A la hora del café en Madrid, José Mourinho soltó ayer su caña de pescar incautos. Acostumbra a hacerlo en Europa, no en vano sumará hoy 75 participaciones en Champions. Lanzó el anzuelo contra el novel Allegri, entrenador del Milan, a ver si pica. Esta vez fue a cuento de Pippo Inzaghi, el maravilloso 'killer rossonero', a quien Mourinho dice temer como a la peste, muy por encima de cualquier otro delantero rival. No importa si es cierto o falso ese temor, lo que importa es la habilidad del entrenador portugués en llenar de minas el campo del contrario. Lo ha hecho docenas de veces antes y adoptando formas diversas: en ocasiones, adelantando su propia alineación; en otras, la del rival; algunas más, destacando los puntos débiles del contrario o los más fuertes. En todos los casos buscó un resquicio por donde sembrar de dudas el cerebro del entrenador al que se enfrentaba. O bien para estimular su ego y provocar una modificación en sus planes originales.
Recuerdo al bueno de Rijkaard tragándose en alguna ocasión todo el anzuelo, pero aprendiendo para la siguiente vez. Mourinho es capaz de halagar al técnico rival o adelantar sus planes o señalar un defecto grave con el único objetivo de generar una respuesta que le interesa. En el caso de ayer, sus miedos públicos a Inzaghi -gran rematador, sin duda- parecen buscar que Allegri le alinee como titular (puesto que es el más temible según Mourinho) y, con ello, rompa la armonía alcanzada en las últimas semanas por el cuadro milanista, que ha sido capaz de alinear juntos a Pirlo, Seedorf, Ronaldinho, Ibra y Pato sin resentir su estructura defensiva y alcanzando excelentes resultados. Si Allegri se confunde con el anzuelo del portugués cambiará el sistema de juego que tan buen rendimiento le ha dado y habrá caído en la trampa de Mou. Uno más.
Explico todo lo anterior para resaltar algo que en ocasiones olvidamos: estamos tan saturados de ruedas de prensa salpicadas de palabras gruesas o ditirambos o estrafalarios parlamentos que perdemos la perspectiva de su importancia estratégica. Mourinho las emplea para engañar al rival y Guardiola para encauzar la motivación de su plantilla. Ahora mismo, en pleno fragor de la batalla, con las navajas institucionales cruzando el Camp Nou de norte a sur, con la enfermería poblándose de jugadores en precario y los rivales habiendo descubierto el antídoto mágico, parecería que este es el menor de los problemas que afronta el Barça, pero no nos equivoquemos: los partidos son la clave de bóveda y no empiezan con el pitido arbitral sino mucho antes y concluyen mucho después, al son de las ruedas de prensa de los entrenadores. Guardiola tiene, también en esto, un enemigo formidable enfrente.
- Publicado en Sport (19-X-2010)