domingo, noviembre 05, 2006

La horma del zapato del Chelsea


Al Chelsea se le puede encarar danzando a su alrededor y picoteando como una avispa, que es el estilo del Barça, o con sus mismas armas, intercambiando puñetazos hasta ver quién cae primero. El Chelsea ha visitado al Tottenham con las piernas cansadas tras la paliza del Camp Nou y se ha encontrado a otro púgil aún más corpulento (2-1). Martín Jol le ha jugado a Mourinho como el Chelsea hace con sus rivales: defensas poderosos, mediocentro de corte (Zokora), centro del campo infernal y velocidad arriba. El Tottenham ha tenido que remontar el gol inicial de Makelele, lo que es una doble noticia: porque Makelele marque y porque el rival le remonte a los ‘blues’. Además, lo ha conseguido sin violencia y pocas faltas, lo que es una buena muesca para el currículo.

Desquiciado Chelsea. A los diez minutos, Lampard ha mostrado el rostro oscuro del equipo de Mourinho, esa agresividad casi salvaje que a veces se desmanda y acostumbra a no ser castigada. Lampard se ha ido de rositas tras arrasar al lateral contrario, pero más que de fortaleza ha sido una muestra de debilidad y le ha dado cobertura moral a los Hotspurs para irse a por el partido. Lo ha hecho por velocidad, por fortaleza física, por concentración constante, por presión a campo entero y por convencimiento anímico. O sea, con las mismas armas de Mourinho. El Tottenham ha sido el Chelsea y el Chelsea, un cuadro fatigado. Como el Barça, el Bayern, el Olympique de Lyon, el Werder Bremen o el Milan (2-0 en Atalanta, nuevo batacazo de Ancelotti). La Champions ha pasado factura incluso a Mourinho, capaz de enloquecer a su propio equipo con los cambios, especialmente a un Boulahrouz puesto en evidencia.

Arsenal de plomo


Tres horas seguidas jugando como los ángeles y ni un mísero gol. Balance del Arsenal esta semana. Empate a nada en Emirates frente al CSKA pese a las 21 ocasiones creadas y derrota en el último minuto en Upton Park frente a un West Ham (1-0) sin argentinos. Es un problema para Wenger porque empieza noviembre a diez puntos del líder Manchester, pero sobre todo empieza a ser un trauma del colectivo: bordar un juego precioso de pase al pie y crear un montón de oportunidades para acabar quemándolas en la hoguera de la ineficacia rematadora. Lo apuntamos aquí mismo a mediados de septiembre: “Si el Arsenal tuviese delantero centro...”.


Y el problema sigue. Adebayor no comprende el juego de su equipo y Henry, un delantero fabuloso, está muy lejos de ser un Eto’o, un Drogba o un Villa. Es un ‘crack’ mundial capaz de convertirse en pichichi de la Premier, pero no es el delantero centro que lo remata todo. Y así se va licuando el talento colectivo de los ‘gunners’ que, sin embargo, han crecido esta temporada en dos aspectos del juego: en su triángulo defensivo Touré-Gallas-Gilberto y en su transición defensa-ataque con Cesc, Hleb y Rosicky. Pero falta lo principal: la eficacia en el remate, lo que parece haber afectado incluso a Wenger, tan educado habitualmente y hoy transformado en un pandillero más en su pelea a empujones con Pardew, el entrenador ‘hammer’.

Fotos: Getty - Arsenal.com - AFP.