jueves, septiembre 14, 2006
La excusa de la condición física
Con un desparpajo digno de mejores causas, Fabio Capello apareció en las entrañas del estadio Gerland de Lyon y proclamó que el desastre de su equipo obedecía a causas físicas: “Físicamente nos han comido”. Algo similar explicó tras la victoria del domingo ante el Levante: “Jugamos demasiado lento”. Y también después del empate en el debut contra el Villarreal: “Es un equipo físicamente mejor que nosotros”. Tres partidos, tres resultados distintos, pero la misma justificación: la condición física.
Discrepo de que la condición física justifique el desconcierto madridista en Lyon. Conforme a lo analizado hace unos días aquí mismo, Capello sigue trabajando más la resistencia que la velocidad. Pero lo hace con el equilibrio adecuado. Mantiene sesiones de resistencia y va introduciendo poco a poco la velocidad, con el objetivo de llegar a octubre-noviembre en buena forma, en el sobreentendido de que será el momento de enfrentarse al Barça y clasificarse para los octavos de Champions. Pero que trabaje así no significa que estemos como a primeros de agosto. Ahora no hay dobles sesiones, ni trabajo fuerte de musculación, ni un volumen de series de resistencia que justifique tener las piernas pesadas. Prácticamente todos los jugadores de todos los equipos españoles, ingleses, franceses, alemanes e incluso italianos están por los menos al 70% de su forma o más, por lo que no cabe maquillar como problemas físicos lo que son errores tácticos o conceptuales.
La naturaleza de los problemas del Madrid son tácticos y, por tanto, responsabilidad principal de Capello en tanto que estratega del equipo. Ha decidido jugar con dos mediocentros defensivos y en paralelo; sin extremos por las bandas; con dos centrales marcadores que no tienen recambio porque Woodgate fue cedido; sin centrocampista distribuidor que marque la personalidad del equipo; con Raúl como volante de enganche, para lo que no está dotado; y con balonazos al área como exclusivo recurso atacante. Son sus decisiones y hay que respetarlas. Pero esas decisiones provocan unas consecuencias que ya hemos comprobado. El Madrid se embotella por el centro, el campo se estrecha, los dos mediocentros son burlados en cuanto el rival da tres toques rápidos, los delanteros apenas presionan, la colocación central de los defensas se resiente por la ausencia de un líbero y, finalmente, en vez de un equipo hay dos: el que intenta defender y el que espera a recibir algún balón con el que diseñar un ataque.
La condición física podría afectar en la última media hora. Si el OL hubiese arrasado al Madrid en el último tramo del partido, lo comprenderíamos. Pero lo hizo de entrada, cuando los madridistas estaban frescos y lozanos en vez de agotados y hundidos. Y en cuanto a la velocidad del juego da la sensación que Capello confunde la rapidez de sus jugadores con la velocidad en la circulación del balón. Jugadores lentos son capaces de jugar rápido. Basta con estar bien colocados en el campo, plantados con equilibrio y acierto, y con calidad técnica para mover velozmente el balón. Basta hacerlo con dos toques. Pero si no hay nadie que piense ni distribuya con sentido, el juego se hace forzosamente lento. El Madrid actual sólo emplea dos recursos: el balonazo largo o la conducción al pie. El primer recurso tiene un alto índice de ineficacia. El segundo garantiza la lentitud del juego propio y la buena colocación del rival. Estos son los verdaderos problemas y no lo que explica Capello.
Referencias
- La velocidad y el tocino
Fotos: EFE - Real Madrid.com - AP - AFP.