Isaac Cuenca volverá pronto al filial. Su sitio está en el B, pero en
la libreta dorada de Pep ya hay otra señal en rojo: ha encontrado otro
ejemplar de 'extremo guardioliano', un extremo con dos caras: una por
fuera y otra por dentro. Hay poca gente capaz de jugar por fuera y por
dentro sin inmutarse, interpretando la partitura correcta en cada caso.
Los hay muy buenos por fuera, pero que se aturullan en cuanto deben irse
hacia dentro. Y viceversa. Para su singular lenguaje futbolístico, Pep
necesita extremos con esos dos rostros. Pedro es el paradigma del 'extremo guardioliano', pues todos los recursos técnicos o físicos que
se le puedan atribuir quedan en segundo término ante la prioridad: su
polivalencia táctica.
Esa multifuncionalidad no consiste en
atacar y defender, que también es muy importante, sino en abrir y
cerrar. Abrirse por fuera o cerrarse por dentro, según las necesidades
del momento. No es ocioso que todos los solistas que siguen la estela de
Pedro posean esa capacidad dual: Afellay, un interior holandés al que
Pep le adivina rasgos de velocidad y desborde para actuar de extremo;
Iniesta, que ha demostrado más que nadie su virtuosismo para tocar el
violín de dentro y el de fuera sin transiciones; Alexis, explosivo como
extremo, brillante como interior en su último año en Italia; y ahora
Isaac Cuenca, un interior al que Francesc García Pimienta reconvirtió en
extremo a su paso por el Juvenil A de La Masia.
El Barça nunca
agradecerá suficiente la tarea oscura de sus entrenadores de base.
Cuenca es hoy quien es gracias a los maestros que olisquearon su talento
y enfocaron su destino. Es la ventaja de poseer un idioma futbolístico
común en todas las categorías: el glosario es conocido por todos y
permite encauzar las carreras. Con García Pimienta, el joven Cuenca
aprendió a driblar, desbordar y centrar. El juego por dentro ya lo
controlaba por su origen como interior; el de fuera, lo aprendió. El
dominio de ambos enamoró a Guardiola: fue el miércoles 20 de julio,
durante el tercer entrenamiento de pretemporada, el primero que
realizaron conjuntamente el primer equipo y el Barça B. Guardiola y
Vilanova se miraron y dijeron: éste.
Habían encontrado al
replicante de Pedro. Con menos combatividad (de momento) y mejor regate.
El proceso de su asentamiento en el Camp Nou será largo porque no hay
prisa: Guardiola no quiere más casos de precocidad precipitada que acaba
pagándose con la frustración colectiva. Prefiere la maduración a fuego
lento. Pero el nuevo ejemplar de 'extremo guardioliano' ya ha sido
marcado en rojo y aunque, probablemente, vivirá los próximos meses en el
filial para seguir curtiéndose, su destino como intérprete con dos
rostros ya está configurado.
- Publicado en Sport (1-XI-2011)