El Werder ha caído en casa (1-3) ante el Borussia Dortmund, pero ha dejado grandes cosas: buenas y malas. Fortalezas y debilidades. Ataque y defensa. Y un aroma a desequilibrio, tanto emocional como en el juego, motivado quién sabe porqué: la presión del liderato en la Bundesliga, el desafío de la Champions (Chelsea y Barça) o quizás la irrefrenable vocación ofensiva de su entrenador, Thomas Schaaf, un hombre que entiende el fútbol sólo desde el prisma de la acumulación de delanteros.
El Werder ha perdido, pero ha jugado uno de esos partidos vibrantes y de dirección única que acostumbra: ha jugado sin red. Descoordinación defensiva, gol en contra a los 7 minutos y toque de corneta. A la media hora, un golazo de Klose digno del mejor Eto’o ha calmado la fiebre verde durante un rato, pero otro gol ‘borusser’ ha provocado que Schaaf llamara al Séptimo de Caballería de Bremen: Klose, Klasnic, Hunt, Borowski, Diego, de nuevo cinco por delante del balón y apenas Frings atrás para frenarlo todo. Parece que a Schaaf le gustó el plan B de Rijkaard en Stamford Bridge porque lleva dos partidos copiándolo, por cierto con pésimos resultados (empate y derrota). El Werder ha caído, pero no nos engañemos: tiene grandes cosas en el zurrón.
Fortalezas: La capacidad física de Frings alcanza cotas espectaculares. La visión de juego de Diego (no muy fino anoche) es elevada. El sentido ofensivo del equipo resulta apabullante: hasta el central Mertesacker se lanza hacia arriba, al ‘estilo Lucio’. Parece como si el Werder sólo tuviese camino de ida. Todos contra la diana enemiga. Cuando van a por el gol tienen aspecto de marabunta. Y por encima de todos, Klose. Sin aspavientos ni filigranas. Directo a portería, hábil, rotundo, sin dudas. El Eto’o blanco. Su eficacia es contagiosa y a su lado, Hunt e incluso Almeida parecen auténticos cracks. A Márquez y Puyol les espera una noche infernal ante Klose y Hunt, a menos que Rijkaard decida apoyarles en serio colocando a Zambrotta por la izquierda y a Thuram u Oleguer de falso lateral diestro para ayudar a sus centrales.
Debilidades: La defensa verde no defiende. Está, pero no defiende. En cuanto puede, ataca. Especialmente sufre en ataque dinámico. Cuando la ofensiva rival es estática, los cuatro (Fritz, Mertesacker, Naldo, Wome) guardan la posición correctamente. Pero en cuanto el rival maneja variantes, cambios de posición, incorporación de centrocampistas o movilidad del balón, el caos les alcanza. La clave está en desorganizarles a base de dinamismo. La otra gran debilidad del Werder es la presión rival a los centrocampistas. A Frings y compañía les gusta mucho presionar y, además, son cuatro en el centro del campo para hacerlo. Pero no soportan que les apliquen la misma medicina. El Borussia les ha dado doble ración. Presión a Frings, a los laterales y a Diego. Resultado: balón en los pies de Mertesacker y embudo asegurado.
Estas son las claves. Doy por sentado que alguien del Barça lo ha estudiado con mucho más refinamiento que yo y que Rijkaard ya tiene sobre la mesa las medidas tácticas a trabajar. Son pocas y sencillas. Con cuatro basta:
- Crear superioridad defensiva sobre la pareja Klose-Hunt
- Aburrir a Diego
- Presionar a Frings y los laterales muy arriba
- No atacar en estático, sino en velocidad, con variantes e incorporaciones constantes