miércoles, abril 25, 2007
Energía nuclear
Si algún jugador no sabe lo que significa actitud, coraje, generosidad, ambición y hambre de triunfo, que mire hacia Old Trafford y aprenda. Si lo que quiere aprender son los fundamentos del oficio de futbolista, controlar el ritmo de un partido, enfriarlo cuando el rival lo calienta o calentarlo cuando corresponde, entonces que mire hacia el Milan y tome nota. Partido grande este ManU-Milan, majestuoso de verdad, semifinal de aúpa, con dos equipos radicalmente distintos, como el día y la noche, dos caras opuestas del fútbol, dos maneras de entender este deporte, de buscar el mismo objetivo por caminos diferentes.
El Manchester es energía nuclear, fútbol total, directo y eléctrico, sin camuflajes, medias tintas, dobleces ni pausas, generosidad sin límites, fútbol de arreones y fe indesmayable hasta agotar el último aliento. Su partido ha sido el previsto, con pegada inicial en el primer saque de esquina (y colaboración de Jankulovski y Dida), bloqueo posterior en cuanto el Milan se ha puesto a congelar los tiempos, desplome de su frágil defensa suplente, minutos de KO técnico bajo la lluvia de Manchester y carga de la brigada ligera tras el descanso, con todo y sin red, riesgo máximo de que en otra contra Kaká les mandara al infierno.
Porque enfrente jugaba el oficio. El oficio más viejo de este siglo es el del futbolista milanista. Oficio de tinieblas, de tomar el pulso al rival, calmar, templar, congelar, pero también punzante e irresistible en el metro final. Posiblemente el único equipo del mundo capaz de encajar un gol a los cinco minutos en Old Trafford y no inmutarse. Equipo frío y casi de hielo cuando las llamas le cercan, el Milan se ha agarrado al hilo defensor de Nesta y Gattuso y al hilo conductor de Pirlo y Seedorf, dos fenómenos triangulando y marcando pausas, y durante largo rato ha conseguido dejar sin sangre a los diablos rojos. Dos destellos fantásticos de Kaká, el primero a pase feliz de Seedorf, el segundo tras asistencia directa de Dida, con Heinze, Evra y compañía por los suelos, han puesto patas arriba al ManU, equipo genial pero al que siempre le atormentan los demonios de la fragilidad.
Y así se escribía la historia cuando Gattuso se ha lesionado. Porque Brocchi parece su clon, pero no es Gattuso, con lo que el Milan se ha quedado sin su salvavidas justo cuando el ManU entraba en la media hora final dispuesto a morir matando. Y ha matado aunque también ha podido morir a pies del gran Kaká. Sin Gattuso, el entramado mediocampista de Ancelotti se ha resquebrajado y Scholes lo ha aprovechado para crecer, faenar y repartir dádivas a sus delanteros. Primero, a la hora de partido, inventando un pase de cuchara descomunal que ha regalado a Rooney el empate. Y después, con una multitud de acciones variadas que han desquiciado a los milanistas, entre ellos a Ancelotti, autor de un cambio amarrategui (Gourcuff por Gilardino, equipo sin delanteros), de esos que pretenden reforzar el centro del campo y lo que logran es acular al equipo.
Fe contra experiencia. Y no hay experiencia que no cometa errores. Es universalmente conocido que ningún inglés se rinde hasta que sale de la ducha, pero Brocchi se ha dormido a los 91 minutos, ahí donde Gattuso habría andado bien despierto, y Rooney no ha perdonado la remontada con la ayuda de un Dida de dos caras, espléndido toda la noche, torpe en el primer y tercer gol. El infierno tiene esas cosas. El ManU ha vivido en él largo rato, pero ha salido vivo. El Milan ha logrado congelar las calderas, pero ha terminado chamuscado y amargo, dejando escapar una victoria legendaria. Visto lo visto, este maravilloso enfrentamiento apenas ha empezado. Todavía queda lo mejor por vivir.
Fotos: Lapresse - Ansa - AP - La Gazzetta dello Sport - Reuters.