Noventa y cuatro días.
Ese tiempo ha durado la recuperación de Jonathan Soriano, pichichi de Segunda
División la pasada temporada: 32 goles con el Barça B, una cifra descomunal,
pilar esencial para comprender cómo un filial lleno de imberbes pudo concluir
tercero en esa Liga tan compleja.
Se rompió el miércoles 27
de julio. El Barça llevaba apenas unos días de pretemporada. Aquel Barça era, básicamente,
el Barça B. En el
primer partido amistoso, disputado en Split ante el Hadjuk, Jonathan Soriano disputó
los segundos 45 minutos, sustituyendo a Villa. Tres días más tarde, jugó todo
el partido frente al Inter (2-2) en la Copa Audi. El 27 de julio, en el Allianz
Arena, también fue titular en la victoria frente al Bayern Munich (0-2), pero a
los 65 minutos su rodilla sufrió una hiperextensión que sonó terrible. Le
sustituyó, menuda paradoja, Isaac Cuenca, retirándose Jonathan en camilla entre
los peores augurios: la rotura del ligamento cruzado de su rodilla izquierda parecía
una certeza, pero al regreso las noticias mejoraron. No era rotura, sino
elongación del ligamento, lo que reducía el periodo de baja a la mitad.
La lesión supuso la
interrupción brusca de su trayectoria. Goleador supremo en Segunda, Jonathan
tenía ante sí dos caminos: el salto a un equipo de Primera (español o
extranjero) al estilo de Nolito; o convencer a Guardiola de su talento para ser
recambio en el primer equipo. Estaba en ello. El miércoles 20 de julio realizó
su primer entrenamiento dirigido por Guardiola junto a los componentes del primer
equipo y otros 13 del B. Dos días más tarde, un miembro del cuerpo técnico del
club transmitió el siguiente mensaje: Guardiola está entusiasmado con Jonathan
Soriano, ha dado instrucciones para que Jonathan Dos Santos no se mueva de
Barcelona y se ha prendado de dos chicos que no conocía: Isaac Cuenca y
Cristian Lobato.
Tras esto llegaron las
tres intervenciones de Soriano en los citados amistosos y lo que parecía su
triunfo personal por convencer a Pep. Pero en el momento clave, con el billete cerrado para la gira USA, se machacó la rodilla y aquél sueño se
esfumó. Hoy ha recibido el alta, 94 días más tarde, y mañana sábado puede jugar
ya unos minutos frente al Nàstic. Su carrera vuelve a empezar. No es la primera
vez que reemprende el vuelo.