domingo, septiembre 17, 2006
Petróleo en Coruña
Para todos los que dudan sobre la importancia del entrenador en la dinámica de un equipo no hace falta referirse a Rijkaard como ejemplo positivo o fijarse en Mancini como negativo. Basta quedarse con Caparrós, capaz de sacar petróleo de las piedras. Su estilo nunca ha destacado por la plasticidad, sino por la disciplina y el sacrificio. Con verle gritar descamisado por la banda ya se comprende que en sus equipos no se discuten las órdenes: se ejecutan sin rechistar. En un fútbol donde hay tanto remilgado que exige condiciones inmejorables, fichajes estratosféricos y garantías para todo, a Caparrós le ha tocado gestionar siempre desde la escasez de medios.
Le ocurrió en Sevilla y construyó unos cimientos tan poderosos que ahí siguen. Emigró a Coruña en busca de mayor comprensión y una catapulta hacia el cielo, pero se encontró con un club en ruinas pese a su fachada de gigante. Así que ha tenido que vestir al rey a partir de harapos y ropa barata. Aouate, Lopo, Capdevila y Sergio como columna vertebral y una pandilla de chavales a su alrededor hasta completar el equipo. ‘Mini-Depor’. Carne de cañón en una Liga que fagocita a las promesas y privilegia a los experimentados. Un entorno mediático que augura el cataclismo cada vez que debuta un juvenil. Un Depor lleno hasta la copa de niños imberbes y retales despreciados por canteras ajenas.
Así que el capitán Caparrós ha reinventado su forma de sacar petróleo y a base de exigencia máxima ha montado un equipo que no acepta un no por respuesta, pelea hasta la extenuación y afronta cualquier reto con el desparpajo de los jóvenes que no le temen a nada. Algunos seguirán diciendo que no aguantará media docena de embestidas, pero de momento le ha dado un repaso al último semifinalista de la Champions, sigue invicto después de tres partidos, tiene un calendario inmediato bastante asequible y la moral en el techo. No practica un fútbol brillante, pero será difícil ver a estos chavales doblar la rodilla.
El Inter está gripado
Contratar jugadores sin cesar no garantiza formar un buen equipo. El Inter lleva años, incluso décadas, fichando a los mejores pero siendo incapaz de cuajar el yogur. Todas las estrellas, pero ninguna personalidad como conjunto. Y de momento sigue igual. Mancini no encuentra la tecla que convierta a sus figuras en un equipo y tras la caída de Lisboa, ahora un misérrimo empate en casa ante la Sampdoria que, para colmo, no ha sido ni siquiera obra de la conjunción astral Figo-Adriano-Crespo-Ibrahimovich sino de un defensa genovés en propia puerta. La Liga italiana acaba de empezar y, de pronto, el Inter ya es menos favorito y el Milan parece menos lejos.
Fotos: AFP - EFE - Inter.it.