El fútbol es un juego de errores en el que gana quien menos se equivoca. El miedo le ha ganado a la manifiesta superioridad y la experiencia de un viejo entrenador a la bisoñez de otro que aún tiene que construir su currículo. Wenger le ha dado una lección magistral a López Caro. Puesto que no tenía defensa y casi ni defensores ha decidido defender en la línea del medio campo con cinco centrocampistas de distinto pelaje e impedir que el balón llegara a su área. Ha achatado el campo hasta convertirlo en un rectángulo de cuarenta metros de ancho donde se enmarañaban una docena de rivales y el balón siempre acababa a los pies de Cesc Fábregas, que lo ha servido toda la noche con la suavidad con que Ferran Adrià convierte una zanahoria en aire comestible. Y como no hay mejor escaparate que la Champions, Henry se ha servido un montón de raciones de ‘fútbol champagne’ y ha vuelto loco a Casillas, salvador y salvavidas de un Madrid que puede felicitarse por haber salido vivo del Bernabéu.
Se esperaba al feroz Madrid de la Copa, al implacable Ronaldo del certero remate, al feliz Zidane renacido, al Guti de los pases milimétricos y al Robinho reconvertido en goleador. Al Madrid de López Caro, en fin, el del sentido común, la buena posición en el campo, juego por las bandas, presión muy arriba y ninguna cesión al contrario. Pero ninguno de ellos apareció. Salió un Madrid tranquilo y relajado y al minuto había recibido ya la primera lección de Wenger: una línea de cinco (Hleb, Ljunberg, Gilberto, Cesc y Reyes) por delante de sus defensas jovencitos y Henry al galope tendido. En la primera combinación, Cesc ha mandado a Henry, éste a Reyes y sólo un dedo milagroso de Casillas ha salvado el primer gol. Más o menos así ha sido todo el partido, con Casillas de nuevo estratosférico, Gravesen salvando los muebles (Gravesen, sí, que ya es decir) y Beckham como único atacante con ideas.
López Caro no ha encontrado el hilo de la madeja que sobre el Madrid ha tejido Wenger, arquitecto de fenomenales estrategias e ingeniero industrial de jóvenes talentos. El entrenador francés sale crecido del Bernabéu, donde ha reinado por un día con su planteamiento y también por la valentía de sacar a chavales jóvenes. El más joven de entre ellos, Cesc Fábregas, se ha ido como Ronaldinho, ovacionado por un público que ahora mismo pondría dinero de su bolsillo para fichar a este monstruo del centro del campo. Cesc no ha sido el único. A su lado, Henry, el de los pies de bailarín, ha goleado con el mismo estilo de Ronaldinho en el mismo escenario. Kolo Touré se ha mostrado como un central explosivo y Reyes como un extremo rotundo. Y si alguien busca laterales en el mercado, que no busque más: Emmanuel Eboué, 23 años, fichado hace un año al Beveren belga. Un monstruo.
P. D. 1: Gallas es baja segura en el Chelsea. Como lateral izquierdo jugará Asier del Horno, para ocuparse de Messi. Crece la opción Crespo como delantero centro en lugar de Drogba.
P. D. 2: El campeón Liverpool ha caído ante el Benfica (1-0, Luisao) por alto en un error de marcaje de Hyypia. En Eindhoven, el Olympique de Lyon le ha mostrado su eficacia rematadora (0-1, Junhino Pernambucano) al PSV. Y en Munich, un Bayern muy potente se ha dejado empatar (1-1, Ballack y Shevchenko de penalty) por el Milan, lo que le pone difícil los cuartos.
P. D. 3: Casualidad sorprendente: ni un solo periódico deportivo o general, ni la web del Madrid, ni la del Arsenal, absolutamente nadie publica a estas horas una miserable foto de Cesc en el Bernabéu.
Referencias
- Poco Madrid, mucho Henry (por un socio del Madrid)
- Wenger y Henry minimizan al Madrid