miércoles, julio 05, 2006

Capello: rearme moral para el Madrid, gasolina para el Barça


Los pronósticos sobre la perdurabilidad del dominio del Barça de Rijkaard en el fútbol español oscilan entre los cuatro años de los forofos más optimistas y el sólo una temporada más de los prudentes. La horquilla depende del grado de desgaste que se le atribuya a una plantilla aún joven que interpreta un esquema de juego ya maduro. Pero en general también se le otorga mucho valor a la ambición, el hambre de títulos, la sed de victorias y la competitividad. Creo que la mayoría de aficionados es consciente que los paseos militares sin rival son muy placenteros, pero también letales para la mejora de un equipo. A este factor desmotivante, se le aplica el calificativo tópico de ‘dormirse en los laureles’.

Así que hay quien cree que Ronaldinho y sus colegas seguirán siendo imparables hasta la finalización de sus contratos en 2010, como si nada pudiera hacer mella en la maquinaria, ni siquiera el tiempo; mientras otros creen que el proyecto tiene plazo fijo ya señalado (un año más) a causa de la inevitable complacencia. Estos últimos recuerdan que los grandes imperios acostumbran a morir de éxito.

Advierto entre los barcelonistas estas dos claras tendencias en relación a las elecciones madridistas. De un lado, quienes se han regocijado ante la sucesión de calamidades. De otro, quienes han opinado de forma crítica, como deseando que el Madrid solucione su crisis. Las razones expuestas por estos últimos han sido siempre las mismas: queremos tener un rival duro enfrente que impida el sesteo de los 'cracks' barcelonistas.

Un profesor en administración de empresas me dijo en su momento: “La mejor competencia en los negocios es la que no existe”. Y es cierto. Pero sólo parcialmente. Lo es en un momento dado. Pero no a medio plazo. La competencia molesta, irrita y hace dudar de uno mismo. Pero a medio plazo nos fortalece, impide nuestro conformismo. El Madrid 'galáctico' murió de autocomplacencia, de elogios infinitos y adulación sin medida. No tenía rival, inmerso el Barça en el pozo negro del ‘gaspartismo’. Cuando uno se siente dueño de un imperio que reina sobre las olas del mar, en ese preciso instante empieza su imparable decadencia.

Al Barça le ha faltado rival en España estos dos últimos años. La mayoría de los escasos partidos que ha perdido en Liga (12 sobre 72, el 16%) los ha perdido él más que ganado el contrario. Se ha recreado en la belleza de su juego. Se ha sentido admirado, hermoso, reluciente. Le ha bastado con apretar a fondo algunas semanas y dejarse ir el resto de los días. En Europa ha sido muy distinto. Chelsea, Milan, Arsenal le han obligado a dejarse la piel y es en Champions donde se ha ganado el auténtico prestigio.

Ahora llega Capello. Y Capello ya es cosa seria. Probablemente, en su primer año no podrá resolver todos los problemas de golpe, ni limpiar el vestuario como querría, ni traer todo lo que desea. O sí. Muy posiblemente tarde un par de temporadas en presentar un modelo automatizado y a pleno rendimiento. Pero no es un ‘cantamañanas’ especialista en melonadas. Capello se viste por los pies y no va a tirar los títulos en cuatro tonterías como algunos antecesores. Quizás no los gane, pero no los va a regalar. Capello tiene fuego en los ojos y ama la competencia. Bienvenido sea su regreso al fútbol español porque aportará una garra y una rivalidad que hacían falta. Creo que será gasolina para el Barça.

Fotos: EFE - Getty - Deepart.