miércoles, septiembre 20, 2006
Torres, ese fenómeno
Fernando Torres y el Atleti han establecido desde hace años una relación que recorre todos los estados de ánimo sin que conozcamos el objetivo de cada parte o incluso si ambos objetivos coinciden en su destino final. Después de tanto cariño y tanto desencuentro, de renovaciones y ofertas, ya no sabemos si Torres va o viene, si la prolongación de su actual contrato unido a la reducción drástica de la cláusula es una operación para arraigarle en el club o bien una propuesta formal de venta al mejor postor. Es posible que todo el asunto haya estado rodeado de buena voluntad por las partes y no haya ninguna otra lectura más sofisticada que hacer, pero el proceso ha sido tan largo y recurrente y el Atleti posee tan escasa credibilidad acreditada que la firma de la renovación hasta 2009 ha dejado la sensación del principio del fin rojiblanco para su capitán.
Con sinceridad, pienso que para mejorar como jugador Torres debería emigrar a Inglaterra. Aquí está encerrado en un círculo vicioso. La prensa deportiva le elogia de forma exagerada, incluso hasta el punto de hacer creer a todo el mundo lo que no es: un goleador nato. Torres es un futbolista velocísimo, muy eficaz en la lucha directa contra el defensor cuando hay metros por delante; espléndido en el control y el regate; luchador y con gran capacidad física. Pero no es un delantero centro puro y, sin embargo, se le trata, se le ubica y se le juzga como tal. Y eso genera un estado de permanente frustración alrededor de un futbolista excelente.
Torres falla mucho en el remate. Falla tantísimas ocasiones de gol que provoca exasperación. Pero es que esa no es su virtud ni su especialidad. Torres es un hombre ideal para ubicarse como segundo delantero, ligeramente abierto, porque puede romper por cualquier banda o trazando diagonales. En la posición de Kaká en el Milan o en la de Bellamy en el Liverpool, rendiría espectacularmente bien. Incluso en la de Robben en el Chelsea o Van Persie en el Arsenal. Podría desbordar, centrar balones, dar asistencias letales e incluso marcar goles llegando desde atrás. Pero para eso no puede todo el mundo seguir fingiendo que estamos ante otro Van Basten u otro Romario.
Referencias
- Cláusula reducida
Fotos: AFP - EFE.