lunes, abril 09, 2007
La epidemia del encanallamiento
A una buena parte de aficionados les encanta elogiar lo que denominan picaresca… siempre que beneficie a su equipo. Cuando les perjudica, a la picaresca le llaman trampa o robo. Sucede con el fingimiento de lesiones, los piscinazos en el área, el engaño al árbitro, la burla al reglamento, la protesta ventajista y con tantas y tantas acciones como se multiplican en los campos, casi siempre buscando mediante un atajo lo que no se consigue jugando al fútbol. Este es un deporte en que hay muy poca deportividad, probablemente porque a muy poca gente le importan los medios a emplear con tal de conseguir los fines propuestos.
En la tabla clasificatoria no hay ningún apartado dedicado a la moralidad en la que se contabilicen los goles conseguidos con la mano, los penalties falsificados y las acciones tramposas, y como no hay punición aparejada a tales acciones el fútbol se encallana a diario bajo la risa condescendiente de los beneficiados, incapaces de comprender que mañana serán ellos los perjudicados por la misma epidemia.
Pareja de hierro
Buen partido de Emerson y Diarra en el Bernabéu. Suena casi extraño decirlo, pero así ha sido aunque el Madrid continúe siendo la misma foto fija: escasa creación de juego, pegada descomunal. Siempre el salvavidas de Casillas, el buen galope ofensivo de Sergio Ramos, el oportuno rebote de Robinho y la precisión en el área pequeña. Es poco, muy poco, pero es la medida del campeonato: si el peor Madrid del siglo según todos los madridistas (todos salvo Calderón, Capello y algunos jugadores) está en el grupo de cabeza tendremos que reconocer que el rendimiento de los teóricamente superiores es paupérrimo. Y lo es. El del Barça lo ha sido toda la temporada. El del Sevilla lleva algunas semanas despeñándose.
Emerson y Diarra han rendido mejor (ante un Osasuna con siete cambios sobre el que machacó en Copa UEFA) por una razón bastante simple: no formaron en paralelo, como tantas aciagas tardes. Así, al alinearse en asimetría escalonada, pudieron complementarse sin entrar en colisión y lo que antes era un atasco infernal se convirtió en una buena pareja de mediocentros. El gol de Raúl (por descontado, muchísimo mejor cuando juega cerca del área) evidenció esa mejora: excelente pase de Diarra, precisa asistencia de cabeza de Emerson desde el interior del área y sentencia del capitán. Se han necesitado nueve meses para descubrir esta verdad tan simple y ahora habrá que ver cuánto se precisa para comprobar la incompatibilidad manifiesta entre esta pareja y Gago y Guti.
Palabras de plomo
En la reacción de un deportista tras una derrota están muchas de las claves de su futuro. Nadie sale de una derrota sin sentir dolor, aunque la intensidad del mismo varíe mucho de un deportista a otro. Pero lo trascendente no es el dolor, sino la capacidad de autocrítica, la voluntad de corregir el tiro en la próxima ocasión. Por esa razón he leído con mucho interés las declaraciones del vestuario barcelonista tras la décima derrota de la temporada, por si expresaban algún atisbo de reacción. Entresaco cuatro que me parecen relevantes.
Rijkaard, el entrenador que debía mentalizar a su equipo para dar el golpe decisivo al campeonato dice lo siguiente: "Ellos han sido más agresivos, estaban muy mentalizados para ganar este partido". Momentos después volvió a decretar doble jornada de descanso.
Ronaldinho, el futbolista que esta temporada ha participado en apenas uno de cada tres entrenamientos del equipo, es capaz de afirmar esto: "Siempre hay que buscar trabajar más, ahora tenemos una semana para hacerlo". La pasada semana batió su propio récord, con sólo dos entrenamientos en siete días.
Xavi, el hombre que tiene un metrónomo en su cabeza, el cerebro que debe marcar las estrategias sobre el campo, suelta esta perla: "Cada vez es más difícil porque la gente sabe cómo jugamos".
Deco, 21 balones perdidos en La Romareda por sólo tres recuperados, la mitad que Iniesta (5) y Xavi (7), incapaz de disputar ni un solo sprint a ningún rival, estático, disperso y errático, se atreve con lo siguiente: "Cada uno sabe lo que ha hecho bien y lo que ha dado en el campo. Lo más importante es salir de la cancha con la conciencia tranquila. Yo puedo hablar de mí, y estoy muy tranquilo, pero no sé lo que piensan los demás". Prefiero creer que se trata de una inmensa tomadura de pelo más que falta de conciencia sobre la realidad…
Fotos: Marca - Real Madrid.com - AFP.