sábado, septiembre 23, 2006
El nivel cultural de los futbolistas
El iraní Kia Joorabchian, representante de Carlitos Tévez, fue muy claro al traspasarle al West Ham: “Por suerte, Tévez tiene a Mascherano a su lado porque dudo que sea capaz de aprender una sola palabra de inglés”. Ante la sorpresa del interlocutor, Joorabchian aclaró que tras pertenecer año y medio al Corinthians brasileño el futbolista argentino había sido incapaz de entender ni una coma de portugués. Sin duda, estamos frente a un caso extremo. La mayoría de jugadores que llegan a un club extranjero se esfuerzan por comprender el idioma nativo, las costumbres del país y la idiosincrasia del club.
Por supuesto, nadie debe juzgar a un futbolista por su cultura, los libros que lee, la música que escucha, el cine que le gusta, su capacidad de manejo de las nuevas tecnologías, los idiomas que habla o su capacidad de expresión oral. Al futbolista se le juzga por su rendimiento en el césped. Pero no debemos negar que también se le valora en cierta medida por su comportamiento fuera de él. Por su modo de expresarse, la educación que demuestra o su resistencia a la presión mediática. Un futbolista es esencialmente lo que hace en el campo, pero también su manera de comportarse dentro y fuera de él. Quizás no sea razonable que lo tengamos en cuenta, pero lo hacemos de forma automática.
Casi todos deploramos al jugador que arremete al rival o le escupe y al que atiende desabrido a la prensa, por más irritante que ésta sea. Preferimos al futbolista que encaja con ironía las estupideces ajenas; al que muestra moderación en sus palabras, aunque aplaudamos su franqueza; al que confirma con gestos y palabras que su formación supera la altura de la hierba del estadio. No se trata de pretender intelectuales en pantalón corto; ni oradores dándole patadas al balón; ni sesudos estudiantes o melancólicos opositores. Un futbolista sólo es un futbolista y está bien que sea así. Joven, rico, famoso, adulado hasta la asfixia, todo jugador tiene en sus manos los elementos necesarios para convertirse en un buen energúmeno. Algunos consiguen alcanzar esa categoría sin dificultad. Otros se esfuerzan en vano, mientras muchos logran transitar por ese camino de minas sin meterse en ningún charco excesivo.
Tévez como paradigma excepcional. ¿Estamos seguros que no influirá para nada en su rendimiento futbolístico su incapacidad manifiesta de aprender una palabra de inglés? ¿Esa previsible inadaptación cultural no tendrá ningún efecto en su juego?
Fotos: Getty - Voetball.