miércoles, abril 11, 2007

¡ Qué noche la de aquel día !


Habrá habido partidos mejores, con más goles o con un fútbol más celestial. Seguro que sí, no lo dudo. Pero yo no he visto ninguno igual a esta exhibición de ManU en el teatro de los sueños. Apoteósico, fascinante, espectacular, maravilloso, trepidante, descomunal, prodigioso. Siete adjetivos para siete goles de los red devils en un encuentro que no se puede adjetivar porque no hay palabras que alcancen a interpretarlo. El Manchester ha demolido literalmente a la Roma. Las metralletas han agujereado a la serpiente hasta convertirla en piel seca. Presión arriba, combinación al primer toque, velocidad endiablada y remate contundente, cuatro herramientas imparables.

Nadie habría imaginado una noche con semejante fútbol y magia. El mismo Manchester impotente del sábado, caído ante un Portsmouth que el lunes fue goleado por el supercolista Watford, ese mismo Manchester gripado y ojeroso ha aparecido como reactivado por una energía extraterrestre y se ha comido a la serpiente con piel. ¿Suficiente para convertirle en favorito absoluto urbi et orbe? No. Ha cuajado un partido estratosférico, pero hacen falta más cosas (a veces, otras cosas) para ganar la Champions, además de que todos los astros se alineen a tu favor.

El ManU ha sido, ¿cómo decirlo?, un caldo concentrado con los mejores ingredientes del mundo futbolístico: velocidad, energía, sacrificio, talento, remate, verticalidad, resistencia, solidaridad, creatividad, solvencia, oficio… No sé explicarlo mejor. Coged las mejores virtudes de vuestros equipos y también de sus rivales, de aquellos que queremos y de los que envidiamos. Juntadlo todo y construid el equipo perfecto. Insufladle el alma de Old Trafford y con todo ello apenas comprenderéis la pesadilla que han vivido Chivu, Mexes, Panucci y sobre todos Totti. El colapso absoluto de un equipo italiano. La Roma no se ha rendido, simplemente no ha podido ni respirar, salvo en los primeros diez minutos, cuando parecía dominar el partido.

Pero en los siguientes diez han llegado tres oleadas consecutivas de los locales y han roto la partida. En una de ellas, el segundo gol (Alan Smith), una obra de arte contemporáneo, el ManU ha combinado seis veces seguidas al primer toque (Brown, Rooney, Carrick, Heinze, Giggs, Smith) para recorrer el campo entero a toda mecha y descalabrar a los romanistas. Tan sublime que los rivales parecían jugadores de futbolín en vez de gente madura y recia. Buscad el partido, grabadlo, mostradlo a vuestros amigos. Guardadlo para la posteridad. Habrá habido partidos similares, incluso mejores, pero yo no había visto ninguno igual hasta ayer.



Dominador de los tiempos de una eliminatoria, Mourinho ha vencido. Vencer no significa no equivocarse. Significa no equivocarse gravemente, alocadamente (¿remember Rijkaard?); significa rectificar a tiempo. Mourinho se equivocó en la alineación de la ida e incluso en la del primer tiempo de la vuelta. Pero rectificó en el instante oportuno y le dio a su Chelsea las armas para vencer en el momento justo: en el minuto 180, especialidad de la casa, habitualmente con una cabalgada de Essien por banda derecha.

Dos equipos previsibles en un partido previsible, donde Quique ha quemado sus energías al principio, gastando a Morientes de entrada y quedándose sin artillería en el banquillo, y Mourinho las ha guardado para la media hora final, cuando la capacidad aeróbica de sus jugadores y su potencia rematadora han acorralado a un equipo español con ácido láctico hasta las orejas, encerrado atrás por físico y por convicción, yendo a por la prórroga mientras su rival iba a por el partido.

En cuatro minutos del primer tiempo (del 29 al 33), Morientes ha podido machacar, pero un palo y el culo de Ashley Cole han dejado el balance en un solo gol. Durante muchos minutos del segundo período, los blues han podido resolver, pero los reflejos de Cañizares y el cabezón de Ayala han retrasado la sentencia hasta el último segundo, cuando se ha repetido la vieja, habitual, constante jugada del Chelsea por la banda derecha, esa en la que siempre llega Essien.

Tres de cuatro en las semis. Estaba escrito que sería el camino de los ingleses…


Fotos: Empics - AFP - AP.