Por supuesto, se trata de una pregunta retórica, sin ninguna discusión. Ronaldo es uno de los mejores goleadores de la historia mundial. Como Romario, siempre tendrá sitio en cualquier equipo. Siempre mantendrá su olfato rematador, su capacidad para inventar el gol, su contundencia inigualable. Pero dicho esto, ¿será mejor el Madrid con Ronaldo que sin él? La magnífica sección de deportes de “El País” señala hoy que paradójicamente el Madrid lleva mejor promedio de goles desde que Ronaldo se lesionó. Pero este dato puede mover a engaño. También el Barça ha mantenido su promedio de dos goles por partido en ausencia de Etoo y, sin embargo, nadie puede dudar que con el camerunés la eficacia y la seguridad anotadora es mucho mayor.
Para mí, la verdadera cuestión alrededor del retorno de Ronaldo es si va a romper el esquema de juego que tanto le ha costado imponer a López Caro. Durante el año de Luxemburgo, el Madrid optó por jugar al contragolpe: Ronaldo estático y solo arriba, prácticamente sesteando todo el partido, y el resto atrás en espera de una oportunidad. La oportunidad era siempre parecida: un pase largo de Guti a Ronaldo, que encendía el turbo y gol. Grandísima eficacia, fútbol escaso, estilo contranatura para el Madrid.
López Caro ha intentado regresar a las esencias del fútbol madridista. Juego de combinación, espíritu de sacrificio, cada jugador en su sitio, equipo de vocación atacante. El colectivo por encima de la individualidad. Baptista ha tenido un papel fundamental en este esquema: ha presionado con rotundidad a la defensa rival, dificultando la salida del balón. Ese trabajo ha sido esencial para la mejora de Robinho y Zidane, al margen de que una mejor colocación de las piezas ha permitido jugar por las bandas y que el mago francés tuviera tiempo y espacio para elegir, pasar o rematar.
Ahora entra Ronaldo. Entra el gol, pero se va el esfuerzo. ¿Saldrá perjudicado el esquema participativo, colectivo, de combinación? ¿O la eficacia del ‘gordito’ compensará cualquier merma? Asistiremos desapasionadamente a este dilema.
Referencias
- La paradoja de Ronaldo
- La administración de egos