Cada vez que se encuentran, Pep Guardiola le hace la misma pregunta a
Carles Folguera: “¿Son felices los chavales?”. Y el director de La
Masia le informa de los sentimientos de los chicos, barómetro del
proceso educativo. Para Guardiola, si un chico de 14 o 15 años que se
está formando no es feliz yendo a entrenar, seguro que el club se está
equivocando en algo. La nueva residencia reúne las mejores condiciones
para garantizar la felicidad de estos jóvenes prometedores, pero ahora
que ya ha sido oficialmente inaugurada y funciona a velocidad de crucero
debemos recordar dos realidades que no pueden obviarse: las ideas son
más importantes que las piedras y el buen vino madura en el silencio.
Yo
no soy el más indicado para recordar ese segundo punto, pues reconozco
tal pasión por los procesos formativos que no tengo mesura a la hora de
mencionar facetas del crecimiento de los jóvenes blaugrana (o de cualquier otro club). Guardiola
brindó ayer por La Masia, deseándole larga vida y, al mismo tiempo,
pidió silencio y oscuridad para esta escuela, consciente que los focos
son perjudiciales. Tiene razón: la formación de los futbolistas debe
hacerse con sordina, alejados de los medios, en manos exclusivas de
maestros y entrenadores, gente sabia que les exige y corrige, que les
disciplina y aleja de tanta tontería como rodea al fútbol. Es un proceso
lento (hemos dicho que un canterano del Barça suma, a los 20 años,
5.600 horas de aprendizaje) y debe ser silencioso. Lo suscribo. Pero
advierto también que los tiempos han cambiado y va a ser difícil
mantener alejados a estos chicos de la presión mediática. Quizás, más
que esconderlos, habrá que acostumbrarlos a vivir con dicha realidad.
Las
ideas y las piedras. La infraestructura es fundamental. Sin La Masia,
la cantera del Barça no sería lo que es. Pero sin la idea de fútbol que
inyectaron los maestros pioneros, simplemente no existiría, por más
residencias que se hubieran levantado. No hay que olvidar eso y seguro
que Folguera y Amor son conscientes de ello. La mejor generación de
futbolistas de la historia creció en una residencia austera e incómoda.
Si Xavi y compañía son lo que son fue por las ideas de Laureano, Tort,
Olivé, Cruyff y mil más y por la mano firme, disciplinada y terca de cientos de
entrenadores, pedagogos y maestros. La piedra ayudó mucho, pero la idea y
la voluntad inmarcesible de los maestros fueron decisivas en el éxito y
lo seguirán siendo en las próximas décadas. Los chicos vivirán a partir
de ahora en una residencia lujosa y bella, pero el éxito no anida en
esa comodidad, sino en la persistencia del espíritu de los fundadores.
La nueva Masia no es la meta, sino un reto aún mayor: los alumnos
tendrán más facilidades; los maestros deberán redoblar su esfuerzo.