miércoles, noviembre 15, 2006

Messi tiene dos problemas: el primero es que debe aprender a cuidar su cuerpo


Leo Messi tiene dos problemas relacionados con su físico: el primero, que el cuidado de su salud personal no es el más adecuado. Del segundo hablaré mañana porque es más serio. Hablemos hoy de ese primer problema, que más que físico es de comprensión de las verdaderas necesidades de un deportista de elite.

Remontémonos unos meses atrás. El 7 de marzo, en el Camp Nou, ante el Chelsea, Leo Messi sufre una rotura fibrilar de 5 centímetros en el bíceps femoral (isquiotibiales) de la pierna derecha. Es una lesión muy seria. De las que hipotecan entre mes y medio y dos meses. De hecho, ahí terminó su temporada con el Barça, pues ni siquiera pudo estar en el banquillo de la final de la Champions. Durante días se habló mucho del porqué de la lesión, pero muy poco del antes y del después de la misma. Y ambos son trascendentales.

Antes: el 5 de febrero, treinta días exactos antes de la fatídica noche de la rotura, Messi sufrió una elongación de grado 1 (una contractura) en la misma zona del bíceps femoral de la pierna derecha. Era una lesión que debía ser tomada en cuenta, pero ocurrió 17 días antes de la visita del Barça a Stamford Bridge. Era una lesión para cuidarla y vigilarla, sobre todo conociendo los antecedentes musculares del chico. Para curarla con mimo y sin prisa. Pero no hubo ni lo uno ni lo otro. Ni en el vestuario ni en el jugador. Así que apenas doce días después, bastante antes de lo razonable, Messi volvió a jugar (contra el Betis, 14 minutos). Y siguió haciéndolo cada tres días: el día 22 contra el Chelsea (en su mejor actuación hasta la fecha) y el 25 en Zaragoza (70 minutos). Por supuesto, Messi era importante en aquella tesitura competitiva y forzó (y se le forzó) a recuperarse de urgencia. El 7 de marzo sufrió la rotura grave del músculo lesionado.

Después: Cualquier jugador del Barça tiene a su alrededor, como mínimo, a cinco especialistas: el entrenador; el doctor; el preparador físico; el fisioterapeuta; y el recuperador de lesiones, aunque en algunas épocas han sido seis ya que también se sumaba un preparador específico de fuerza. ¿Hablan (o hablaban) todos el mismo lenguaje? ¿Dan las mismas instrucciones a un jugador lesionado? Es una pregunta retórica, pues conozco perfectamente la respuesta y la podéis imaginar. Pero no son sólo cinco los que opinan. También está el entorno del jugador, que en el caso de Messi no es un entorno despreciable. ¿Qué sucedió tras la lesión? Que hubo prisas. Era un lesión grave que necesitaba tiempo y calma. Pero ya sabemos que el proceso se aceleró, nuevamente por la impaciencia del jugador casi más que por las necesidades del equipo. Todos recordamos que Messi recayó de la lesión en mitad de la recuperación, que se perdió el resto de la temporada, se fue a Argentina, sufrió un nuevo aviso en forma de pinchazo muscular y prácticamente pasó de puntillas por el Mundial.

En resumen, una simple elongación de grado 1 sufrida el 5 de febrero dejó a Messi fuera de combate hasta la siguiente temporada por la permanente precipitación en la recuperación. Jugó un partido, cierto. En realidad, un partidazo (el de Stamford). Pero fue su punto final. Por las prisas, cinco meses de baja.

Ahora se ha repetido el error. Como ha reconocido el doctor Ricard Pruna, hace año y medio que los servicios médicos del Barça conocen los riesgos que rodean los pies del jugador. Ese riesgo se tradujo en sendas ‘fracturas de estrés’ que el jugador arrastró durante largo tiempo. Una ‘fractura de estrés’ no es, en realidad, una fractura sino una pequeña fisura ósea, dolorosa y persistente, que debe ser solventada sin dilación. Resulta casi imperceptible en una radiografía clásica y tiene causas variadas, pero dos de las principales son los malos apoyos plantares y la reiteración de los movimientos. Acertadamente, el Barça aplicó “medidas biomecánicas, de refuerzo y de ajustes en los tacos de las botas” y solventó el problema del pie derecho, pero no el del izquierdo. Pudo resolverse durante los cinco meses de la lesión muscular, pero tampoco se hizo. Por impaciencia, prisas, ansias por jugar y teóricas necesidades. Ahora ha bastado un pisotón para mandar a Messi otros tres meses a la enfermería. El pisotón fue reprobable, pero tampoco podemos obviar que en ese pie había un elevado factor de riesgo previo.

Éste es el primer problema de Messi: un deportista de alto nivel debe cuidarse y él aún no ha aprendido a hacerlo. No sólo en las facetas más conocidas (comida, bebida, descanso, nocturnidad y alevosía), sino también en las menos: escuchar las voces documentadas; cuidar el cuerpo como herramienta delicada de trabajo; tomarse el tiempo necesario en las recuperaciones. A lo largo de todo el año, Messi ha incumplido estas leyes fundamentales del deporte. Lo ha hecho con la mejor intención y voluntad (jugar, ayudar a su equipo), pero con el peor resultado. Debería aprender esta lección para no recaer (y también quienes le rodean, en casa y en el club).

Mañana trataremos el segundo problema.

Referencias
- La lesión de marzo
- Año y medio sabiéndolo
- Lo que se previno
- La fractura de estrés

Fotos: AP - Chelseafc.com - El Mundo Deportivo - AFP.