martes, abril 24, 2007

Cómo jugar una semifinal de Champions sin ningún defensa titular


Disputar las semifinales de Champions sin ninguno de tus cuatro defensas titulares no es moco de pavo. El Manchester United lo experimentará esta noche en Old Trafford ante el más zorro de los posibles rivales, el legendario y veterano Milan de Paolo Maldini. Ni Gary Neville, ni Rio Ferdinand, ni Nemanja Vidic, ni Patrice Evra estarán sobre el césped en un partido trascendental. Los tres primeros, de hecho, verán el partido desde la grada, acompañados por sus compañeros Saha, Park, Silvestre y Richardson, también lesionados. A Evra le ha alcanzado justito para sentarse en el banquillo, donde será uno de los tres únicos jugadores de la primera plantilla (con el portero suplente Kuszczak y Solskjaer) a disposición de Ferguson, que deberá rellenar el resto del banco con chavales del cuadro reserva.

Todo un papelón para el ManU, haber remado tanto para llegar a este momento decisivo cogido con alfileres y sin un solo defensa titular, con Fletcher de lateral diestro, Heinze en la izquierda y la pareja Brown-O’Shea de centrales. Para comprenderlo bien imaginad una defensa del Madrid compuesta por Beckham, Pavón, Gago y Raúl Bravo. O una del Barça con Deco, Oleguer, Motta y Silvinho. Un papelón. Pero es cierto que quizás la situación no será tan grave si tenemos en cuenta que el plan de Ancelotti es salir con un único delantero (Gilardino probablemente). Old Trafford es una gigantesca trampa, como probó la Roma, y toda la seguridad que el ManU ha perdido en defensa la posee duplicada en ataque, con lo que el Milan saldrá con las costuras dobladas y recosidas y cinco mediocampistas.

La cruda realidad


Ahora mismo ya no es tiempo de broncas, ni de aprender fundamentos, ni tampoco de
entrenamientos intensos. Todo eso, y muchas cosas más, debió hacerse antes, cuando tocaba, en su momento. El entrenamiento es una ciencia casi exacta que no puede dejarse para el último día como si se tratara de estudiar para un examen. El Barça llega al final de la carrera sin gasolina física, con terribles lagunas tácticas, desconcierto generalizado en el equipo, sin respetar ningún equilibrio y con una endeblez anímica nunca antes vista, amén de un viaje intempestivo e impresentable. El entrenador ha permitido que el equipo se durmiera en los laureles, el presidente lo ha aplaudido y estimulado y algunos jugadores se han creído tan superiores que se olvidaron de competir. Ningún título podrá ocultar esta realidad.

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Fotos: Empics - Sport.