jueves, septiembre 14, 2006
Demolición sangrante
El resultado puede aparentar otra cosa, pero el Madrid de Capello ha actuado bastante peor en Lyon que el Madrid de Luxemburgo hace un año. Entonces perdió por tres goles, pero peleó con bravura, creó múltiples ocasiones y tuvo entidad de equipo. Anoche comprobamos que el 'capataz' Capello apenas había puesto los cimientos del edificio y la construcción ya se tambalea. Ha bastado la tradicional movilidad del OL, toque rápido, velocidad en el desmarque, verticalidad colectiva, para demoler lo levantado hasta ahora. Sin presión arriba y con una pareja de mediocentros encorsetada y desbordada, la defensa blanca ha sido mantequilla reblandecida. Toda la filosofía destilada en el último mes se ha desmoronado, aderezada por los sorprendentes errores de Cannavaro, autor de una noche de pesadilla impropia en él.
Llegados a este punto, lo peor no es la derrota, que incluso maquilla la del año pasado, sino la herida anímica que deja en el colectivo blanco. Hasta ayer, Capello había hecho una labor de recomposición de los espíritus. Con éxito sólo regular, ya que muchos aficionados planteaban serias dudas ante el proyecto. Había explicado que quería una coraza atrás y once guerreros. Un equipo como una roca, siempre con siete jugadores por detrás del balón. No cabía de momento inquirir por las variables en ataque dado que todas las energías se dedicarían a defender. Cero goles por partido era el objetivo. Para lograrlo contrató a algunos de los más curtidos legionarios del imperio defensivo, puso firmes a todo el club y ordenó instrucción. No había dudas sobre el plan a seguir.
Pero el proyecto sale herido de Lyon. Insisto: no por tratarse de una derrota, sino por cómo ha sido la derrota. La forma ha sido más trascendental que el fondo. La descolocación defensiva, siempre con algún hombre llegando tarde o fuera de sitio; la irregularidad manifiesta de Casillas, capaz de alternar la genialidad con la pifia; la lentitud del centro del campo, desbordado cada vez que el rival da tres toques; y la ausencia de creatividad, déficit desolador en un equipo que podía presumir de ella hasta hace poco. La suma de estos factores arroja tres consecuencias: una herida sangrante en el estado anímico, una duda profunda en el vestuario y una grieta peligrosa en el proyecto.
Fotos: AP - Real Madrid.com.