de los benjamines del Torrevieja. Ahí aparece Manolito: “Manolito
era un fenómeno. Mira qué pierna izquierda y cómo se asociaban todos”.
El vídeo, la verdad, muestra un equipo que arrasa al
contrario. Es el Torrevieja de JIM, con el zurdito Manolito al frente. Juego a
un toque, asociaciones por dentro, paredes constantes. Una delicia. Los padres
estropearon aquél equipo. Quisieron que Manolito y sus compañeros fuesen
estrellas del fútbol y les mandaron a conjuntos de más relumbrón. Ficharon por
mejores clubes, pero no tuvieron a un maestro como JIM para seguir enseñándoles
los sencillos secretos de este deporte. Manolito está hoy en Tercera. El resto,
desapareció. Para JIM, aquél Torrevieja alevín continúa siendo su paradigma.
Ahora intenta que el Levante juegue igual. Organización defensiva
impecable, pasillos siempre cerrados y ningún defensa perdiendo la posición
buscando robar un balón en inferioridad. A partir de esa seguridad atrás,
control y pase en el centro, rapidez arriba. En tres meses se ha ganado a sus
hombres, legionarios de mil batallas, llegados a Valencia en aluvión,
procedentes de mil destinos, desahuciados de otros clubes, pero que todos juntos
se sienten invencibles. El grupo por encima del individuo. Las emociones colectivas como motor del éxito. JIM se reafirma en su futuro inmediato, pues pretende
seguir dirigiéndolo sin variar su lema inmutable: “No molestar”.