Cada vez que el cañón se obtura, y lleva algunas semanas tartamudeando, el barcelonismo llama a la oficina de reclamaciones pidiendo un Plan B. Hay quejas sobre el rendimiento de algunos jugadores (Bojan, Milito, Villa, Mascherano...); sobre el entrenador, que parece no saber ni entender; e incluso sobre el modelo de juego, que aparenta ser una pamema por más que haya rendido 8 títulos en dos años y la veneración universal. Los remedios que se proponen suenan interesantes: chutar más, tocar menos, chutar de lejos, no adornarse, juego directo, contragolpe... O sea, todo aquello que no forma parte del modelo de juego implantado desde hace veinte años y que hasta los benjamines aplican de memoria. Lo que se propone desde la más absoluta buena fe es un imposible: el Barça no tiene Plan B porque no puede tenerlo; porque su Plan A no admite Plan B y su estilo de juego es uno, único y unívoco.
Para tener Plan B, los jugadores nacidos en la cantera blaugrana deberían olvidar lo aprendido durante 15 años y renunciar a cuanto les ha hecho excelentes: el toque, la combinación, el balón, la intención ofensiva y tantas otras peculiaridades. El modelo de juego del Barça sólo tiene un camino y una dirección: agarrar el balón de primeras, pasearlo de banda a banda hasta marear al contrario, tocar y tocar en horizontal para apuntillar en vertical. Pocos equipos en el mundo pueden hacer todo esto y hacerlo tan bien, pero a cambio el Barça no sabe hacer otra cosa ni sus jugadores interpretar otros papeles. Son La Secta porque son futbolistas especiales, de ahí que a cualquier crack externo le cueste horrores adaptarse a ese juego tan raro que practican los de Pep, lo que en contrapartida significa que tampoco los actuales jugadores de la plantilla poseen una gran versatilidad para practicar otros estilos. Quizás individualmente puedan hacerlo, pero colectivamente ni pueden ni saben. Ni quieren.
¿Significa que no hay solución? Significa que la solución consiste en persistir en el estilo, profundizar en él y corregir errores. No en cambiar el modelo, sino en mejorarlo. Guardiola lleva mucho tiempo haciéndolo y ha aplicado variantes tácticas con notable éxito: Messi de falso nueve; Busquets entre centrales; los dos laterales subiendo la banda; etcétera. Deben corregir detalles: que Alves aprenda a centrar raso y bien; que Valdés compense con su salida en los córners la posición estática de los centrales; que la segunda línea sea más fiera y ataque al rival; que los disparos desde fuera del área no sean sólo un recurso a la desesperada; que el equipo no se conforme tras marcar un gol. Y que los rematadores se relajen y dejen atrás ese agarrotamiento que ciega sus ojos. Corregir todo esto es imprescindible, pero tocar el estilo es impensable.
Para tener Plan B, los jugadores nacidos en la cantera blaugrana deberían olvidar lo aprendido durante 15 años y renunciar a cuanto les ha hecho excelentes: el toque, la combinación, el balón, la intención ofensiva y tantas otras peculiaridades. El modelo de juego del Barça sólo tiene un camino y una dirección: agarrar el balón de primeras, pasearlo de banda a banda hasta marear al contrario, tocar y tocar en horizontal para apuntillar en vertical. Pocos equipos en el mundo pueden hacer todo esto y hacerlo tan bien, pero a cambio el Barça no sabe hacer otra cosa ni sus jugadores interpretar otros papeles. Son La Secta porque son futbolistas especiales, de ahí que a cualquier crack externo le cueste horrores adaptarse a ese juego tan raro que practican los de Pep, lo que en contrapartida significa que tampoco los actuales jugadores de la plantilla poseen una gran versatilidad para practicar otros estilos. Quizás individualmente puedan hacerlo, pero colectivamente ni pueden ni saben. Ni quieren.
¿Significa que no hay solución? Significa que la solución consiste en persistir en el estilo, profundizar en él y corregir errores. No en cambiar el modelo, sino en mejorarlo. Guardiola lleva mucho tiempo haciéndolo y ha aplicado variantes tácticas con notable éxito: Messi de falso nueve; Busquets entre centrales; los dos laterales subiendo la banda; etcétera. Deben corregir detalles: que Alves aprenda a centrar raso y bien; que Valdés compense con su salida en los córners la posición estática de los centrales; que la segunda línea sea más fiera y ataque al rival; que los disparos desde fuera del área no sean sólo un recurso a la desesperada; que el equipo no se conforme tras marcar un gol. Y que los rematadores se relajen y dejen atrás ese agarrotamiento que ciega sus ojos. Corregir todo esto es imprescindible, pero tocar el estilo es impensable.