lunes, septiembre 25, 2006

Quieren que la Liga sea un cuadrangular


Es difícil encontrar en toda Europa un mejor partido de fútbol que el Barça-Valencia. Dos locomotoras lanzadas a toda velocidad; dos boxeadores dispuestos a noquear al rival. Directos a la mandíbula. El Valencia ha sido un bloque de granito con cintura de acordeonista. Ha sabido jugarle al Barça como casi nadie en los últimos años. Ahogándole arriba y en el centro, robándole el balón pero sin esconderlo, tocándolo, abriendo a bandas, lanzando diagonales, rematando de primera. Por momentos parecía un calco del mismo Barça: presión, toque y calidad. El Barça lo veía y no se lo creía. Miraba enfrente y se encontraba reflejado en el espejo. El Valencia ha sido un coloso en lo colectivo y una delicia en lo individual. A su lado, el Barça parecía un puré espeso y sus ‘cracks’ empequeñecían.

El barcelonismo, tan dado a las dudas, la autoflagelación y el miedo genético, habrá maldecido uno por uno a todos sus jugadores, que habrán pasado sin solución de continuidad de genios a tuercebotas, generando esas clásicas polémicas culés en las que a un mismo futbolista se le ensalza hasta la exageración para dejarle caer a los infiernos de inmediato al menor error. Así sucederá con Edmilson, hombre clave tantas noches, pero lento y pesado ayer. Y al revés con Iniesta, motor de cien mil revoluciones, autor del fútbol más eléctrico y vertical que se recuerda. Su entrada y el retraso de Xavi al mediocentro han obrado el prodigio: el Barça se ha vestido nuevamente de Barça y el Valencia se ha encogido. Y entonces hemos visto el fútbol más hermoso de Europa, inigualable en su factura, su ritmo, su frenética ambición de victoria. Este fin de semana he seguido otros once partidos: los del Liverpool, Arsenal, Chelsea y Manchester; el derby de Glasgow; al Milan en Livorno; el Betis-Madrid; al Bayern Munich y al Werder Bremen; al Ajax ante el NEC y al Olympique frente al Lille. Pero nada parecido al Barça-Valencia, un monumento al fútbol, con dos goles de prodigioso dibujo.

Los barcelonistas deben comprender que después de dos años triunfales ya queda poco sitio para los paseos militares. Y que partidos como el de anoche, aunque cuesten un punto, sirven para mejorar al conjunto, pues sólo desde la máxima exigencia se logra crecer. Una liga se conquista ganando 25 partidos como mínimo y perdiendo un máximo de cinco. Y eso vale igual para Valencia, Madrid o Sevilla, equipos que se han reforzado tanto y tan bien que han cerrado huecos y parecen querer convertir el campeonato en un cuadrangular. Ganará quien resista mejor la presión, supere los baches físicos, mantenga el motor a plena revolución, sostenga el ánimo bien arriba en la adversidad y dosifique las fuerzas ante tanto compromiso. Así que lo mejor que le podía pasar al Barça si quiere mejorar es la proliferación de grandes rivales. La competencia máxima.

P. D. 1: Canal + anuncia que Raúl no será convocado para los próximos partidos de la selección, ni volverá a la misma mientras Luis Aragonés sea el entrenador.

Fotos: EFE - AP.