La epidemia de ligamentos cruzados dejó al Barça con once titulares y un suplente (Iniesta) que jugó todos los partidos menos el último. Se dijo entonces que el Barça tenía buen equipo y floja plantilla. Al año siguiente se reforzó ese aspecto, aunque irregularmente, con las llegadas de Messi, Van Bommel y Ezquerro. Durante el curso todos los titulares se ausentaron de un modo u otro, fuese por lesión muscular, sanción, viaje o decisión técnica, pero la plantilla solventó siempre el problema: donde faltaba uno llegaba otro o se reciclaba un tercero. Ahora, Gudjohnsen, Thuram y Zambrotta no sólo alcanzan a sustituir a los tres que se fueron (Larsson, Gabri, Maxi), sino que ayudan a conseguir el equilibrio en la plantilla, que ya no sólo mantiene su espíritu ofensivo sino que adquiere un gran poder defensivo, imprescindible para ganar los partidos serios.
Hay quien considera que la plantilla del Barça es la mejor de Europa, pero creo que esa es una afirmación indemostrable. No se puede elegir la mejor plantilla, ni siquiera el mejor equipo. Esos son títulos honoríficos que sólo se atesoran a base de años y éxitos continuados. La plantilla del Barça posee talento, profundidad, equilibrio y variedad. Eso sí es indiscutible. Pero no es la única. La del Chelsea tiene características muy parecidas. Las incorporaciones de Shevchenko, Ballack, Obi Mikel, Salomon Kalou y la del futuro lateral izquierdo le confieren un altísimo poderío y, en mi opinión, le hacen favorito para reeditar el título de la Premier y pelear por la Champions en la final de Atenas.
Pero no sólo Barça y Chelsea tienen una gran plantilla. El Arsenal es el mismo que batió a Madrid, Juve y Villarreal en Champions e hizo temblar al Barça en la final, más la brillante incorporación de Rosicky. Sólo la posible marcha de Ashley Cole al Chelsea le debilitaría su lateral izquierdo, pero no es menos cierto que Wenger alcanzó la final de París reciclando en esa posición a Matthieu Flamini. El Bayern es otro gigante. Ha perdido a Ballack, pero incorporado a Podolski y probablemente a Van Nistelrooy y jugadores como Lahm, Sagnol, Schweinsteiger o Hargreaves han crecido en el Mundial. Dominará la Bundesliga sin grandes problemas y peleará también en Europa, al igual que el Olympique de Lyon, que mantiene toda su estructura y lucha por incorporar a Ribéry para compensar su tradicional falta de ‘punch’.
Un peldaño por debajo en cuanto a plantilla estarán Liverpool, Madrid e incluso Manchester United, a la espera de saber cómo se configura el dubitativo Inter. Pero tener menor riqueza de plantilla no significa tener peor equipo y no luchar por la Champions. Cualquiera de ellos puede estar en la final de Atenas.