jueves, septiembre 28, 2006

Noche negra


Eto’o estará de baja entre dos y tres meses, según acaba de confirmarnos el propio jugador en la tertulia radiofónica de RAC-1, aunque promete recuperarse a la velocidad de la luz de la rotura de menisco sufrida. Esa es la peor noticia que le deja al Barça el partido de anoche en Bremen. Pero no la única. Que el director deportivo del club tuviera que advertir públicamente sobre la poca concentración del equipo antes del encuentro ("Queda la sensación de que aún estamos en París") es un síntoma demoledor del virus que está afectando al Barça. Al aficionado barcelonista le irrita que se hable del ‘camino galáctico’ que ha emprendido el equipo. Probablemente no sea cierto y hay personas, como el entrenador, que luchan a diario para evitar caer en esa dinámica. Pero otros sí parecen haber tomado esa vía. La peor noticia es la de Eto’o, que puede convertirse en trascendental, pero no es la única.

El Barça ha jugado tres partidos contra equipos poderosos (Sevilla, Valencia y Werder) y en los tres lo ha pasado fatal. Eso tiene causas tácticas y causas de concentración. Las tácticas se resumen en que todo el mundo sabe de memoria lo que hay que hacer para frenar la maquinaria blaugrana. Por supuesto, no todo el mundo sabe aplicarlo con el acierto de Sevilla, Valencia o Werder, pero se trata de un antídoto de dominio público: presión arriba sobre los defensas para que se aturullen (y vaya si se aturullan); secado y planchado de Deco y su compañero de toque (Iniesta o Xavi); libertad absoluta para que Puyol y el mediocentro defensivo saquen el balón, dado que no lo sacan con fluidez. Con estas pocas medidas se frena en seco al Barça a poco que el rival se empeñe con energía y sacrificio. Lo malo no es que se conozca el antídoto, sino que el Barça no haya trabajado la forma de evitarlo.

Las causas de la falta de concentración son más complejas. Sin duda, el llamado entorno del Barça vive en la galaxia. Muchos medios elogian cuanto rodea al club, sin el menor atisbo de crítica o vergüenza ajena, y eso incluye desde los actos publicitarios a destajo hasta las incesantes ausencias en los entrenamientos de algunos jugadores pasando por aspectos ajenos a los estrictamente deportivos. El caldo de cultivo en el que se mueven estos jugadores es parecido al que vivieron los ‘galácticos’ madridistas. Quizás no sea idéntico, pero es parecido.

¿Les afecta a los jugadores ese entorno pegajosamente acaramelado? No lo sé, pero desde luego, lo parece. La misma noche del sorteo de grupos de Champions –víspera del rapapolvo propinado por el Sevilla en Mónaco- sostuve en una tertulia de RAC-1 que el Werder Bremen era un conjunto potente y peligroso, aunque sólo fuera por su elevada energía física. Esa noche merecí el rapapolvo airado de insignes contertulios que se carcajeaban del potencial del Werder, al que daban ya por eliminado mientras le perdonaban la vida al Chelsea. Pero seis semanas más tarde, el Chelsea domina el grupo con claridad y el Werder está virtualmente empatado a puntos con el Barça a poco que en la próxima jornada venza en casa al triste Levski y el Barça no consiga triunfar en Stamford Bridge.

Las críticas serán hoy para jugadores que, una vez más, se han borrado en Bremen o para otros que han demostrado, una vez más, escasa talla para jugar en el campeón de Europa. Y los mejores serán los ausentes. Pero poca gente se sumará a esta reflexión acerca de los serios problemas tácticos que no sabe resolver el equipo y a la desenfrenada carrera hacia la galaxia que han emprendido algunos. En otros lugares, quizás porque poseen mucho menos talento, se ven obligados a reirse menos, escaquearse poco y sudar mucho más a diario.

Inmenso Valencia, inmenso Villa


Imparable Chelsea, monumental Crouch, triste Inter. Pero sobre todo, un Valencia inmenso. Serio, concentrado, atrevido y con un goleador fenomenal. Villa está en el mejor momento de su carrera y el Valencia, lanzado al primer puesto del grupo. Un equipo que crece por minutos.

Fotos: AP - AFP - EFE.