miércoles, abril 19, 2006
Todos contentos y nadie feliz
Highbury se despide de Europa con victoria; el Arsenal bate su récord de imbatibilidad; el Villareal se lleva una derrota remontable; Henry y Riquelme, un partido duro y trabajado; Cesc, Eboué y Hleb, una nueva muesca en su joven carrera; Forlán, Tacchinardi y Sorín, otra más en su dilatada trayectoria; y hasta la ardilla londinense sus treinta segundos de fama mediática. Todos salen contentos, aunque nadie puede sentirse feliz. Todos, salvo un árbitro demencial que no debería dormir sereno.
Dura pelea entre dos debutantes a este nivel, aunque uno posea un historial kilométrico y todo el ‘glamour’ del mundo y el otro apenas acaba de salir del pozo de los humildes. La gran metrópoli frente al pequeño pueblo. Dos mundos antagónicos, opuestos, dispares y distintos. Un Arsenal multirracial frente a un Villareal ‘argentino’. Las burbujas de Henry contra la parsimonia de Riquelme. El partido ha tenido tantas aristas que podía haber terminado con cualquier resultado, incluso este 1-0 que lo deja todo abierto. Para la esperanza y para la angustia.
Henry, Touré, Gilberto y Eboué han podido marcar, pero también el ‘submarino amarillo’ ha lanzado sus torpedos con peligro, ha buscado el balón con temple y ganas y ha merecido un penalti clamoroso que podía haberlo cambiado todo. Los 'gunners' han estado cerca de incendiar el partido y sentenciar las semifinales, pero el Villareal también ha podido romper el encuentro y acabar con los de Wenger. Cualquier cosa ha podido suceder, pero finalmente apenas ha pasado nada decisivo.
Partido con retrogusto. Me explico: todos han jugado sabiendo que esta era una carrera de fondo y no un sprint frenético. Que esta noche era sólo un primer asalto del que no se podía salir demasiado tocado porque todo se va a decidir en los tortazos finales.
Fotos: Hleb y Arruabarrena; Senderos, Forlán y la ardilla (AP).