martes, abril 10, 2007

El Chelsea siempre marca fuera de casa (o casi siempre: en el 88% de los partidos)


El empate de Stamford Bridge en la ida (1-1) es tan bueno para el Valencia que lo mejor que puede hacer es olvidar que existió. Quique asegura que ya lo ha olvidado y que el Valencia jugará como si no hubiera un resultado anterior. Hará bien porque enfrente hay un monstruo. Os daré algunos datos sobre la temporada del Chelsea. Disputó su primer partido oficial el 20 de agosto pasado (3-0 al Manchester City) y desde ese día ha jugado un total de 52, con el siguiente balance: 37 victorias, 11 empates, cuatro derrotas (las cuatro fuera de casa). El balance incluye Premier, Champions y las diversas copas inglesas. Es un balance excepcional, en mi criterio mejor que el juego desarrollado por el equipo. Pero eso no es lo relevante.

Hay un dato mucho más importante. El Chelsea ha disputado 25 partidos como visitante y sólo en tres de ellos no ha conseguido marcar: el 22 de noviembre en Bremen (1-0 ante el Werder) en aquél encuentro intrascendente del grupo de Champions; el 2 de enero en Birmingham (0-0 contra Aston Villa) en la culminación de la paliza navideña, cuarto partido en sólo 11 días; y el 20 de enero en Anfield (0-2 ante el Liverpool), la única verdadera derrota dura de los de Mourinho en un día en que Ferreira y Essien tuvieron que improvisarse como centrales. En los 22 partidos restantes como visitante (y en los 27 como local) el equipo de Drogba siempre ha marcado como mínimo un gol hasta completar un total de 102 tantos, casi a dos por partido.

Por tanto, hace bien Quique en olvidar el resultado de Stamford porque existe una probabilidad del 88% de que el Chelsea marque en Mestalla, con lo que el verdadero objetivo valencianista si quiere llegar a la parada intermedia de Anfield es marcar. Y ahora que el Chelsea ya ha descubierto cómo las gasta Silva, probablemente nadie mejor que Villa y el retorno de Morientes para descerrajar esa defensa de hormigón armado.En el Chelsea regresa Essien, quizás no como titular, pero vuelve tras su lesión en el ligamento lateral de la rodilla sufrida ya hace un mes. Puede ser una pieza trascendental porque es el jugador que aporta estabilidad y transición al teórico favorito número uno para alcanzar Atenas.



Hace un mes concedí ligera ventaja a la Roma en su enfrentamiento con el Manchester United. De hecho, fue tan ligera esa ventaja que escribí lo siguiente: “Duelo muy duro en Roma, donde el Manchester United puede sufrir bastante más de lo que las apariencias prometen. (…) Ferguson no debe estar nada satisfecho del sorteo, salvo por la circunstancia de decidir el pase en Old Trafford, aunque ya vimos lo que le hicieron los romanos al OL en Lyon. A estas alturas, apunto a la Roma como levemente favorita”. Sigo pensando parecido. El ManU no sólo ha perdido a Larsson (baja planificada), sino también a dos defensores clave como Gary Neville y Vidic y esta noche tampoco podrá contar con Paul Scholes, pieza decisiva en su juego de creación. Muchas, muchas bajas para un conjunto muy fiable en Old Trafford, pero con lagunas importantes en los cuartos medios y traseros.


Así que se plantea una buena batalla con armas muy diferentes. Ferguson tiene tres de gran calibre: el fusil de Rooney, la metralleta de Cristiano Ronaldo y la caldera de Old Trafford. Spalletti, que acogió a su homólogo en el Olímpico con grandes reverencias de respeto, ha preparado su receta habitual: cinco hombres flexibles en un centro del campo en perpetuo movimiento: De Rossi con la escoba, Pizarro con el tiralíneas, Mancini fijando la banda izquierda y Taddei y Wilhelmsson tirando diagonales cruzadas. Esos cinco centrocampistas (falta Perrotta, por sanción) componen algo parecido a un organismo vivo, pues se mueven al unísono como si se tratara de un único cuerpo con cinco extremidades, envolviendo al rival en una sinfonía habitualmente venenosa. Con lo que por un lado estarán las metralletas humeantes y en el otro, la serpiente venenosa.

Fotos: Getty - Empics.