La historia reciente conoce de grandes equipos, conquistadores de títulos, vencedores de múltiples batallas, pero que no pudieron construir una leyenda a su alrededor. Los equipos míticos se construyen en la competición nacional, pero se coronan en la continental a base de repetir triunfos. Hay pocos equipos legendarios. Lo fue el Real Madrid de Di Stéfano, que convirtió la Copa de Europa en un asunto personal hasta sumar seis títulos. El fútbol era muy distinto del actual, pero aquel equipo se erigió en leyenda pese a la escasa repercusión mediática del período. Lo fue el Ajax de Michels y Cruyff, inventor del fútbol moderno, que puso la semilla de la ‘naranja mecánica’, todos al ataque, todos defendiendo. También lo fue el Bayern de Beckenbauer, con la inestimable ayuda del Atlético de Madrid, pues los alemanes convencieron a Europa que jugase quien jugase siempre acabarían ganando los de Munich. Lo fue el Liverpool de la furia roja y el Milan de Sacchi. Todos ellos son legendarios por sus títulos europeos, por sus victorias nacionales y por su fútbol, su espíritu, su personalidad.
Otros equipos han sido grandes, gigantescos, majestuosos, pero no han podido construir una leyenda a su alrededor. La leyenda de la invencibilidad. Algunos han jugado un fútbol espectacular. Otros han ganado muchos campeonatos nacionales. Se han forjado famas y prestigio. Pero no han conseguido construir el mito legendario que se erige con los triunfos europeos. Le sucedió al ‘dream team’, un equipo fabuloso, genial y hermoso, posiblemente el de mejor fútbol, conquistador de ligas, pero incapaz de sellar su leyenda con más triunfos que el de Wembley. Aquel Barça no supo remachar su mito en Atenas frente al Milan y aceptó su autodestrucción. Tampoco lo consiguieron la Juve de Zidane y Del Piero, fantástico equipo de pésimas finales. Ni el Bayern de Oliver Kahn, una roca sin brillo. Y tampoco el Madrid de Raúl, vencedor en muchas batallas, conquistador de tres Champions, protagonista durante dos años de un fútbol espectacular, pero finalmente no legendario por sus baches e irregularidades. Ni el Arsenal de Wenger y Henry, fantástico en su cabalgada inglesa pero apenas un pollo sin cabeza en la competición continental.
Ahora hay varios equipos que querrían serlo. El Liverpool de Benítez, ya con un agónico triunfo en Champions, pero equipo muy menor, de fútbol metalúrgico, todavía en construcción, muy lejos de ser un gran conjunto. La Juve de Trezeguet, una muralla potente, dominadora en Italia, pero tacaña y rácana, nunca generosa en su despliegue. El Olympique de Lyon, brillante, rápido, feliz, pero demasiado ligero para imponerse a los pesos pesados, para construir una leyenda. El Chelsea de los infinitos millones, imparable en Inglaterra, avaro en el juego, demoledor con cuatro pases pero ausente de gloria, de grandeza y de magia. Y poco más. El Bayern de Ballack es como el de siempre: juega regular y continúa ganando, aunque esa ya es una regla que se rompe demasiadas veces. El Milan de Shevchenko es un puñal afilado, pero su defensa de mantequilla le ha robado la gloria. El Ajax de Huntelaar es sólo un bello bloque de jóvenes y el PSV de Cocu, un eficaz conjunto de veteranos. El Inter será siempre peligroso por su experiencia y puntería, pero parece acogotado por un manto de grisura y niebla. El Manchester ha desaparecido y el Madrid de los ‘galácticos’ está sufriendo una etapa negra.
¿Quién queda? Pues un equipo que reúne todo lo necesario para construir una leyenda. Pasión por el juego brillante y de ataque. Un entrenador listo, serio, tranquilo y que aprende las lecciones de la vida. Unos jugadores exquisitos, rotundos y comprometidos. Unas estrellas fabulosas con hambre de gloria. Este es un equipo que lo tiene todo para ser un mito. Sólo necesita persistencia, contundencia, concentración, no bajar nunca la guardia. Tener un puño de hierro dentro de su fútbol de seda. Perseguir sus sueños hasta la extenuación. Culminar los trabajos. Dar el puñetazo sobre la mesa en el momento necesario. Para ser una de las grandes leyendas del fútbol mundial a este equipo sólo le falta un paso: el que separa la grandeza de la gloria. Pero aún ha de darlo. Aún ha de ganarlo todo.
Coda final: Una leyenda es un intangible. Una percepción. La leyenda no se construye sólo a base de acaparar triunfos, récords, rachas y títulos, ni tampoco por el fútbol brillante o sacrificado. Es una suma de factores en el que el más importante es la sensación de invencibilidad. La percepción de que ese equipo es imbatible.
Fotos: Etoo (tras su gol al Chelsea); Henry y Zidane en el Bernabéu; Ballack (tras marcar contra el Milan) y Huntelaar (después de su gol contra el Inter); y Ronaldinho en Stamford. (Gentileza: UEFA; Diario El Mundo del Siglo XXI; Real Madrid).