lunes, abril 16, 2007

Caso abierto


Ni en sueños podíamos imaginar un campeonato tan abierto, competido y de alto riesgo como el español. Cuando tantas teorías poco fundamentadas se disparan sobre la mayor o menor calidad de otras ligas europeas, es una gozada contemplar el panorama de la nuestra. Los seis primeros equipos en apenas nueve puntos. Los seis últimos, también en una horquilla de nueve puntos. Y bastantes enfrentamientos directos todavía por disputar.

El primero de ellos se lo ha llevado el Valencia aunque el Sevilla parecía mejor plantado y, desde luego, con un estado anímico superior. Tres detalles han sentenciado el partido: un pase perfecto de Marchena; una vaselina excelente de Villa con la pierna izquierda; y los reflejos felinos de Cañizares ante el cañonazo de Maresca de penalti. Suficiente para hundir a los fatigados sevillistas (los jueves de la Copa de la UEFA son letales) y resucitar a un Valencia que apuntaba al desánimo por culpa del gol de Essien en el último minuto de la Champions. Ahora, con todos muy juntitos, esta Liga es un auténtico caso abierto.

Rebote milagroso


La contundencia en el remate no es un punto fuerte del Barça. No lo ha sido en los últimos tres años, en los que el equipo de Rijkaard ha necesitado en la mayoría de partidos crear un contenedor de oportunidades para transformar unas pocas. Así ha ganado gran parte de los encuentros: por insistencia y aplastamiento, pero también con un deficiente ratio entre ocasiones y goles. El defecto se acrecienta si enfrente tienes un rival que renuncia a todo y planta sus once hombres en el cuarto trasero de su campo.

En casos así, el Barça acostumbra a atascarse en el embudo central que le propone el rival y también acostumbra a encajar algún gol en contraataque. Ante el Mallorca, lo primero ha ocurrido en grado superlativo y lo segundo, casi al milímetro, sólo evitado por Valdés a lanzamiento de penalti. El embotellamiento ha sido de aúpa, pues ha durado hora y media y sólo se ha resuelto en un rebote milagroso. La buena noticia para el Barça ha sido que, a falta de contundencia rematadora, ha regresado la presión tras pérdida de balón. Hacía un año que no la veíamos.

El penalti fue de Diarra a Garay


Se ha discutido bastante si el abrazo de Cannavaro a Zigic en el minuto 90 fue penalti (el de Diarra a Scaloni no tiene discusión: no fue falta). Pero tras mucho rebuscar en toda la prensa de ayer no he encontrado ninguna mención a lo que realmente pitó Turienzo Álvarez en ese último minuto del Rácing-Madrid: el derribo con los dos brazos de Diarra a Garay, auténtica llave de judo. Basta ver la repetición de la jugada para comprobar que es esa la falta que indica el árbitro y no la de Cannavaro y cómo el propio Turienzo señala directamente al mediocentro madridista como autor de la falta. Espero que esta noche, Fiebre Maldini muestre las imágenes.


El Liverpool de Santander


Zigic y Munitis en el papel de Crouch y Bellamy. Una condición física espectacular, noventa minutos de presión incombustible, un centro del campo infatigable. El Racing parece el Liverpool de España, portavoz del fútbol metalúrgico, aunque por supuesto no posee las alternativas tácticas del equipo de Benítez, uno de los grandes de Europa. De momento, el cuadro santanderino sigue remando para llegar a la Copa de la UEFA, que tiene a tiro de piedra.

Fotos: AP - AFP - FC Barcelona.com - EFE.