martes, enero 02, 2007

Las vacaciones (increíbles) de Mr. Rijkaard


Casi dos semanas de vacaciones en mitad de una temporada deportiva es una broma de consecuencias imprevisibles, si no fuese porque hablamos de deporte de alto nivel. En este caso, el de las inverosímiles vacaciones navideñas de la plantilla del Barça, estamos ante otra barbaridad de gran calibre, similar a la ejecutada en agosto cuando desde el club se acordó no efectuar entrenamiento serio de pretemporada. Me explico:

En cualquier actividad deportiva de nivel medio-alto existe lo que denominamos ‘período de transición’. Se trata del período de tiempo necesario para que el deportista se recupere por completo de la actividad competitiva. Un período en que desconectar física y mentalmente, practicar ejercicios diferentes a los habituales y abandonar cualquier atisbo de competición. En la mayoría de deportes, este período se hace coincidir con las vacaciones generales. En fútbol, hablamos de las cuatro a cinco semanas entre finales de junio y principios de agosto. Al regreso del ‘período de transición’ vuelven los entrenamientos: primero, con un ‘período preparatorio general’ (lo que vulgarmente denominamos pretemporada), más tarde el ‘preparatorio específico’ y en paralelo, el inicio de las competiciones.

Desde agosto, la temporada futbolística debe considerarse un todo completo, con ciclos especiales dedicados a la preparación de alguna cualidad física (y técnica) y otros con menor carga de trabajo. Por lo general, en los últimos años se introduce un ciclo de entrenamiento intensivo entre diciembre y enero para mejorar la condición física general y afrontar con garantías la recta final de la temporada (el Barça lo hizo el año pasado; el Milan lo está haciendo ahora mismo en Malta). Se trata de 'cargar de gasolina' el automóvil para recorrer el último tramo.

Lo que ningún entrenador en su sano juicio planifica es un período vacacional de 12 días en mitad de la temporada, como ha ordenado Rijkaard. Por supuesto, comprendo que el estrés psíquico y fisiológico de los jugadores barcelonistas era elevado y necesitaban una descomprensión. Pero lo que han hecho es una barbaridad desde el punto de vista de la preparación. En realidad, otra barbaridad más. No trabajaron en agosto, cuando resulta imprescindible construir los cimientos del edificio. Tampoco en septiembre ni octubre, acuciados por los compromisos. En la crisis de noviembre, cuando todo el mundo señaló el patético estado físico de la plantilla, se maquilló el asunto con el llamado ‘Plan específico de trabajo’ que consistió (menuda broma) exactamente en dos tardes de entrenamiento para Ronaldinho, Deco, Thuram, Zambrotta e Iniesta. Eran aquellos momentos en que explicamos que Ronaldinho había entrenado apenas 30 días en tres meses, lo que se percibía en todos y cada uno de sus movimientos físicos (no en los técnicos, lógicamente).

¿Diciembre? Creímos que la preparación se intensificaría en algún momento, pero resultó que compromisos de todo tipo lo impidieron una vez más. En todo el mes de diciembre, Ronaldinho jugó cuatro partidos, viajó tres días y se entrenó sólo dos. Dos días de entrenamiento en un mes. Y hablamos de un jugador que apenas ha trabajado físicamente desde hace meses. Al igual que Deco. Ni la fuerza ni la resistencia, las dos cualidades físicas esenciales sobre las que se edifica cualquier esfuerzo. Por esa razón Ronaldinho no se va de ningún defensa. Por supuesto, ejecuta mágicamente las faltas, consigue goles decisivos y posee un carisma fabuloso. Pero es incapaz de vencer en un sprint a ningún defensa mediano.

Sin fuerza no hay velocidad. Raúl Albiol corre los 30 metros en 3 segundos y 90 centésimas. Ronaldinho, con más kilos esta temporada y menor fuerza, difícilmente desciende de los 4 segundos y 20 centésimas. Treinta centésimas de diferencia en treinta metros: Albiol le saca dos metros largos. Coloquen a otro defensa más lento (Boulahrouz, Ceará, Valera...) y como mucho Ronaldinho conseguirá empatar con él en velocidad. Añadan el problema de la resistencia: si no se trabaja esa cualidad no se es capaz de repetir esfuerzos. O se repiten al principio de un partido, pero no al final. Ahí queda reflejado Deco.

Las vacaciones les habrán sentado de maravilla y todos se sentirán ahora mucho mejor. Pero es un estado físico falso. Un estado de gran frescura, en el que se puede lograr una grandísima prestación en el primer partido, incluso en el segundo y el tercero. Pero que pasará una enorme factura en los siguientes esfuerzos. El Barça cometió un grave error de planificación al prescindir de pretemporada y lo multiplicó al trabajar poco entre septiembre y diciembre. Pero con estas vacaciones inapropiadas por su duración, Rijkaard ha perpetrado una aberración impropia de su experiencia. Ha dejado sin oxígeno a un equipo que boqueaba por falta de cimientos. Sin gasolina a la entrada del desierto. Sin avituallamiento, justo cuando empieza el marathon de partidos. A menos que en ese vestuario manden otras prioridades, lo que no es descartable...

Referencias
- La peligrosa pretemporada del Barça
- Ronaldinho ha entrenado 30 días en tres meses
- A dar vueltas por el patio

Fotos: FC Barcelona.com - Sport - Marca - El Mundo Deportivo.