lunes, septiembre 18, 2006
Del miedo escénico al territorio hostil
Si Capello no tiene un poco de mano izquierda, el Bernabéu se va a convertir en territorio hostil para su equipo. Barça y Madrid están unidos en la pasión por el buen fútbol. Ambos son clubes con vocación ganadora, que consideran el triunfo su hábitat natural y conviven pésimamente con las épocas de vacas flacas. Otros clubes poseen menores expectativas históricas, lo que rebaja su tensión. Barça y Madrid se autoexigen la victoria por definición, pero sus aficiones no están dispuestas a pagar cualquier precio por ellas. Sólo así se puede comprender que el doblete liguero de Van Gaal mereciera la bronca permanente de la afición, por no citar las críticas al ‘abuelo’ Robson pese a los tres títulos conquistados. El Madrid posee también memorables episodios de destituciones siendo líderes o tras ganar títulos importantes y de monumentales broncas a pesar de las victorias. Todo ello a causa del juego desarrollado, lo que desmentiría que ambas aficiones se preocupen sólo por el triunfo. Les interesa algo más.
El Barça es hoy feliz por sus títulos recientes, por sus victorias constantes, pero también por la propuesta de juego que Rijkaard ha sabido construir, por la alegría que destilan sus jugadores, por el concepto ofensivo del equipo. Todo ello pasa a segundo plano cuando se producen derrotas rotundas como la de Mónaco ante el Sevilla o la de Stamford frente al Chelsea. Pero no ocurre igual en otras derrotas producidas por algún error puntual, por falta de acierto en el remate o por la espléndida prestación del rival, siempre que el Barça haya intentado jugar al máximo de su capacidad. El aficionado quiere el triunfo, pero valora el camino hacia él. El qué, pero también el cómo.
El Madrid está crispado por la falta de títulos recientes, pero ahora mismo aún más por la propuesta de juego que Capello está planteando. En el ADN del madridismo no encaja bien el anclaje defensivo, el juego de contragolpe, bien amarraditos atrás, la falta de estilo y vocación atacante, la ausencia de plasticidad y la especulación, características todas ellas que se perciben en el libreto que Capello está instalando a sangre en el vestuario. Más que un entrenador con propuesta, parece un capataz con látigo dispuesto a no dejar pasar ni una. El Madrid necesitaba disciplina tras años de molicie, por supuesto, pero quizás demasiada acabe rechinándole a una grada que prefiere a Reyes y Robinho antes que a Emerson, por más que sea el favorito del rey padre.
Como es obvio, en el equilibrio estará la razón. No en vano el Barça alegre y feliz ha ido adquiriendo solidez defensiva para poder crecer. Por tanto, hace bien Capello en construir el equipo desde los cuartos traseros, pero si incide tanto en conceptos como enjaularse atrás, especular con el balón y preferir guerreros antes que peloteros que sepa que estará convirtiendo el Bernabéu en territorio hostil.
Fotos: AFP - EFE.