sábado, agosto 13, 2011

El dueño del espacio

En la gestión del fútbol apenas existe el control de los tiempos. Es una gestión sin mesura. O se gestiona a cortísimo plazo, tan a corto que inevitablemente el presente siempre es pasado; o se hace a larguísimo, tan a largo que el futuro jamás llega. El fichaje de Cesc Fàbregas significa, en lo futbolístico, una decisión a medio plazo con el objetivo de cubrir toda la presente década. Al margen de las connotaciones emocionales que confluyen en este fichaje, su llegada supone, futbolísticamente, la contratación de un hilo conductor, la reposición del peldaño que se había quebrado en la escalera. Así, entre Xavi Hernández y Sergi Samper o Wilfried Kaptoum, ya están todos los que hacían falta para garantizar que el juego de posición seguirá siendo el sello diferencial del estilo blaugrana. Podríamos decir que ya no se apellida Fàbregas (aunque sobre el 4 de su camiseta lucirá, por petición expresa del jugador, su apellido con el acento abierto, en catalán), sino continuidad: Cesc Continuidad es su nombre.

En este caso, la gestión del tiempo es la esencia. Ni es un jugador de emergencia para anteayer, ni tampoco una promesa de 2020. Cesc es presente, pero sobre todo futuro inminente. Aunque todos tenemos tendencia a pensar solo en un once titular, a sustituir cromo por cromo y plantear debates irreales, el fútbol acaba siendo un río que fluye y en el que compañeros de un mismo equipo no compiten entre sí, sino que cooperan en el crecimiento mutuo. Vende más oponer a Xavi frente a Iniesta o a Cesc contra Thiago que afrontar la realidad de que uno crece con la ayuda del otro, pues Iniesta es el otro rostro de Xavi. La llegada del hijo pródigo restaura una línea de sucesión que es, al mismo tiempo, una línea de cooperación entre semejantes.

Cesc es un jugador de impacto y, a la vez, es dueño del espacio. Son dos virtudes teologales. La primera hace referencia al carácter; la segunda, al juego. Su impacto se resume en tres aspectos: cooperación interna, competitividad externa y liderazgo máximo. Dicho liderazgo no se visualiza ahora como necesario o imprescindible, pero lo será dentro de un tiempo como ocurrió en su vida 'gunner', cuando heredó el timón de Patrick Vieira. Será un jugador de impacto porque crecerá ayudando a crecer a sus pares, mostrará al exterior su elevada competitividad y, con la gradualidad de los años, será uno de los líderes colectivos del vestuario. Además de jugador de impacto, Cesc es dueño del espacio, una característica primordial para ejercer en el centro del campo blaugrana. No sólo tiene la polivalencia para cubrir varios roles, sino que posee el don de adaptar el espacio a la necesidad de su equipo: generarlo, taparlo, cubrirlo, ocultarlo o transformarlo en campo de minas, pista de aterrizaje o rampa de despegue, según se necesite. Poseedor del botón rojo que le permite estar en el sitio oportuno en el momento adecuado. El amo del espacio.

- Publicado en Sport (13-VIII-2011)