Existe mucha confusión cuando se habla de condición física y estado de forma. Por condición física entendemos la suma de factores físicos que se entrenan y trabajan y se perfeccionan (o menguan) con los años. Hay muchos pequeños factores, pero en esencia se resumen en tres: fuerza, resistencia y velocidad. En realidad no es así, sino mucho más complejo e interrelacionado pero ahora no conviene extenderse. Dejémoslo en tres factores y digamos que no se trabajan al mismo tiempo, sino secuenciados según planifican los preparadores físicos. De ahí que hablemos, por ejemplo, de trabajo de fuerza-resistencia o de ciclos y microciclos.
Hay gente que lo valora como una jerga hueca que sólo busca camuflar deficiencias. Se equivocan radicalmente. Es una ciencia y un arte. Los preparadores del Barça son maestros en ello y acostumbran a dar en el diana. Cada temporada se programa en función de objetivos concretos: hace dos años, el objetivo era clasificarse en agosto para la fase de grupos de Champions, con lo que se aceleró la preparación y el equipo arrancó en tromba, alcanzó su primera meta, sufrió más tarde a causa de la carga de trabajo (¿recuerdan aquel febrero de plomo de 2009?) y encontró su mejor condición en el tramo final, cuando sumó tres títulos de una tacada. La siguiente temporada se programó diferente porque los objetivos eran otros. De este modo, empezaron pesadamente, transitaron con dificultades por la fase de grupos de Champions, pero consiguieron un primer pico de forma en los momentos claves de noviembre y diciembre, donde el Mundial de clubs figuraba subrayado en rojo. Los planificadores acertaron siempre el momento de las cargas y el momento de la puesta en forma.
Este curso no tiene nada que ver con los dos anteriores. Hay dos objetivos: noviembre y primavera. Noviembre para alcanzar los octavos de Champions más los tres partidos clave (Sevilla, Villarreal, Madrid) y primavera porque es el sprint final. Y para alcanzar los objetivos se dividió la plantilla en tres grupos, cada uno de los cuales viene trabajando ritmos y factores distintos: los que no fueron al Mundial; los que volvieron antes de la gira por China; y los españoles, dentro de los cuales se confeccionó a su vez dos subgrupos: Valdés y los jóvenes, de un lado; Xavi, Puyol y Villa, por otro.
Los preparadores trabajan, por tanto, con esos dos objetivos en el calendario y con los tres grupos (y dos subgrupos) en el día a día. Añadan lesiones, convocatorias de selecciones y tramos de dos partidos semanales: con todo ello confeccionan un plan personalizado para trabajar fuerza, resistencia y velocidad y alcanzar los dos picos de forma previstos. Es difícil y complejo, pero siempre aciertan. No lo duden.